Las zonas grises que ya no existen

Confidencial Colombia. Opinión. Desde mi Rincón

En estos días, discutiendo con una amiga acerca de la pandemia y las mentiras diarias que nos cuentan, llegué a la conclusión de que realmente en toda controversia hay matices. La famosa ‘escala de grises’ que se viene perdiendo en el debate de la ciudadanía, mientras todo se polariza. Las cosas cada vez son más ‘blancas o negras’. Y pobre del que diga lo contrario, porque las hordas furibundas tanto de los partidarios ‘de lo negro como’ los ‘de lo blanco’ ya se encargarán de insultarte, o decirte lo tibio-idiota que eres, o simplemente lo poco que sabes sobre ese tema.

Y esto no es casual, como saben no existen las casualidades en política, donde la causalidad (no casualidad) antecede siempre al hecho. A los políticos les interesa tensar la cuerda en la sociedad. Por un lado, para mantener a su nicho fielmente alineado; y por otro, para distraer la atención de su gestión diaria: “que se peleen entre todos, mientras yo hago lo que me da la gana”. Mientras nos pegamos los pro-vacunas, negacionistas o escépticos… ellos a su cosa.

Cuestionamientos sociales

Se perdieron los matices en la discusión de la esfera pública, tanto que a mucha gente ya le da pereza o rabia hablar de muchos temas con amigos o familia. Por ejemplo, ¿Se puede estar en favor de la libertad económica y tener preocupación social por los desfavorecidos? Sí, se puede. ¿Se puede tener sensibilidad medioambiental y defender la energía nuclear? Claro que se puede. ¿Se puede ser taurino y amar a los animales?, claramente. ¿Se puede poner en discusión las políticas sanitarias de los gobiernos sin ser ‘negacionista’ y estar en contra de la vacuna?, claro, yes we can, que diría Obama, no solo se puede sino que se debe.

Y me detengo en este punto. Los gobiernos-farmacéuticas-medios de comunicación masivos… nos han mentido en estos dos años de pandemia. ¿Eso hace mala la vacuna? ¿Eso me hace ser negacionista? Yo creo que no. Los malos son ellos, los que mienten, manipulan y engañan por miedo, por mediocridad o para mantener sus privilegios. La EMA (Agencia Europea del Medicamento) ya no recomienda la tercera dosis masivamente, sino a la población con inmunodeficiencia… la CDC estadounidense aún no se ha pronunciado ¿A quién hacemos caso en nombre de la ciencia? Países imponen el pasaporte Covid para cruzar la frontera, otros no… Hay que cuestionarse continuamente el por qué, porque quizás no todas las discusiones son de Salud Pública.

Escala de grises

Estar de acuerdo con algo o alguien en su parte o en su todo no es darle un cheque en blanco a esa opción, ni dejar de criticar la parte de ese todo con la que se puede discrepar. No todo es negro ni todo es blanco. Ahí está la escala de grises. El mundo de matices que tenemos que recuperar para entender las posiciones que no son exactamente las nuestras. Arranca desde uno con el cuestionamiento de las cosas y la recuperación del espíritu crítico, con todo lo que nos rodea en general, pero especialmente con las personas con mayor responsabilidad social: nuestros dirigentes. Líderes políticos a los que debemos ponérselo muy difícil a la hora de volvernos ciudadanos dóciles. La política del rebaño manso, al tiempo que nos quieren peleados unos con otros por temas que ni siquiera nos consultan.

Ahora bien, en la era de la inmediatez, relativismo y la trinchera ideológica, quien toma ese camino debe prepararse para pelear a todas horas con todo el mundo. Porque para ser libre hay que empezar por pensar libre, y eso no te lo perdonará casi nadie. Especialmente en estos tiempos donde prima la mediocridad intelectual, donde el que destaca, el que se esfuerza y triunfa, en un bulto sospechoso de la masa envidiosa.

Disertaciones intelectuales

Muchos lectores y amigos no entendían mi posición en la última columna de opinión, (léala aquí). No entendían cómo podía defender a Djokovic en su batalla contra Australia (hoy ya perdida) por su polémica entrada al país. “Tú, un nadalista convencido, defiendes a Djokovic en contra de Nadal”, me decía un amigo. Y claro, por supuesto que sí. Como decía, empatizar con una causa o persona no lo extiende a un contrato inquebrantable y para todos los días. Hay matices. No es incompatible reconocer la valentía en el camino por la libertad que abandera el tenista serbio, con luego querer que Nadal (en mi caso) le gane siempre en la pista de tenis. Incluso puedo no estar de acuerdo con las críticas de Rafa Nadal al número 1 del mundo, y luego querer que el español le gane siempre. Un pasito más, también puedo criticar los medios empleados por Djokovic, su estilo, sus presuntas mentiras, su aire soberbio… y estar en favor con la esencia de su causa: su lucha por la libertad en la elección de salvaguardar su intimidad. Son cosas bien distintas.

De eso se trata, de saber separar las causas en su justa medida, de intentar pensar por uno mismo. De alejarse de la corriente gregaria y cuestionarse cada información que nos dan, con total seguridad sesgada o interesada de terceros. ¿En qué momento la élite intelectual de los países dejó de cuestionar al poder? El colectivismo es una de las grandes lacras intelectuales de la humanidad.

Subjetivismo y relativismo

La actualidad que nos rodea ha dejado de ser informativa. Ahora todo se opina, manejado por un modelo hiperpolitizado de corrientes ideológicas y medios de comunicación necesitados los unos de los otros para la confrontación, el morbo y las audiencias. La verdad de los hechos cada vez es más difícil de encontrarle el camino porque hay demasiados elementos disonantes: desde intereses partidistas hasta ‘Fake news’. La realidad de los hechos casi no importa a casi nadie. Importa imponerse al otro en la guerra dialéctica. Ganar la legitimidad moral de las ideas.

Nos invaden con infra-entretenimiento y propaganda, donde nuestra democracia la deciden las audiencias y los likes de influencers analfabetos en muchos casos. La libertad de opinión y de expresión es una gran farsa si no se garantiza previamente la información objetiva. Y eso es responsabilidad de todos. Empezando por nosotros. Exigir, exigir y exigir… y no tragar con todo, para ello hay que cuestionarse. Lo frustraste es que no todo el mundo tiene la capacidad de hacerlo.

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Marcial Muñoz es periodista y consultor en comunicaciones, además de director de www.confidencialcolombia.com