Las ONG ecologistas no tienen una posición unánime respecto a los ataques de los activistas ecologistas contra obras del patrimonio artístico como los acometidos en los últimos días en pinacotecas de Londres (Reino Unido) o Berlín (Alemania) pero sitúan estas acciones en la necesidad de dar un paso más para exigir acciones realmente urgentes contra el cambio climático. Otras organizaciones, como Greenpeace, WWF o Seo/BirdLife, consultadas por Europa Press, han declinado emitir su valoración al respecto.
Desde Rebelión Científica y Extinction Rebellion España, su portavoz Belén Díaz Collantes ha explicado a Europa Press que la motivación de los jóvenes a estas acciones en los museos es la desesperación por la situación climática y la necesidad de llamar la atención. A su juicio, se está poniendo el foco en el acto en sí y no en el mensaje que los jóvenes activistas quieren transmitir.
En el caso de las dos jóvenes de Letzte Generation (Última generación en alemán) en Berlín, ha explicado que la diferencia con el vandalismo es que esta acción no busca hacer daño “deliberadamente” y por eso eligieron lanzar un puré de patata contra el cuadro de ‘Los almiares’ de Claude Monet, del que sabían que tenía un cristal protector.
Además, defiende que las activistas no huyeron sino que se quedaron a defender su acción dispuestas a asumir consecuencias legales.
Díaz Collantes fue una de las jóvenes científicas que el pasado 6 de abril lanzaron pintura hecha con remolacha contra el Congreso de los Diputados para “denunciar la inacción de los gobernantes frente al cambio climático”. Era una pintura biodegradable entonces y ahora en Berlín se trata de un puré contra un cristal. “Nos sentamos a asumir las consecuencias de forma explícita, no salimos corriendo”, expresó.
Así, ha expresado la solidaridad de Rebelión Científica y Extinction Rebellion con todas las personas que están llamando la atención sobre la situación tan grave de forma pacífica y que están sufriendo acciones legales personales. Además, recuerda que las organizaciones están “en coalición” con la entidad alemana Última Generación.
“No se debería poner el foco en la acción en sí sino que los verdaderos criminales son los gobiernos y las empresas que están poniendo en riesgo a las personas”, puntualizó.
La científica ambientóloga ha comparado las acciones con los cuadros con la realizada en abril en el Congreso, en la que considera que tuvieron un gran apoyo social a pesar de que fue una acción masiva, con decenas de científicos, algunos de ellos de renombre, al contrario que en esta reivindicación realizada por dos mujeres.
Experimentar con la desobediencia civil
“Estamos experimentando con la desobediencia civil que sabemos a nivel histórico ha funcionado en algunas épocas, como las sufragistas, que llegaron a destrozar hasta 13 obras de arte y a la vista está que las mujeres hemos conseguido derechos que si no habríamos conseguido, reflexiona la joven que cree que las organizaciones están analizando con estas acciones cómo funciona la opinión pública.
Además, espera que los medios de comunicación adopten un papel muy relevante para generar opinión pública.
Díez Collantes no descarta que los activistas sigan por esta línea si observan que tiene repercusión, aunque no puede precisar si se acometerán más acciones de rebeldía, ni dónde, ni cuándo.
“Estamos desesperados. Yo como científica y con la información de que dispongo estoy dispuesta a escalar mis acciones lo que haga falta porque estoy intentando que no se produzca un daño mayor. Puede que no se entienda pero conforme pase el tiempo espero que sí. Me agarro a las sufragistas a las que en su época las llamaban radicales y hoy les damos las gracias”, sostuvo.
Por su parte, el coordinador estatal de Ecologistas en Acción, Luis Rico ha manifestado a Europa Press su opinión personal, dado que la ONG no ha expresado su posición oficial al respecto. No obstante, “empatiza” con la juventud dada la situación de emergencia climática para que se hable de este problema.
Así, entiende que necesiten utilizar mecanismos dentro de la espectacularidad y ha recordado que en ninguno de los casos se ha producido daño a ninguna obra de arte. “La situación es tan compleja y la inacción tan grave que entiendo que acciones desesperadas como esta se produzcan porque es increíble que sigamos haciendo nada o mucho menos de lo debido ante un problema como el cambio climático que cada vez genera más sufrimiento”, indicó.
Sin embargo, Rico también admite que a las personas a las que estas acciones de rebeldía les puedan generar desafección. Admite que es difícil de analizar si la actuación es adecuada pero vaticina que cada vez va a haber más acciones y protestas contra la inacción climática para movilizar a la sociedad.
Recuerda que Ecologistas en Acción participó activamente en el lanzamiento de pintura a la puerta de los leones del Congreso de los Diputados y afirma que Ecologistas “siempre ha defendido la desobediencia civil”, aunque en este caso reconoce que el hecho de que el objeto de la acción sea un cuadro es algo “más controvertido”.
De todas formas, lamenta que la semana pasada Ecologistas en Acción realizó una acción en la sede de Enagás en Huelva, “una empresa causante del cambio climático” y no tuvo tanta repercusión mediática como las acometidas ante cuadros famosos.
Por último, desde Amigos de la Tierra, la responsable del área de Justicia Climática, Cristina Alonso, discrepa de la “criminalización que están sufriendo las activistas, porque son pacíficas y no destruyen el arte” sino que están utilizándolo para llamar la atención de Gobiernos y empresas y porque a pesar de las manifestaciones y el malestar de los jóvenes, los responsables miran a otro lado.
Defiende así que estas actuaciones son “protestas pacíficas con el arte” y califica de “irresponsabilidad” el papel de los medios de comunicación que están poniendo la atención en el hecho en sí, criminalizándolas con un “debate falso”.
“Las apoyamos porque necesitamos desobediencia civil y pacífica dado que los gobiernos y las empresas que tienen la responsabilidad solo ponen en marcha políticas de greenwashing (lavado verde) y no de verdadera transición justa”, ha defendido.
A su juicio, los ciudadanos consideran estos hechos como justos y necesarios y por ello, ha apelado a la “responsabilidad” de los medios de comunicación” para que no criminalicen a los activistas.