En este alborotado mundo poblado por diferentes tipos y clases de gentes, existen dos raleas antípodas una de otra pero que significan la condensación de la condición humana. Demás está decir que abundan más los segundos que los primeros y tienen mayor influencia sobre la vida de los ciudadanos del mundo y con honrosas y contadas excepciones constituyen la plaga que tiene sumido al planeta en un completo caos.
En la ambición, la avaricia y otros pecados capitales, propia de los politiqueros, encuentra explicación el estado de guerra permanente y de violencia que ha vivido la humanidad en las decenas de siglos que data la existencia de hombre sobre la tierra.
Por ventura y fortuna también la humanidad ha contado con un puñado de hombres que han embellecido la vida de quienes hemos pasado por este globo terráqueo. Con sus pinturas, esculturas, poemas, castillos, templos y libros han contribuido a mirar la existencia con mayor alegría, regocijo y serenidad. ¡Qué sería de nuestras vidas si no fuera porque los artistas de toda índole nos muestran el prisma con el que hemos de mirar nuestro diario existir y el de los demás! Estos seres semidivinos constituyen el mejor bálsamo, el más grande lenitivo para los males de la humanidad, ¡la naturaleza los bendiga!
Contrario sensu, muchos políticos, no todos por fortuna, nos hacen ver la cara triste, la arista negativa y el ángulo deplorable de lo que se ha convertido en un auténtico infierno existencial. No hay más que mirar a la Europa Occidental con los centenares de miles de refugiados que huyen del horror de regímenes totalitarios y credos religiosos extremistas. América hispánica muestra otro cuadro macabro de sus gobernantes incapaces, promeseros, vulgares y dirigentes mediocres.
Desde el norteño estado mexicano, con sus corruptos gobiernos de los últimos años hasta la Patagonia argentina con el desprestigiado y corrupto clan de los Kirchner, pasando por la deteriorada Venezuela, sumida en la miseria debido a la engañifa política bolivariana chavista, siguiendo por el fallido estado brasileño, que engañó al mundo con la supuesta bonanza de la era Lula y prosiguiendo Bolivia con su demagogo presidente actual que quiere perpetuarse en el poder, llegando al decaído Ecuador y terminando con la farsa democrática de Colombia, América Latina se sume en el más deplorable caos social, político, económico e institucional. Qué puede esperarse de este mundo actual si la primera potencia tiene entre sus aspirantes al más patético de los arlequines politiqueros, por más dinero que diga poseer.
Estados satélites de la potencia del norte como Puerto Rico y Panamá están sumidos también en el más grande del caos económico, político y social. El primero está en bancarrota, el segundo tiene al más reciente expresidente en condición de reo de la justicia, a la banca financiera en entredicho a raíz de los escándalos de este llamado paraíso fiscal y a varios magnates del comercio y la banca con problemas con la justicia.
Si en Colombia no ha ocurrido lo mismo con exmandatarios, plutócratas y políticos de alto rango es porque aquí la justicia de los aforados es la más desconocida pantomima judicial. Y pensar que los señores magistrados de las cortes, que muchos de ellos están en mora de ser reos de la justicia, quieren y desean que el tribunal para juzgar a estos encopetados funcionarios con fuero sea declarado inexequible.
Los políticos, descontados unos cuantos inteligentes y decentes hombres públicos que a través de la historia han demostrado ser la excepción, pierden sus vidas en el afán de atraer poder, dinero, fama y glorias falsas desaprovechando lo que hacen los artistas: disfrutando de las delicias de la naturaleza, la belleza, el amor y el arte en general.
Adepto que soy a leer biografías, casi todas las de los políticos, hombres de estado y generales del ejército, son insípidas, sin gracia, anodinas, superficiales y poco aleccionadoras. En cambio, las biografías de los artistas resumen alegría de vivir, humanismo, cultura, ternura, carisma y encanto. Nada más entisexi y poco erótico que escuchar a un político o compartir sus posturas frente a los problemas sociales y su forma personal de encarar su vida privada. Las vidas de los artistas, como norma general son interesantes, enriquecedoras, agradables y admirables. Muchos de estos son seductores y cautivan a las mujeres, pues como ellas poseen un alma sensible y un espíritu sensual. Solo los torpes, poco inteligentes, afines o adeptos a los políticos los llaman libertinos, bohemios, crápulas o mujeriegos. De ellos, los artistas y seductores, escribió Betsy Prioleau, una norteamericana distinta a sus conciudadanos, pues se destaca por su cultura y amor al arte, lo siguiente: “Son la encarnación de lo prohibido, una amalgama de envidia, deseos reprimidos y pasiones contenidas …. Constituyen una hermandad selecta que ama a las mujeres y las encandila, no solo enloquecedoramente atractiva, carismática y adorables en todo momento, sino que conocen de los más codiciados, saben que desean de verdad las mujeres y como proporcionárselo”.