La economía de Colombia se expandió un 3,3% durante 2019, levemente superior a lo esperado por el mercado, impulsada principalmente por el sector financiero y el comercio en una muestra de la fortaleza del consumo doméstico, informó el viernes el Departamento Nacional de Estadísticas (DANE).
Se trató del mejor desempeño en los últimos cinco años, lo que a su vez la situó como una de las economías que más creció en América Latina el año pasado, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). El repunte de 2019 fue superior al 2,5% que alcanzó el país sudamericano en 2018.
Al respecto, consultamos a Mauricio Hernández, economista de BBVA Research, que resalta los principales aspectos que contribuyeron al crecimiento económico superior al 3%:
El consumo privado y la inversión fija crecieron 4,6% anual en 2019, recuperándose ambos respecto al registro de 2018 (desde 3,0% y 1,5%, respectivamente). El consumo durante todo el año tuvo crecimientos superiores al 4%. Además, en todos los tipos de consumo, excepto en bienes durables, por la inexistencia en 2019 del salón del automóvil de Bogotá, se dio una aceleración respecto a 2018. Existieron algunos factores estructurales que se asociaron con esta dinámica. Entre ellos están el ligero aumento de la formalidad en el país, acompañado de un incremento en los ingresos de los asalariados, la mejor confianza de los consumidores sobre la evolución de los hogares y el consumo en las fronteras sur y occidental de los inmigrantes pendulares. Pero, también existieron otros elementos que no necesariamente se van a repetir en 2020 o que, si lo hacen, deberían darse con menor intensidad. Estos factores son: el nuevo y mayor consumo de los inmigrantes, el incremento de las remesas y el aumento del crédito de consumo por encima del promedio reciente.
Por otra parte, la inversión en maquinaria y equipo durante 2019 volvió a tener un dinamismo destacado. Se debió a dos factores, especialmente. Al incentivo tributario que implicó el descuento del IVA sobre todos los gastos en activos fijos productivos. Y, por el incremento del uso de la capacidad instalada en las industrias nacionales que los llevó a tomar decisiones de inversión. A este buen comportamiento también se unió el momentum de las obras civiles, las cuales fueron impulsadas por las concesiones de infraestructura y el gasto regional y local, en parte financiado con regalías y acelerado por el gasto cíclico mayor que se presenta en los últimos años de mandato de los gobernantes locales.
No obstante, la inversión tuvo una heterogeneidad en su comportamiento que fue determinada por el sector de las edificaciones. Tanto la inversión en vivienda como en otros destinos residenciales cayeron en 2019. La inversión en vivienda cayó 7,2% anual y la producción de edificaciones no residenciales cayó cerca de 10%.
En total, la demanda interna creció 4,5% en 2019, por encima del 3,3% que creció el PIB. De esta forma, se aceleraron las importaciones hasta 9,2% anual, resultando en la mayor tasa de variación desde 2012.
El crecimiento económico estuvo explicado en su mayor parte por los sectores de servicios
Los sectores que más aportaron al crecimiento del PIB fueron comercio, transporte, alojamiento y servicios de comida, administración pública y actividades financieras. Dentro del sector de servicios, solo la actividad de información y comunicaciones presentó una desaceleración importante, mientras que la construcción tuvo un comportamiento heterogéneo entre obras civiles y edificaciones.
Los otros sectores que se desaceleraron fueron agricultura e industria, precisamente dos de los sectores más asociados con el comercio exterior y más relacionados con la producción de bienes que con la prestación de servicios. En el caso de la agricultura, no fue suficiente el buen dinamismo del sector cafetero para compensar la caída de las cosechas de los otros tipos de cultivos.
Finalmente, dentro de los sectores transables, el único sector que se aceleró fue la actividad minera, gracias a los mejores resultados en petróleo y oro. Gracias a este resultado, la suma de los sectores transables (agro, industria y minería) logró acelerarse desde un crecimiento de 1,1% en 2018 hasta una variación de 1,8% en 2019.
La estructura de la economía cambió a favor de los sectores no transables en los últimos años. En efecto, mientras que en el año 2005 los sectores transables explicaron el 30% del PIB, hoy ese porcentaje es de 25%.
Las revisiones al PIB fueron importantes, otra vez
El crecimiento de 2018 fue reducido de 2,6% a 2,5% por una revisión considerable del consumo privado (desde 3,6% a 3,0%) y de las exportaciones (desde 3,9% a 0,9%) a la baja. La revisión de las exportaciones se debe, en parte, a una reducción del crecimiento de la minería.
Durante el año 2019 también fueron revisados al alza dos de los trimestres. El segundo trimestre pasó de 3,0% a 3,3% y el tercer trimestre lo aumentaron de 3,3% a 3,5%.
En 2020: un poco menos de consumo y se mantiene un fuerte dinamismo de la inversión
La inversión en 2020 seguirá creciendo por encima de 4%, pero con una diferente conformación. Habrá una mayor dinámica del sector de edificaciones, mientras que la inversión en obras civiles y en maquinaria y equipo reducirá su variación. Las edificaciones estarán apalancadas por la vivienda de interés social. Las obras civiles, aunque se mantendrán muy dinámicas, no podrán repetir su tasa de 2019 (que se ubicó en 10,7%) porque el inicio de los gobiernos locales se caracteriza por un menor gasto. Y la inversión en maquinaria y equipo se estabilizará en tasas superiores a las del PIB, pero inferiores a las de 2019, por la dinámica moderada que tuvo la industria manufacturera y la dilación progresiva del efecto positivo del incentivo tributario.