La planificación de la economía doméstica es un proceso no solo fundamental sino además necesario si en realidad se quiere garantizar la estabilidad financiera en el hogar y de esta manera evitar posibles crisis, evitando situaciones de endeudamiento innecesario.
Para esto lo primero que hay que hacer es un presupuesto detallado que refleje todas las fuentes de ingresos y los distintos tipos de gastos que se afrontan mes a mes como arriendo, pago de cuota de casa o/o vehículos, los servicios básicos, los seguros, alimentación, transporte, y algunas compras de tipo personal. Dentro de estos últimos, es importante diferenciar entre los imprescindibles y los prescindibles, y dentro de estos últimos, reconocer cuáles contribuyen al bienestar y calidad de vida, y cuáles pueden considerarse superfluos y, por tanto, susceptibles de ser recortados.
En cada hogar, se debe además destinar determinado monto para imprevistos, pues no se sabe en qué momento puede suceder un accidente o algún elemento vital en nuestro hogar puede dañarse.
En definitiva, una economía doméstica bien planificada favorece una vida más tranquila, previsible y segura para todos los miembros de la familia.
Las nuevas tecnologías se han introducido en la vida del hombre al punto en que hoy por hoy resulta muy difícil, no contar con un plan de suministro de internet en el hogar, lo mismo que en los teléfonos celulares.
Por lo anterior, resulta necesario saber o definir quiénes son las personas que requieren de un celular en plan postpago y quienes pueden tener un teléfono móvil con un plan prepago, que se le puede hacer una recarga de manera ocasional o periódica.
En este caso son las personas mayores de edad, especialmente los padres de familia quienes requieren una comunicación constante, quienes necesitan de un móvil en un planes pospago económicoS y los hijos, mientras crecen, pueden conformarse con uno en plan prepago.
Para lo anterior es necesario saber o tener en cuenta el nivel de llamadas; navegación en internet y/o ¿Cuánto tiempo pasa cada quien en redes sociales? Y si se utiliza Whatsapp
Es ahí cuando se sabe qué plan proporciona la comunicación que se requiere y que se ajuste al presupuesto.
También es necesario adquirir equipos no necesariamente costosos que eviten mayores gastos, especialmente si se los va a pagar a cuotas.
Lo mismo ocurre en el caso de computadores, tabletas y/o televisores que cuenta con gran tecnología. La adquisición de estos equipos debe estar ajustados al nivel de ingresos y gastos de los hogares.
Este tipo de planes tanto en celulares como en internet deben ajustarse al nivel de ingreso de las familias, para de esta manera no cometer excesos en el gasto y así de esta forma evitar crisis financieras que nos lleve a tener que recortar temas que sí son necesarios.
Es claro entonces que estos gastos en comunicación con las nuevas tecnologías deben ingresar en el presupuesto mensual de los hogares. Esto va a permitir tener una visión global de la situación financiera y tomar decisiones informadas. Una vez definido este presupuesto, el siguiente paso es pensar en el ahorro. Una fórmula cada vez más popular entre los expertos es la del 50/30/20: destinar el 50% del ingreso a gastos fijos, un 30% a gastos prescindibles y reservar el 20% para el ahorro.
El ahorro, más allá de ser un hábito saludable, es esencial para construir un fondo de emergencia, planificar metas futuras o hacer frente a imprevistos sin recurrir al crédito. Sin embargo, ahorrar no es posible si el nivel de endeudamiento sobrepasa ciertos límites. En este sentido, los especialistas en finanzas personales coinciden en que el endeudamiento no debería superar el 35% de los ingresos netos mensuales. Superar esta cifra puede comprometer seriamente la estabilidad económica de una familia.
Este porcentaje incluye todos los compromisos financieros adquiridos: desde hipotecas y préstamos personales, hasta pagos a plazos de vehículos o saldos de tarjetas de crédito. Controlar el nivel de endeudamiento es tan importante como fomentar el ahorro, ya que ambos aspectos van de la mano en la construcción de una economía doméstica sólida y sostenible en el tiempo. La clave está en la planificación y la disciplina, dos pilares que permiten a las familias vivir con mayor tranquilidad y seguridad financiera.

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