El PRI define una inversión responsable como una estrategia y práctica para incorporar factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) en las decisiones de inversión y el ejercicio activo de la propiedad. Existen muchos términos (tales como inversión sostenible, inversión ética e inversión de impacto) asociados con el sinfín de enfoques de inversión que tienen en cuenta los
diversos asuntos ASG. La mayoría de los términos carecen de definiciones formales y a menudo se usan indistintamente.
Una clave para comprender que la inversión responsable es algo más amplio que estos conceptos, es que en los casos en los que muchos establecen metas morales o éticas como propósito primario, los inversores cuya única prioridad es el desempeño financiero también pueden y deben practicar la inversión responsable, al igual que aquellos que buscan construir un puente entre las oportunidades y riesgos financieros, y los resultados tangibles.
Los asuntos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG) pueden afectar el rendimiento de los portafolios de inversión que se quiera hacer (en diferente medida entre distintas empresas, sectores, regiones, clases de activos y a lo largo del tiempo).
Estos son los principios que deben alinear de mejor manera los inversores con objetivos más amplios en una inversión responsable:
- Incorporar asuntos ASG en los análisis de inversión y en los procesos de toma de decisiones.
- Ser propietarios activos e incorporando asuntos ASG en las prácticas y políticas de propiedad.
- Hacer una divulgación adecuada de los asuntos ASG por parte de las entidades en las que se invierten.
- Promover la aceptación e implementación de los principios en el sector de las inversiones.
- Trabajar de manera colaborativa para incrementar la efectividad en la aplicación de los principios.
- Presentará informes sobre las actividades y progreso con respecto a la aplicación de los principios.