Oscuro panorama

En el último mes se evidenció que la pandemia agravó los problemas sociales del país, llamarlo un estallido social es romantizar el hambre, la pobreza, la falta de oportunidades y el desespero que viven al menos 21 millones de colombianos que están en pobreza, de los cuales mas de la mitad no pueden comer 3 veces al día según el DANE.

También tuvimos la pérdida del grado de inversión ya descontada por los mercados, que habían puesto a la deuda colombiana en la odiosa calificación de bonos basura. Lo que quiere decir esta calificación, es que Standard & Poor no ve seguro que Colombia tenga la posibilidad de pagar su deuda porque sus fuentes de ingreso están comprometidas y los gastos aumentaron y es necesario que se mantengan altos por un tiempo indeterminado.

Las dudas de la firma calificadora tienen sustento, los números no son claros y sin una reforma fiscal que permita aumentar los ingresos de una manera sostenida, simplemente no se puede mantener una calificación porque “hemos sido buena paga”.

Además de este impase, hemos tenido un mes entero de protestas, vandalismo, bloqueos y destrucción. Un mes que ha probado la habilidad y el carisma de nuestro presidente y ha mostrado que tiene muy poco de las dos cosas, dejando el país al garete y viendo, asustado, como la realidad le pasa por encima. Hasta tuvo tiempo de hacer una vergonzosa auto entrevista para echarle la culpa de todo lo que está pasando a alguien más. Ahí se ve el talante.

Con tensión y destrucción en las calles, con bloqueos en las principales ciudades, con heridos y muertos casi todos los días en las manifestaciones, sin canales de diálogo efectivos que nos permitan entender la situación de muchos de los que están en las calles y lo que es peor, sin un ápice de liderazgo en la casa de Nariño. La situación no puede ser peor.

Justificar el vandalismo como medio de presión para un gobierno ciego y sordo no es la solución, es volverse parte del problema y empeorarlo. Por otra parte, que los civiles se armen para “defenderse” solo muestra la ausencia de control de la situación por parte del Estado. Y finalmente están los bloqueos, que son ilegales y desabastecen las ciudades, encarecen las materias primas y retienen los insumos para la salud, todo en medio de la peor crisis sanitaria que hemos vivido.

Si queremos hablar de soluciones, restaurar el orden público solo se va a alcanzar a través del diálogo y el consenso que son inexistentes en la actual situación. Esto incluye dar entrenamiento especial a la fuerza pública para que preserven los derechos humanos y no vean a los protestantes como enemigos. Se han documentado múltiples abusos policiales contra personas en estado de indefensión.

También, el gobierno y el comité del paro deben llegar a acuerdos pronto, lo cual no es seguro que arregle la situación porque no es claro si dicho comité representa a quienes están legítimamente en las calles.

Una vez solucionemos esto, se debe ayudar a las empresas debilitadas y aumentar los programas sociales especialmente los relacionados con educación. Esto requiere de mayores ingresos del Estado, por suerte hay propuestas del sector privado para asumir la mayoría de esos ingresos. El grado de inversión se demorará en volver hasta que las finanzas públicas estén saneadas más o menos en una década.

Finalmente, se deben tener programas reales de productividad e inclusión en las regiones, hablar abiertamente de un régimen laboral que muestre las diferencias en poder adquisitivo y permita aumentar el empleo y formalizar a muchos trabajadores.

El panorama es oscuro y lo será por un tiempo, la torpeza de este gobierno esta abriendo la puerta para que opciones populistas lleguen al poder en un año, aclarando que el populismo no es solo de izquierda como algunos piensan. Lo único que nos queda es aguantar un año más, enterarnos mejor de los líderes que se propongan y elegir bien esta vez.

@memosinist