Odio que me digan cómo, cuándo y lo que tengo que pensar. Nos bombardean con cientos de mensajes a la hora, miles cada día. La mayoría nos llegan como ‘verdades absolutas’ de las que no se puede ni siquiera dudar a riesgo de caer en la censura de las redes sociales y el juicio moral de los ‘Apóstoles’ de la verdad única.
No hay nada más despreciable y peligroso que la Dictadura de la Superioridad Moral, muy de moda en estos días, y que sólo acepta unas conductas concretas y según quien sea quien las haga. Esa superioridad moral que juzga y sentencia al disidente desde ‘el trono de la verdad’ sólo por pensar diferente. Es la pérdida de las libertades y el primer paso hacia la dictadura real. Y es un proceso progresivo, van conquistando las voluntades poco a poco, casi sin darnos cuenta.
Vivimos una época donde el pensamiento crítico se castiga con el descrédito intelectual. Calificativos como ‘negacionista’ o ‘conspiranoico’ es lo menos que le llaman al que se atreve a cuestionarse mínimamente la ‘versión oficial’ de ciertos temas morales o ideológicos. La homogeneidad en los mensajes es la vía del aborregamiento de la sociedad con verdades absolutas sobre supuestos problemas en torno a supuestas desigualdades sociales en temas de género, de raza, de ideologías, de homofobia… o sobre inevitables catástrofes medioambientales. Problemas sociales demasiado complejos, que por supuesto existen, pero no en la dimensión catastrofista que nos cuentan para meternos miedo y crear división. En muchos casos, esos problemas se generan artificialmente con el fin de abrir debates vacíos de contenido, cortinas de humo o dictados para crear una dependencia del poder público.
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De este escenario de la ‘no confrontación de las ideas’ al ‘redil de ovejas’ sólo hay una línea muy delgada. Frente a esa línea es la que hay que rebelarse y cuestionarnos todo. Lamentablemente, cada vez hay más ovejas.
SOS alarma climática
El caso más reciente es el IPCC, el Informe sobre el Clima publicado por Naciones Unidas esta semana. El mismo concluye de una manera tajante, sin fisuras, sin debate, sin dejar espacios al cuestionamiento científico, que el ser humano es el ÚNICO responsable del cambio climático y que, nuevamente, si no actuamos ‘hoy, ya ya ya ya’, en 20 años tendremos consecuencias irreparables para el planeta y nuestras vidas. Nada nuevo. Y muy pocos se cuestionan realmente la verdad.
Más aún, el IPCC pone otra vez en el centro de la ‘diana apocalíptica’ a Europa. Paradójicamente, el continente que más hace por el Medioambiente desde hace más tiempo, reduciendo sus emisiones de CO2 un 25% en lo que va de siglo XXI, mientras China o India las han triplicado en estos años. ‘Casualmente’ Europa también es donde se pagan más ‘impuestos verdes’ y donde más se atienden estos reclamos. Es curioso como a Naciones Unidas se le olvida que las ciudades que emiten más CO2 están en Asia. 23 de las 25 más contaminantes son chinas por ser más exactos. Con China, como con el Covid-19, la ONU prefiere guardar silencio. Ellos sabrán por qué.
Al menos, permítanme que cuestione la versión que nos quieren imponer. Sobre todo, porque los catastrofistas del clima llevan fallando 50 años en sus previsiones. Desde que tengo uso de razón, los polos se han derretido varias veces, la capa de ozono ya no debería existir y el 90% de los humanos deberíamos tener cáncer de piel por las radiaciones; al igual que la mitad de las ciudades costeras del mundo tendrían que estar ya sumergidas… o el Amazonas convertido en un desierto.
La realidad de los hechos, la que uno ve, no la que le cuentan, lejos de la doctrina, es bien distinta. Y eso es lo que a cualquier persona con un mínimo de espíritu crítico debe conducir, nuevamente, al cuestionamiento de las verdades de los ‘Apóstoles de la verdad’.
Avances de la sociedad
Otro dato para la reflexión. En las últimas ocho décadas, el incremento de la temperatura media del planeta ha sido de 1,1º centígrados. Muy posiblemente la mano del hombre ha tenido que ver con la industria y el desarrollo, para lo bueno y para lo malo. Porque todo tiene una doble cara de la monera. El desarrollo salva vidas y contamina. Y el reto es buscar un equilibrio, no volver al estilo de vida de la Edad Media para ser ‘superamigos’ de la naturaleza.
Lo que es evidente, nadie me lo tiene que contar porque todos lo podemos ver con nuestros propios ojos, es que en estos 80 años de pre-catástrofe climática, el planeta no se ha ido al carajo. Al contrario, todos los indicadores económicos y sociales son positivos para la humanidad: se ha reducido exponencialmente la pobreza extrema o la mortalidad infantil, al tiempo que la esperanza de vida y la calidad de la misma creció en TODOS los países, salvo en Venezuela y Cuba, pero ese es otro tema. Conclusión: ese 1,10ºC no ha tenido impacto negativo en nuestras vidas. Ahora, el IPCC alerta que en los próximos 80 años la temperatura subirá otro 1,6ºC… Veremos primeramente si sucede, y luego si tiene el efecto apocalíptico que declaran desde Naciones Unidas y sus agencias de la verdad.
No quiero afirmar tajantemente (como hacen ellos) que no vaya a pasar y que dentro de 20 años los neoyorquinos, barceloneses o mis amigos de Buenaventura se hayan tenido que desplazar al interior ante un aumento del nivel del mar. Pero al menos déjenme dudarlo sin que me miren raro o me llamen negacionista, pues hace 20 años los mismos dijeron que muchas playas del mundo estarían bajo el mar… y ahí siguen. Los mismos dijeron que los polos se quedarían sin hielo en 2018… y ahí siguen los polos. Esos mismos también dijeron que para mediados de la década pasada los niños dejarían de conocer la nieve… y ahí sigue cayendo nieve.
Respeten un poco más a la gente y no nos tomen por idiotas o por desmemoriados.
Dinero, dinero y más dinero
Quizás todo esto sólo va de adoctrinar, de meter miedo, y por supuesto, de pasar por caja. El dinerito siempre es muy importante. Quizás todo esto va de un negocio de cientos de billones (con b) de dólares que alimenta a TODOS los gobiernos, a muchos políticos corruptos, a las grandes multinacionales a través del desarrollo de industrias renovables y, por supuesto, a miles de ONG’s, que también viven de la industria verde y de las subvenciones públicas, que a saber como se reparten.
Siento que los que amamos el medioambiente, la gente de la calle, los bienintencionados, sólo somos los ‘tontos útiles’ al servicio de intereses muy particulares, manejados por personajes que se están haciendo cada vez más ricos. No sé si suene a conspiración o no, pero eso sí está sucediendo… ellos cada vez son más ricos, mientras que uno, cada vez paga más impuestos.
Les invito a que se cuestionen las cosas que escuchan en los medios. La propaganda gubernamental. No traguemos cuento tan fácilmente. Investiguen y lean otras opiniones al margen de este discurso único. Acostumbren a desconfiar, por principio, de la versión oficial. Detrás de ella suele haber intereses deshonestos de todo tipo.
Contra el pensamiento único sólo queda poner en práctica el pensamiento crítico, cuestionar las ideas y a los poderes que las promueven.
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Marcial Muñoz Lorente es periodista, consultor en comunicaciones y director de www.confidencialcolombia.com