Mucha ansiedad esta causando la próxima reforma tributaria. Con un déficit fiscal de 90 billones es inevitable un ajuste, aun desmontando el FOME queda un hueco de $62 billones. Ya las calificadoras dieron julio como fecha limite, se perdería el grado de inversión. El hermetismo sobre su contenido añade incertidumbre, la comisión de funcionarios expertos es lo que diga el gobierno. Esa pantomima esta muy trillada. Si la meta es recaudar 20 billones, la clave es hacerla de la manera menos dañina. Si la solución nuevamente es gravar la canasta familiar y apretar asalariados puede haber problemas. Antes de hacer un daño irreparable, un buen inicio seria derogar algunas deducciones creadas por la recientes tributarias.
Esta es una historia fiscal de dos actos, empieza en el 2018. Esa reforma tributaria buscaba recalibrar impuestos poniéndole IVA a la canasta familiar para bajar otros. Sin ningún tipo de Plan B, al hundirse la propuesta de canasta familiar, la reforma quedo en remojo. Explicar en Nariño el IVA a la leche, en Antioquia al café, y en Sucre a la Yuca, no tuvo ambiente. Con excepción de la renovación del impuesto al patrimonio, no se incrementaron recursos. Ya a la deriva, se aprobaron las nuevas deducciones del gobierno mas las del congreso. La corte constitucional al evaluar el caos, tumbó la reforma tributaria.
En nombre de la estabilidad jurídica, el gobierno presento nuevamente en el 2019 la hundida reforma tributaria, en el tramite se aprobaron 55 nuevos artículos. Aquí se incluye desde la excepción del IVA para la cirugía plástica hasta los reaseguros. Ambas reformas extendieron beneficios sin fuente para pagarlos, unos lujos que a luz de hoy no son sabios. Nadie le puede reclamar al gobierno la crisis fiscal del Covid, la queja razonable es no tener un colchón para enfrentar una crisis. En Colombia cada cuatro anos pasa algo, no estar preparado es un error.
Aun con el gobierno tomando mas control del Congreso, la inconveniencia del IVA a la canasta familiar desde la perspectiva social y coyuntural es inmensa. Según el DANE, el 29.5% de los colombianos no están comiendo tres veces al día. De ahí que la idea de devolver algo de efectivo, aunque útil, puede no ser suficiente. Entendiendo la insistencia de Min Hacienda, seria bueno tener un plan B, para que no pase lo del 2018. Con lo odioso que es sugerir nuevas fuentes, el gobierno debería tener alternativas y escuchar, la plata hay que conseguirla. Solucionando estos $20 billones quedan otros $42 billones pendientes.
Derogar unos beneficios recientes puede ser mas fácil que gravar la canasta familiar. Acabar el descuento de ICA + GMF genera $5.5 billones, el descuento de IVA a bienes de capital $ 6 billones, aplazar los 3 puntos de renta $2 billones, poner IVA a los bienes exentos, pero no de canasta familiar, entre $4-5 billones. Ya sumando todo en $18.5 billones exigir $1.5 billones de aplazamiento de gasto redondea los 20 billones. Si se mantienen actuales precios de petróleo seria 4-5 billones mas no previstos. Con mas voluntad de austeridad, se podría sostener la excepción de IVA a bienes de capital para tecnología y otros. Estos son solo ideas, por si pasa, lo que ya pasó. En la Hoya del rio Suarez, sigue siendo difícil explicar que la panela seria 19% mas cara.