Opinión de Óscar Sevillano
Si lo que quiere el expresidente y senador Álvaro Uribe es debatir sobre una mejor educación pública que permita mejorar los estándares de calidad, no es necesario imponerle toque político a la discusión, insinuando que los profesores en colegios oficiales inducen a sus alumnos a pensar de determinada forma.
Más bien tendríamos que decir que quien le está metiendo ideología a la manera en como se enseña en los colegios oficiales del país, es el expresidente Uribe, al insinuar que los docentes se valen de sus clases para tratar de influenciar el pensamiento de los estudiantes.
No se puede prohibir a los profesores que hablen sobre las distintas formas de ejercer la democracia no solo en el país, sino además en el mundo entero. Para eso tendríamos que abolir de los pensum académicos la cátedra de ciencias sociales y de paso también eliminar de las universidades profesiones como Ciencia Política, Economía, etc.
Es lógico que un profesor de historia, por ejemplo, en el momento en que explique los hechos que rodearon la guerra de la independencia en nuestro país, tiene que decir que Simón Bolívar fue un hombre que se levantó contra el Estado de ese entonces y tuvo que conformar un ejército integrado por campesinos para luchar contra los españoles, y eso no significa que se esté inculcando a jóvenes o niños espíritu revolucionario que los lleve más adelante a conformar guerrillas. Es hablar con la verdad de los hechos.
Ahora, si en realidad se busca una mejor educación en el país, se debe enseñar a los estudiantes la historia de Colombia, que debe ser bien contada, y eso incluye decir, por ejemplo, que Manuela Beltrán fue la primera revolucionaria en nuestro país. Como también se debe decir que Policarpa Salavarrieta fue asesinada por el régimen de ese entonces, por oponerse a un Estado opresor; que Antonio Nariño fue un preso político y que todo aquel que se atreviera a mostrar algún desacuerdo con el Virreinato de la Nueva Granada corría el riesgo de ser ejecutado o de terminar sus días en una cárcel, y que esto ocurría porque se estaba en un Gobierno totalitario.
Narrar estos hechos, no significa que se esté induciendo a los estudiantes determinada forma de pensar. Si así fuera, tampoco se podría decir en una clase de religión que Jesucristo fue un fuerte opositor al Estado de derecha que se había conformado en Israel, donde el credo integrado por los más altos jerarcas del Templo, eran quienes gobernaban la región, siguiendo las imposiciones del imperio romano, quien les había conquistado, pero respetando sus creencias religiosas. Mucho menos se podría hablar del perdón que enseñó el hijo de Dios, dejando a un lado la tendencia de ejercer la ley del ojo por ojo y el diente por diente
Tampoco un profesor de matemáticas podría enseñar que 1 + 1 = 2, porque bajo este concepto se comienzan a dar los llamados a conformar las luchas sociales. Y mucho menos se podría decir que los primeros pobladores de estas tierras no fueron personas de raza blanca, sino indígenas, porque no me cabe la menor duda que el senador Uribe acusaría a los docentes de promover las luchas que buscan las reivindicaciones étnicas en nuestro país.
No desconozco que la educación pública en Colombia tiene fallas y que es necesario corregirlas, tanto en los colegios como las universidades oficiales. Que precisamente por eso algunos Gobiernos locales se han dado a la tarea de financiar determinado número de cupos de estudiantes de primaria y bachillerato en colegios privados, que entiendo es la idea del senador Uribe. Pero que pena mi querido y estimado expresidente, permítame utilizar un adagio popular: “¿Qué tiene que ver el caldo con las tajas”?
¿Será que de tanto pensar en la Farc y el ELN el expresidente y senador ve guerrilleros donde no los hay? Si es así me preocupa de sobre manera, porque tendría que concluir, que Uribe se nos enloqueció.
Cambiando de tema: ¿Dónde están los de Sí que no han ejercido una veeduría fuerte y contundente a la implementación que debe hacer el Gobierno Duque a los acuerdos de paz firmados entre el Estado y las Farc?