España jugó su último partido de 2018, una deslucida victoria por la mínima a Bosnia con el regusto amargo de la eliminación de la UEFA Nations League tras el 2-1 de Inglaterra a Croacia. Los de Luis Enrique tendrán que esperar a 2019 para retomar las buenas sensaciones y olvidar un año que, salvo momentos concretos, ha sido netamente negativo para ‘La Roja’.
La fecha clave de 2018 para la Selección fue el 13 de junio. Ese día la RFEF destituía a Julen Lopetegui después de que el Real Madrid anunciase su fichaje después del Mundial de Rusia. Quedaban dos jornadas para el comienzo del torneo, pero la federación fue inflexible: la decisión, auspiciada por el presidente Luis Rubiales, enrareció el clima de una concentración que acabó más pronto de lo debido.
A pesar de que el combinado español fue ganando méritos tanto en sensaciones de juego como en resultados (fue la segunda selección europea con más puntos en la fase de clasificación y maravilló en la goleada en el Wanda Metropolitano ante Argentina por 6-1), el Mundial evidenció el golpe del cambio en el banquillo y el mal estado de buena parte del plantel. Fernando Hierro, interino, no frenó la crisis y asistió impotente al sonoro K.O. en penaltis ante Rusia después de una clasificación a octavos de rebote y con tres partidos tristes de ‘La Roja’.
Tras una debacle difícil de digerir, llegó Luis Enrique. El asturiano heredó las bajas de Gerard Piqué, David Silva y Andrés Iniesta, tres de los titulares de la Selección. Se propuso renovar el combinado, tarea difícil. Con el extécnico del Barcelona, España sumó dos victorias de nivel, un triunfo en Wembley y un 6-0 a Croacia que ilusionaron. Volvió un juego fluido, sin un control total de los partidos, pero con un Isco Alarcón a buen nivel y la participación de Marco Asensio, Saúl y otros retoques como Marcos Alonso, Dani Ceballos, Paco Alcácer o José Luis Gayà.
Aún sin Jordi Alba, motivo de discordia por su ausencia y el contexto de una mala relación son el seleccionador, España tenía motivos para el optimismo: a punto de clasificarse para la Final Four de la Nations League, con buen juego y goles a pesar del desacierto de la delantera y de síntomas de un equipo por hacer. Pero llegó el partido que, en teoría, iba a dejar certificar el aprobado con nota de la etapa de Luis Enrique…y todo se vino abajo.
La derrota ante Inglaterra (2-3) en el Benito Villamarín evaporó de golpe todas las buenas sensaciones. Se vio a un equipo con vicios adquiridos exhibidos en Rusia, con un fútbol a menudo estéril y una defensa que se volvió más frágil, mermada por un centro del campo que no sumaba lo necesario creando juego y que se veía superado en ataques posicionales y contraataques. Al cóctel se añadía una delantera sin asentar, con muchos candidatos, nmingún titular y poca aportación.
El partido en Maksimir ante Croacia supuso la confirmación estas señales y la vuelta de España al infierno tras un breve periodo de esperanza. El 3-2 de los balcánicos desnudó las carencias de una escuadra a la que se le ha caído el apelativo de ‘top’, con aspectos a mejorar en todas las líneas y un cambio generacional aún a medias y con las consecuencias que éstos significan cuando se hacen tras una etapa de éxitos. El K.O. en la Nations League y el gris triunfo ante Bosnia cierran un 2018 que ha traído pocas noticias positivas y certezas a la Selección, que aún busca el camino para renovarse y reinventarse. Eso ya será en 2019.