Cada año, el 8 de junio se conmemora el Día Mundial de los Océanos, pero en 2025 la fecha cobra una urgencia aún mayor. Bajo el lema “Maravilla: sosteniendo lo que nos sostiene”, la jornada busca generar conciencia sobre la crisis silenciosa que enfrentan los mares del mundo: una combinación letal de contaminación plástica, sobreexplotación de recursos y desregulación ambiental.
El océano no solo cubre más del 70 % del planeta, también es el pilar del equilibrio climático y de la vida misma. Produce más de la mitad del oxígeno que respiramos, regula las temperaturas globales, alberga una biodiversidad inmensa y proporciona alimentos y medicamentos a miles de millones de personas. Sin embargo, está gravemente amenazado por la actividad humana.
Según datos recientes, desde 1950 se han generado más de 9.200 millones de toneladas de plástico, y gran parte de estos residuos ha terminado en el mar. Cada día, el equivalente a 2.000 camiones de basura plásticos es vertido en cuerpos de agua, afectando gravemente la vida marina. El 90 % de los peces y aves marinas ya contienen microplásticos en sus organismos, una señal alarmante que también pone en riesgo la salud humana.
“La salud del océano es directamente proporcional a la salud del planeta. No se trata solo de salvar ballenas o corales: es nuestra propia supervivencia la que está en juego”, advierte la oceanógrafa Andrea Devis-Morales, docente de la Universidad del Rosario.
En este contexto, la Universidad del Rosario reafirma su compromiso con la conservación de los ecosistemas marinos. Desde la Escuela de Ciencias e Ingeniería se trabaja en investigaciones interdisciplinarias, tecnologías limpias y procesos educativos que buscan formar profesionales con conciencia ambiental. Además, se impulsan campañas ciudadanas para reducir el uso de plásticos de un solo uso y promover políticas públicas efectivas.
“El océano nos sostiene. Ha llegado el momento de devolverle el favor con acciones reales, colectivas y sostenidas. No podemos esperar más”, concluye Devis-Morales.
Este Día Mundial de los Océanos no es una celebración, sino una alerta. La decisión de actuar está en manos de todos.
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