“Magnolia es tu sosiego, te dio mucha paz y mucha tranquilidad en momentos de caos y agobio, donde muchas cosas que tenías en tu cabeza te limitaban. Con Magnolia piensas en otra cosa, es otro estrés, es tú estrés, es un estrés que le regala vida a tu corazón y amor a tu alma…” María Victoria Rodriguez, tu amiga de la vida
Soy la tercera de cuatro hermanas. Hija de papá arquitecto y mamá crítica de arte. En mi casa se respiraba sensibilidad artística las 24 horas. Desde el arte colgado en nuestras paredes, y los objetos funcionales o no, hasta si los huevos eran a la Romana, con la música siempre como telón de fondo.
Mis primeros pasos los di de la mano de mis colores Prismacolor, las hojas en blanco que mi mamá me regalaba de la resma para su máquina de escribir Olivetti, mi tajalápiz y un borrador. Ahí, sentada, podía pasar el día entero. Lo que más me gustaba dibujar eran las casas por dentro, con un corte de una vista desde el frente. En el primer piso: sala, comedor, cocina, jardín y escaleras. En el segundo: cuartos, baño y estudio. Más que arquitectónicos, eran dibujos hacia el detalle de cada elemento y su diseño, donde nada se quedaba por fuera: floreros, almohadas, camas, cortinas, perro, lámpara, mantel, árbol. ¡Un mundo fascinante que emergía de la punta de todos mis colores!
Desde que recuerdo me ocupe de temas como el medio ambiente, los animales y en general, del planeta. Mi revista favorita era la National Geographic. Las reuniones donde mis tíos paternos que las coleccionaban, eran para mí el mejor plan. Reunía unas 10 o 15 revistas en la escalera y me quedaba extasiada con esas increíbles fotografías de animales y paisajes.
Teniendo claro que el dibujo era lo que más disfrutaba, decidí estudiar diseño gráfico en la Jorge Tadeo Lozano. Además de irme muy bien, fui feliz y disfruté cada trasnochada en la que muchas veces, seguía derecho. Quería ver, después de que la pintura se secaba, el resultado final del trabajo que ‘me quitaba el sueño’.
Me gradúe y a los dos meses, tuve mi primer empleo como diseñadora gráfica. Luego de tres años, la compañía cerró. Pasé a otro trabajo en la zona industrial, en unas bodegas. Fue una época dura y un trabajo no muy grato y al que me tocó renunciar pues mi mamá llevaba un tiempo largo muy enferma de cáncer. A los 57 años murió y decidí trabajar independiente, haciendo trabajos free lance. No era fácil, pero lográbamos estirar la plata y vivir de lo que ganábamos, mi hermana menor y yo.
Luego de unos años, me empleé de nuevo y durante ocho años trabajé en Hunter Douglas, una escuela maravillosa, repleta de grandes aprendizajes.
Luego, ya casada, seguí independiente, ejerciendo el diseño en muchas de sus formas: vitrinismo, libros digitales, diagramación, ilustración, imagen corporativa, diseño de cojines. En ese recorrido de casi dieciséis años, fui filtrando sensaciones y concluyendo cosas. Tenía claro que ya no quería sentarme horas y horas en frente de un computador a diseñar para otros. Lo que quería sacar era un producto hecho por mí, un producto que reflejara todo lo que soy y que las personas decidieran si comprarlo o no.
Hace siete años me bauticé en Instagram, gracias a una sobrina chiquita que me convenció, en el intermedio del show de Mama Mía. Yo estaba tan feliz tarareando todas las canciones, que me dejé llevar y ni me di cuenta cuando ya “Titi” me había creado una cuenta.
Pasaron los días y poco a poco me fui adentrando en el mundo de Instagram, descubriendo sus maravillas. Pero me quedó claro que la utilizaría como una herramienta de búsqueda de todos los temas que me apasionaban y no para tener mil amigos que no conocía.
Sería para mí, como disfrutar una nueva colección de la National Geographic, con un número infinito de temas: diseño de papelería, letras, perros, fauna, cocina, cestería, océanos, plantas, arquitectura, moda, interiorismo, en fin.
Un día, buscando ideas para otro sueño en el campo, me encontré con una cuenta espectacular de una pareja que vivía sin una gota de plástico, en una casa muy pequeña, sin carro, con una calidad de vida envidiable y además con dos perros. ¡Su estilo de vida me pareció perfecto! Con los años se volvió una de mis cuentas favoritas y un día, hace cuatro años, ella hizo una historia de un producto que me dejaría con la boca abierta: ¡los bee wraps!
¡Fue amor a primera vista! Ese era el producto de mis sueños, el producto que reuniría mucho de lo que soy.
Cuanto antes comencé a buscar todas las imágenes posibles y la información necesaria para comenzar a desmenuzar todos los pasos necesarios para su producción, a intuir unos, y otros a descifrarlos a punta de ensayo y error. Así nació Magnolia Envolturas.
Magnolia son telas enceradas reutilizables para cubrir, envolver, almacenar y /o transportar alimentos. Reemplazan el papel film, las bolsas resellables, las bolsas plásticas o de papel y en muchas ocasiones (excepto cuando va en el horno), al papel aluminio.
Están hechas de telas de algodón, cera de abejas y aceite de Jojoba. Pueden lavarse y reutilizarse hasta por 1 año aproximadamente, dependiendo del uso y del cuidado que se les dé. El mantenimiento es lavarlas sobre una superficie plana, con jabón y esponja suave. Sin retorcer, ni restregar. Se secan en la cuerda de la ropa o se ponen en el escurridor de platos y estarán listas para reutilizar.
La forma de utilizarlas es calentando el producto con las manos y presionando la tela sobre la superficie que se quiere cubrir o envolver. La cera al calentarse se irá adhiriendo al alimento o al elemento que se quiera cubrir. Es una maravillosa alternativa para bajar el consumo de plástico de un solo uso en nuestras cocinas, ayudando así a nuestro planeta.
Por otro lado, en tiempos en los que conseguir los alimentos ya no es tan fácil y queremos conservarlos mejor, las envolturas Magnolia son eficaces para prolongar la vida de estos. La mezcla de la cera y el aceite de Jojoba que tienen propiedades antibacteriales, junto con las telas de algodón, logran este resultado. Dejan respirar el alimento y lo protegen al mismo tiempo. Son, como dice una de las empresas más grandes de Bee Wraps, el reemplazo natural de la “cáscara” del alimento.
Las envolturas vienen en 4 presentaciones: el paquete S, el paquete M, el paquete L y el paquete Mix. Las bolsas vienen en 3 presentaciones: Granel, Onces y Baguette.
¡Ha sido increíble la receptividad de la marca! Es un producto completo, en cuanto a beneficios, innovación, sustentabilidad, calidad, estética y precios. La gente diariamente nos hace comentarios muy positivos en la cuenta de Instagram, que es nuestra plataforma de ventas. Nos mandan sus lindas experiencias con fotos que subimos a diario.
¡En este recorrido donde llevamos 2 años al aire, Magnolia ya tiene una familia de 22,400 seguidores con los que estamos siempre agradecidos, por el enorme apoyo y cariño mostrados hacia nuestra marca!
Unos les dicen “papelitos”, otros “trapitos”, y poco a poco la gente va conociendo el producto y van descubriendo usos que nosotros mismos no le habíamos dado.
Magnolia es una recopilación de mi vida. Es mis primeros dibujos, los detalles que me cautivaban: la casita de madera de la tesis de grado de mi papá, las obras de arte que colgaban en las paredes de mi casa, los mapas que dibujaba en papel mantequilla, los libros de arte que podía ojear en la biblioteca de mi mamá, los dibujos de trazos rápidos y seguros en la pluma de mi papá, los trabajos de la universidad hechos con rapidógrafo, las clases de dibujo en caballete, de serigrafía, de fotografía, los múltiples trabajos de diseño, la experiencia. Cada corte, cada doblez, cada etiqueta, cada diseño de tela, cada publicación en las redes, tiene todo ese aprendizaje. Es la imagen de lo que el diseño ha sido en mi vida, y verla día a día impresa en forma de Magnolia.
Los invito a conocer Magnolia, la revolución en la forma de envolver y conservar los alimentos:
Magnolia Envolturas
Fundadora: Juanita González
Instagram: @magnoliaenvolturas
www.magnoliaenvolturas.com
Pedidos a nivel nacional: WA 320 6130871