El pulso de Djokovic contra el sistema

Confidencial Colombia. Opinión. Desde mi Rincón

Es público que Novak Djokovic, número 1 del tenis mundial, no es muy amigo de las vacunas. De hecho hasta la audiencia celebrada hace unas horas en Australia no se tenía la certeza si estaba vacunado o no porque siempre se negó a hacer público su historial médico, alegando que atenta contra su derecho fundamental a la intimidad. El circo montado en la última semana en torno a su entrada o no en Australia es digno de recordarse durante años. Vamos con los hechos objetivos y con mi opinión de todo el show.

Empecemos por los hechos objetivos. El escándalo empieza cuando el tenista estaba hace una semana en su casa de Marbella (España) y recibió una notificación de los médicos de ‘Australia Tennis’ en la que aceptaban sus excepciones médicas para no tener que mostrar el ‘pasaporte Covid’. Es necesario aclarar que Australia sí acepta excepciones para no tener que mostrar el carnet de vacunas a la entrada al país. Lo que intentó Djokovic se hace en otras ocasiones. No es nada extraordinario.

Con todo supuestamente arreglado, cogió las maletas y embarcó hacia Melbourne. En pleno vuelo (casi 24 horas, con escala), la bomba le estalló en la cara al primer ministro australiano, Scott Morrison. Su pueblo se lo quería comer en las redes, pues ese país es uno de los más restrictivos del mundo y obviamente los australianos han sufrido mucho en estos últimos meses. ¿Por qué los locales deben tener restricciones, algunas surrealistas, como ‘campos de aislamiento’ a los positivos o les prohíben trabajar a los infectados, mientras que el famoso tenista extranjero no? El pueblo, con toda la razón, estaba sediento de igualdad, y miraba a su máxima autoridad.

Cambio político

Y el primer ministro dio orden de dar marcha atrás al visado de Nole. Cuando éste llegó al puesto de inmigración le negaron la entrada a la espera de validar las famosas excepciones médicas concedidas. Al tercer día de su encierro en un hotel, sin poder salir, y sin tener sus objetos personales, se filtró que la excepción fue solicitada porque el serbio tuvo Covid en diciembre (hecho que nunca se publicó hasta este sábado). Esa es una de las excepciones válidas para entrar al país. Después de cinco días encerrado en el hotel, un juez federal, Anthony Kelly, en una audiencia pública, y después de 8 horas, ha dictaminado que el deportista quede en libertad y poder disputar el torneo. No obstante, la felicidad le tardó en llegar a Djokovic y su entorno, que estuvo retenido unas cuatro horas más hasta que pudo ir a entrenarse. Igualmente hay un último episodio en este sainete. El ministro de inmigración, Alex Hawke, podría extraditarle por decisión política personal en las próximas horas. Veremos que pasa. De momento la primera victoria ha sido del serbio, que incluso, su entorno ha calificado este hecho como “la victoria más importante de su carrera”.

Fin de los hechos objetivos. Ahora cada uno que opine lo que le dé la gana.

Mi percepción:

El Primer ministro Scott Morrison es tan mediocre y totalitario como la mayoría de los dirigentes mundiales. Sin pantalones, sin personalidad, sin ideas, tomando decisiones improvisadas y contradictorias una semana tras otra. Tienen tanto miedo de patinar en sus decisiones políticas con la pandemia, que lo que hacen es atemorizar a la población. Los políticos saben que cuanto más asustada esté la gente, menos riesgos corren ellos, más se justificará su gestión en caso de errar y más se podrá desviar la atención sobre otros problemas reales de la gente. Adicionalmente, este escándalo le sirve a Morrison para mandar un mensaje de firmeza a los australianos y otro a la comunidad internacional: “Nosotros cumplimos la Ley”.

Entiéndase bien, no estoy diciendo que no se cumpla la ley de Australia, o que deba haber una doble vara de medir en los casos de personas famosas o influyentes. No es eso. Se trata de que esta historia es un gran engaño. Una farsa. Obviamente Australia es la primera interesada en que Djokovic vaya a su torneo de tenis estrella, eso supone dinero y más repercusión. Por eso le dieron la excepción médica. Si la que quisiera visitar Melbourne hubiera sido María, mi amiga antivacunas, les aseguro que aún estaba esperando el visado especial. Primera hipocresía.

Cambios de normas

Clave. Djokovic viajó con la documentación en regla y una excusa médica por parte de esas autoridades sanitarias. Nos parezca justa o injusta la excepción, la tenía. Cosa distinta es que se hubiera presentado en el aeropuerto con el clásico “usted no sabe quién soy yo” para entrar al país como VIP por la puerta de atrás. No es el caso, le cambiaron las reglas del juego a la mitad de la partida. Todo improvisado. Inadmisible en un país serio. Se la cambiaron bien por cobardes, bien para usarle como chivo expiatorio para ejemplificar al resto de la ciudadanía australiana.

Obviamente las redes han sido un hervidero tanto a favor como en contra del serbio. Y en ese punto llega toco el aspecto ético. No está bien que a todo el que pida que se respete la libertad individual de decisión se le considere un insolidario, un negacionista o un delincuente. Djokovic es libre de hacer lo que quiera y asumir también sus consecuencias (como era no disputar el torneo). Pero no es justo que se vuelva un apestado social por parte de la corriente del pensamiento único, sobre todo porque no quebrantó ninguna ley de inmigración. Este cuento ya nos lo sabemos y es el inicio del fin del mundo tal y como lo conocemos para volvernos una parodia de lo que ya escribió Orwell hace décadas. Mundo de borregos.

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Sería bueno separar lo legal de lo moral, y no aceptar todo “porque lo dice la ley”, que es el principal argumento de ataque contra Djokovic antes del juicio. De no haber personas que se cuestionan las leyes, que las confrontan y desafían, aún seguiría existiendo la inquisición, la segregación racial en Estados Unidos, el nazismo en Alemania, o el Apartheid en Sudáfrica. Eso es lo que el tiempo y el ordenamiento jurídico van poniendo en su sitio. Y eso hablando de países democráticos. Si nos vamos a regímenes ‘pintorescos’ lo legal atenta contra los derechos básicos de gays, disidentes intelectuales, mujeres, católicos… No toda ley es justa ni todo lo legal es correcto.

Leyes de Primera y de segunda

Reducir una situación tan compleja como es la pandemia únicamente al ámbito legal es demasiado simplista. Hay zonas grises que son las que debemos explorar. De tener que cumplir ‘sólo’ las leyes, no habría millones de inmigrantes ilegales en Europa o Estados Unidos. O acaso sólo aceptamos las leyes que nos interesan. ¿Por qué hay que acatar las leyes de inmigración de Australia y no las de Polonia, Italia o España, que tienen oleadas de migrantes que acceden sin los papeles requeridos? Y entran por millones, y no pasa nada en la mayoría de los casos.

Otro aspecto no menos importante es que hay antecedentes en caliente para, cuanto menos, cuestionarse las leyes sanitarias actuales que nos imponen de manera improvisada. Nos han mentido con descaro demasiadas veces ya sobre lo que había o no que hacer respecto al Covid. Y esto no es opinión. Son hechos que pueden comprobar fácilmente mirando la hemeroteca.

  1. Nos engañaron con el correcto uso de las mascarillas y la favorabilidad de los diversos tipos de éstas en función de cada momento y lugar. Cero.
  2. Nos mintieron vilmente con el porcentaje de inmunidad que daba cada vacuna, cada empresa farmacéutica nos prometía una inmunidad entre el 80 y el 99% de eficacia. No ha sido así. Los vacunados se contagian.
  3. Nos mintieron en la eficacia de las pruebas para detectar el virus. Que si antígenos, que si PCR… A día de hoy la fiabilidad, especialmente con las de antígenos, está más bajo sospecha. Pero cobrar, las cobran bien caras.
  4. Nos engañaron en el porcentaje de vacunados con el que se lograría la inmunidad de rebaño, el 70%. En España están en el 90% y baten récords de contagios.
  5. Otra mentira: “los vacunados no van a la UCI y no se mueren”, dijeron nuestros políticos con voz grave y solemne. Afortunadamente son muchos menos que en la primera ola, lo que nos lleva a pensar que la vacuna sí funciona, pero no es infalible y sí mueren muchas personas vacunadas. ¿Qué le dicen estos políticos ahora a sus familias?
  6. Mentiras y más mentiras sobre quiénes son los que contagian y quienes no. Ya hemos comprobado que contagiamos todos, a pesar de estar vacunados.
  7. Nos siguen engañando con el número de pinchazos que debemos recibir para estar a salvo del virus… ya nos hablan de la necesidad de la cuarta dosis… ¿y hasta cuando?
  8. Nos mienten con los efectos secundarios de la vacuna, y no porque esté demostrado que los tenga (mucha fake news y algunas incertidumbres)… pero tampoco está demostrado que no los vaya a tener en el medio-largo plazo, básicamente porque no hemos llegado a ese medio-largo plazo. Y salvo que los que afirman con esa solemnidad aplastante que son 100% seguras vengan de Regreso al Futuro, es una aseveración tan arriesgada como mentirosa. Veremos.
  9. Y la última falacia: “el certificado Covid (eje de la polémica Djokovic) frena la expansión del virus”. Se hartaron de decirlo. De nuevo mentira, el virus está desbocado en medio mundo con contagios como nunca, afortunadamente leves en su inmensa mayoría. ¿A nadie medio responsable y medio pensante no se le ha ocurrido que precisamente el pasaporte Covid es contraproducente? Que hace que la gente se ‘relaje’ y contagie más que nunca.

En ver de contar mentira, casi acabo antes si digo que no nos han dicho ni una sola verdad. ¿Por qué debemos de creerles? Las leyes Covid cambian continuamente. Hace varios meses para viajar entre países era necesaria la prueba de antígenos o la PCR; luego sólo tenía validez a la PCR, ahora sólo el pasaporte… dentro de unos días se inventarán cualquier otra idiotez. curiosamente la mayoría, la masa, aplaudirá unas medidas y sus contrarias en nombre de la ‘legalidad’. La masa se adapta, también a la manipulación, sobre todo a la manipulación.

Cambio en el sistema

En mi opinión, el problema es reducir esta compleja situación únicamente a un asunto de salud pública. Es algo más, asistimos a un juego de tensiones entre el poder, la ciudadanía y el control social. Hasta hace no mucho no se discutía el sistema, la propia democracia, ni a los que la manejaban. Los políticos gobernaban con mayor o menor acierto, unos robaban más, otros menos, algunos nada porque hay gente honrada en todas las profesiones… pero de ahí no pasaba la cosa. Pero la presión a la que están sometidos los mandatarios actualmente por el ‘ojo’ del gran hermano que todo lo ve, que todo lo opina, que todo lo cuestiona, a todas horas, en las redes y la opinión pública que se genera, es insoportable. Y tienen que cambiar el sistema. Darle una vuelta de tuerca a las libertades civiles para que ellos puedan seguir en sus poltronas de poder más tranquilos, estar menos vigilados.

Como ciudadano de a pie me pregunto ¿Dónde se pone el límite al juego de la censura? ¿Y a la libertad social frente a la individual? ¿Hasta dónde debe aguantar la ciudadanía? ¿Y por qué sólo en temas de la pandemia? ¿Por qué solo en temas de salud? ¿Y si el día de mañana te puedan juzgar como ‘ciudadano de segunda’ por comer carne de vaca, contaminar más que el vecino, o sólo por pensar distinto al gobernante totalitario de turno? ¿La masa también justificará todo en base a las leyes que puedan ir modificando a su gusto? Muchas preguntas sin respuesta clara. Reflexionen sobre ello.

Macron marca un camino

Aparco un momento el tema legal en el caso Djokovic. Desde el sentido común básico, que cada vez demostramos menos, necesito que alguien me explique cómo una persona sana, que ha dado negativo en todos los test de Coronavirus, puede poner en riesgo a un país con el 80% de sus ciudadanos vacunados. Acepto explicaciones médicas, porque las políticas son evidentes. El presidente Macron lo dejó claro esta semana: “mi objetivo es hacer la vida imposible a las personas no vacunadas”, afirmó. Vacuna universal sí o sí al precio que sea. ¿Por qué? Ni idea, pero no es sólo para frenar el virus. Está claro que hay algo más detrás que algún día sabremos. La vacuna sí ha mejorado las estadísticas de fallecidos y hospitalizados en el mundo, es un hecho. ¿Es recomendable vacunar? pues cada uno haga lo que quiera. Yo personalmente sí me vacuné, pero si alguien no confía por una razón u otra, pues respeten su decisión. ¿Debe de forzosa complimiento la vacuna?, en mi opinión.

Desconfíen de los políticos, de los discursos oficiales, de los grandes titulares de las televisiones y obviamente de las farmacéuticas, que han ganado más dinero que nunca y no quieren soltar el negocio tan rápido. Crean lo que ven, la evidencia de los contagios en familia y en amigos cercanos. Infórmense por canales médicos muy especializados, miren y analicen estadísticas, las famosas curvas… Es cierto que correrán el riesgo de ser tildados de ‘negacionista’, aunque para mí, el verdadero negacionista es el que niega los 9 puntos anteriormente descritos con todas las mentiras que nos han intentado colar.

El poeta Antonio Machado decía que “ser bueno es ser valiente”. Djokovic lo ha demostrado. Independientemente de que tenga o no razón, tiene dos pelotas de tenis bien plantadas. Lo tiene todo en la vida, y podría adaptarse al redil para no poner en riesgo su fama, su reputación y dinero, pero no cree en eso. Ha elegido dar batalla y anteponer sus convicciones al discurso dominante. Eso, en estos días de ciudadanos aborregados, es de admirar.

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Marcial Muñoz es periodista y consultor en comunicaciones, además de director de www.confidencialcolombia.com