Sacar la plata del país para guardarla secretamente en paraísos fiscales tiene un múltiple mal efecto para la economía nacional. Pero que la saquen los que se supone que deben ser prohombres, modelos de personas a seguir, como los expresidentes, es una traición.
El motivo por el cual las corporaciones y grandes empresas operan desde países con bajas tasas impositivas (las llamadas sociedades offshore, desde Holanda por ejemplo) es principalmente para bajar impuestos en el país de origen de sus rentas. De esta forma, una empresa propietaria de una subsidiaria en Colombia, con el pago de regalías a su matriz baja la utilidad localmente y por ende, baja los impuestos a nuestro país llevándose por esta vía parte de esa utilidad en la forma de regalías a un territorio donde no paga impuestos o muy pocos. Es legal pero injusto.
Para controlar su manipulación la administración de impuestos tiene el régimen de precios de transferencia, con el cual las empresas con vinculados en el exterior (sobre todo en paraísos fiscales) o zonas francas (otras empresas o personas) deben demostrar que no están transfiriendo utilidades más allá de lo que harían con empresas o personas independiente siguiendo lo que se llama el principio de plena competencia. También existe el impuesto a las remesas que gravan a los envíos de dinero por conceptos como las regalías (y otros similares) y así reducir la injusticia que esto representa. Estas normas siempre se encuentran en la mira de quienes argumentan que baja la atractividad del país a la inversión extranjera. En forma similar los demás países se defienden del flujo de capitales que no quieren pagar impuestos donde se generan.
Pero la característica importante de los paraísos fiscales es su opacidad. Son países que no cooperan en asuntos fiscales con el resto de la comunidad internacional. Por ello son usados para esconder dinero. En principio, para esconder dinero y no pagar impuestos en los países de origen (delito de evasión fiscal solo desde 2018 en el marco penal tributario, aún con redacción deficiente y bajos efectos). Sin embargo, esconder dinero puede no solo tener el propósito de evadir impuestos. Puede ser muchísimo más grave.
Los dineros de colombianos en el exterior deben ser declarados en Colombia (siguiendo la legislación vigente). Según la Dian, aún hay 4.6 billones de pesos en activos no declarados de nacionales. Cuando se destapan las investigaciones periodísticas como Panama papers y Pandora papers, se refieren a dineros escondidos de gente adinerada del mundo incluyendo algunos colombianos. Y claro, llama la atención que no solo empresarios y ricos conocidos tengan su plata afuera del país, escondida, sino también las “personalidades” de la política. Eso es lo que está pasando con la última lista que incluye a Andrés Pastrana y César Gaviria, expresidentes de la República, cuyo decoro debía pasar toda prueba si estuviéramos en un país decoroso. Pero también los hay de todo el vecindario latinoamericano y del mundo, ya que tampoco hacemos parte de una humanidad tan decorosa.
Esconder dinero en el exterior tiene consecuencias y causas probables que es conveniente revisar.
La primera consecuencia es que el país no recibe los impuestos que debiera, y a través de ellos se reduce la capacidad del Estado de procurar bienestar y desarrollo para sus nacionales. La segunda consecuencia es particular a los llamados ricos; si ellos, empresarios exitosos, o incluso herederos, se llevan la plata del país y no la reinvierten, se pierde la oportunidad de generar bienestar y desarrollo localmente. La tasa de reinversión en Colombia es tan solo alrededor del 30%, mínima si se compara con Corea del Sur que es del 100% (Palma), de sus ricos que le apuestan a nuevos negocios, en tecnología y otras industrias, lo cual explica en buena parte la enorme diferencia en los resultados después de 60 años, época en que participamos con el Batallón Colombia y en que su ingreso per cápita era 1.6 veces menos que el de los colombianos; ¡ahora es de 5.9 veces mayor! Los malos ricos que tenemos no cumplen con su importante función en la economía al esconder dineros por fuera del país. La tercera consecuencia es el mal mensaje; si los nacionales ricos sacan sus dineros es porque la propia percepción del riesgo país es bajísima, y por lo cual los extranjeros también deberían calificarla así, subiendo las primas de riesgo-país afectando proyectos de inversión extranjera y subiendo las tasas de interés que nos aplican.
Si por el lado de las consecuencias es de sobra preocupante ¿qué decir de las causas?: (de la menos mala a la más mala) desde dinero lícito que se vuelve ilícito para evadir impuestos hasta ocultamiento y/o lavado de dineros provenientes de corrupción o de narcotráfico. Esto aclara significativamente por qué, y de oficio, inmediatamente deben ser investigados todos los colombianos con dineros escondidos en el exterior. Sean quienes sean. No solamente por los impuestos evadidos y dejados de pagar; casi que es lo de menos. Debemos saber cuál es el origen de sus dineros escondidos y así tener una herramienta fuerte para combatir corrupción, narcotráfico y lavado de dinero.
Sobra decir que los primeros que deben responder son las figuras públicas, que ocuparon altas dignidades como los dos expresidentes y que pretenden seguir manejando los hilos de la política nacional. De entrada ya es muy reprochable el hecho de tener dineros escondidos, así no fuera ilegal, pero deben explicar de dónde se originaron como cualquier colombiano y en el supuesto que puedan demostrar su origen lícito, de comprobarse un delito de evasión sería una verdadera múltiple traición a la patria no solo por no pagar impuestos, por servir de mal ejemplo, y el peor, andar pretendiendo ser los guías espirituales (y éticos) de la política en el país.
@refonsecaz – Ingeniero, Consultor en Competitividad.