La democracia es fantástica y no deja de sorprenderme a pesar de que uno ha vivido ya unas cuantas elecciones. Hay cosas que raramente cambian sea el tipo de votación que sea, el momento en el que se celebren o en el país en que se produzcan: todos los partidos que se presentan siempre ganan, sin excepción, o realmente eso es lo que se creen y quieren transmitir a la opinión pública. Como no podía ser menos, en las elecciones de este 11 de marzo en Colombia todos ganaron o tienen motivos para estar felices.
El Congreso y el Senado, con un leve giro a la derecha, se mantiene más o menos en el mismo ‘status quo’, sin grandes batacazos. Analizando los resultados de los partidos de arriba, los de las grandes Ligas, como no, todos están contentísimos. El Centro Democrático porque mejoró en porcentajes, sumaron unos cientos de miles de votos de más que en las elecciones pasadas, ganó al Senado, empate técnico en votos con los liberales en Cámara y, por su puesto, catapultaron a su candidato, Iván Duque, a la presidencia. Se equivocaron (y lo seguirán haciendo) los que ven en Duque únicamente “el que diga Uribe”, que también… pero “el que diga Uribe” solo no saca 4 millones de votos en una consulta interna “porque lo diga Uribe”. Al menos nunca había pasado en la historia democrática del país. De hecho, Duque duplicó ayer en votos al que era el mejor candidato presidencial salido de unas ‘primarias de partido’, Enrique Peñalosa, con el Partido Verde, que se hizo con 2 millones de sufragios en 2014. Es decir, detrás de Duque está la maquinaria de un partido arraigado en la sociedad por la personalidad de su líder, pero también hay un político joven, alejado de escándalos de corrupción, y que habla especialmente claro de economía, sin duda, lo que más le preocupa a la gente de la calle, y ese mensaje ha llegado al electorado en un tiempo récord. La cierto es que el CD fue el partido más votado, y eso nadie lo puede discutir. Primer gran vencedor. Pero esperen que vienen más.
La otra consulta interna que se libraba ayer era por la izquierda y en ella quedó patente que el líder absoluto es Gustavo Petro. Cual ‘Jesucristo superstar del Siglo XXI’, el ex alcalde de Bogotá, lucha contra viento y marea, inhabilitaciones políticas, opinión pública, medios de comunicación, partidos de izquierda y derecha, divisiones internas, castrochavismo-madurismo, cual Quijote de la Mancha… y siempre está ahí. Sus resultados fueron extraordinarios en una consulta que no levantó tanto morbo como la de la derecha porque la altura de contrincantes era demasiado desigual. Eso o es que Petro es demasiado grande en este espectro sociológico, lo que hace que el resto sean unas sombras a su lado. El burgomaestre gana enteros para pasar a segunda vuelta el próximo 27 de mayo y además su partido cruzó el umbral de votos, al igual que el Polo, al que todos daban por muerto.
Liberales y conservadores siguen esa carrera de supervivencia de partidos históricos, alegóricamente son como esas grandes estrellas del deporte que lo han sido todo y están en sus horas bajas, pero siguen rindiendo bien a pesar de la edad. Los liberales son uno de los grandes vencedores porque su partido es el segundo más votado y los que más congresistas tendrán en los próximos cuatro años, lo que le llevó a De la Calle a crecerse al nivel de pedir al resto de candidatos (entendemos que Fajardo y Vargas Lleras) a que se unan a él en una gran coalición en contra de los extremos, es decir, defender los acuerdos de La Habana. Sus 10 minutos de gloria.
Los conservadores, como no podía ser menos, también ganaron, porque aunque perdieron en votos y curules, se saben la llave más grande y valiosa para llevar a la derecha de nuevo a La Casa Nariño. Marta Lucía sumó la escandalosa cifra de 1,5 millones de votos, que son muchos y sus resultados en ambas cámaras, aunque tendentes a la baja, han sido más que aceptables para lo que se veía que podía pasar.
En los cuarteles generales de Cambio Radical y los Verdes también están de fiesta. El (No) partido de Vargas Lleras prácticamente duplica su presencia en senadores y congresistas y eso, con lo que ha soportado CR en escándalos de corrupción, es un milagro casi a la altura de Lourdes o Fátima. Por su parte, los Verdes estaban en horas bajas por las dramáticas encuestas en popularidad de Fajardo, pero ahí otro milagro, también mejoran extraordinariamente en el Senado y el Congreso y cogen estatus de partido grande. El efecto Mockus le da aire al líder antioqueño y, de momento, al menos, no le baja de la lucha presidencial, cosa que de haberse producido un cataclismo ayer, seguramente hubiera sucedido.
Aunque ha pasado medio inadvertida, también ganó el presidente Santos (mudo las últimas horas) porque el Partido de la U retrocede pero sigue teniendo una presencia importante, y con la que ha llovido en los últimos meses en contra del Gobierno, y sin un líder medianamente conocido, ya tiene mérito. Por si fuera poco, desde el Gobierno y sus altavoces ya han salido a ponerse la medalla de que los catastrofistas que auguraban que las Farc se iban a tomar el país en las urnas comprando votos, se quedan sin argumentos tras el fiasco de campaña y resultados de las Farc (0,2% de los votos). ¡¡Pero ojo!! que estas elecciones han sido tan mágicas que incluso los ex guerrilleros también han ganado, porque a fin de cuentas, por los Acuerdos de Paz, tendrán diez curules en ambas cámaras con 80.000 votos, es decir, prácticamente se votaron a sí mismos y sus familias, nadie más, y ni falta que les hizo.
Por supuesto, y ya puestos a ganar, también ganó la democracia, con más participación: casi 18 millones de votantes al Senado, tres millones largos más que hace cuatro años. ¿Pero saben quien es que el más ganó ayer? el Registrador, Juan Carlos Galindo. A pesar de la falta de previsión y del mal reparto de los 30 millones de tarjetones en los centros de votación (han sobrado 21 millones y faltaron en cientos de puestos), haciendo el ridículo internacional y logrando la vergüenza nacional. Pues eso, a pesar de todo… a día de hoy aun sigue siendo el Registrador, un crack.