Debut de un periodista empírico

Invitado por el gran empresario y mejor persona, Jaime Polanco, para escribir una columna en el periódico virtual El Confidencial, accedo con gusto y alborozo a ejercer tan grato oficio y aspiro a ejecutar la labor de hacer columnas agradables al lector de élite que es, principalmente, el que accede a este importante medio de información y de opinión.

COSMORAMA

He escrito en otro medio similar que aparte de mi vocación por el ejercicio del derecho penal tengo como segunda aspiración profesional y personal consagrarme al periodismo en calidad de amateur, por lo que las deficiencias y defectos que mis opiniones puedan tener deben ser comprendidas desde ya y la crítica ha de ser indulgente con quien desde el principio confiesa su ignorancia y falta de experiencia en tan difícil arte.

Aprendí del columnista excelso británico, Paul Johnson, que escribir puede ser placentero pero que en ocasiones se torna tedioso y muchas veces el periodismo cae en bajezas y degradaciones, pues no faltan los comunicadores carentes de formación profesional dotados de bajos escrúpulos para destrozar vidas ajenas a través del periodismo sensacionalista, ramplón y destructivo.

Cuando quien escribe despuntaba a la más apasionada como convulsionada juventud, coincidente tan especial estado febril y hormonal con la obtención del título de bachiller, abrazó con ímpetu de mozalbete la ilusión de estudiar y ejercer la bella profesión de periodista a la que alguna vez calificó como la más hermosa de las actividades intelectuales y profesionales un escritor argelino afincado en París.

No dudo que se trate de un privilegio el confeccionar una columna con alguna periodicidad y tampoco desconozco la importancia del reto para quien no ha pasado por las aulas universitarias y apenas si cuenta con las mejores intenciones de acertar en el empeño de tratar un tema en el espacio que se le ha adjudicado amablemente por los directivos de un medio de comunicación. En tal sentido me declaro complacido que en la plenitud de mi madurez tenga la oportunidad de exponer mis ideas, puntos de vista y opiniones acerca de variados como controvertidos temas en este importante medio cibernético dedicado a la información y orientación de sus lectores.

Para alguien que tenga por la cultura y los temas intelectuales una afición grande y no una mera ocasión para ganarse el pan de cada día representa un auténtico privilegio el presentar sus puntos de vista a cerca de variados temas en un espacio que le ha sido adjudicado en forma generosa al tiempo que le han depositado su confianza en tan grata tarea.

Son muchísimas más las cosas que ignoro que las que sé acerca del difícil pero agradable oficio de escribir columnas. Afortunadamente, al declararme ignara en tal actividad me sirve de motivación para preparar un buen artículo para el selecto grupo de lectores de El Confidencial.

Dentro del proceso de escritura de mis futuras columnas habré de encontrarme con nuevas ideas para ir construyendo así artículos que generen en los lectores inquietudes, algún interés y al menos le incite a enterarse lo que otro ciudadano del común opina sobre muchos tópicos que la vida tiene.

En la próxima columna habré de exponer lo que los grandes columnistas consideran debe tener como cualidades quien se presenta como oficiante de tan compleja tarea intelectual.

Si se tiene en cuenta que el columnista es un maestro y pedagogo de la comunidad y en su labor ha de ser un gran orientador de los destinatarios de sus escritos habrá de ser tan bien preparado que suponga tener autoridad para ejercer un oficio de gran trascendencia social.

El título que he dado a la columna de Cosmorama, que en principio suena pretencioso, obedece al interés del escritor de abordar en lo posible la mayoría de los temas relacionados con el mundo convulso que tenemos y los más importantes tópicos del ser humano que le aquejan e importan.

De allí que prometo ser lo menos tedioso, pesado, denso y ladrilludo al abordar las temáticas planteadas en cada columna y en lo posible haré lo que a mi alcance esté para despertar curiosidad e interés por las opiniones vertidas en el espacio que se me ha concedido.

Consciente del alto nivel profesional, intelectual y cultural del gran segmento poblacional que es habitual lector de El Confidencial me esforzaré en investigar, estudiar y depurar los temas que habré de abordar para no decepcionar a quienes puedan mirar con alguna expectativa mi empresa de expresar un criterio y algunas opiniones sobre diversos aspectos que interesan a mujeres y hombres de los inicios del siglo XXI.

Empresarios de alto nivel, gobernantes de elevados cargos, ejecutivos de importantes empresas, funcionarios públicos con altas responsabilidades y cultos lectores pueden tener la certeza que con tesón y disciplina presentaré columnas periódicas que causen alguna motivación a tan selecta franja de lectores y puedan tener al menos un incentivo personal, intelectual y profesional para dedicar unos minutos de su tiempo a la lectura de mi columna Cosmorama.

De mi parte diré con aquel gran hombre público de la rama imperial: ¡La suerte está echada! ¡Que los dioses y las musas inspiradoras de las gratas artes literarias nos acompañen en tan difícil pero gratificante aventura!