Los inversionistas internacionales han estado enfrentados a una gran volatilidad, los precios de los activos del sector financiero han presentado cambios inesperados. La principal razón es el choque negativo que generó la pandemia, haciendo que casi todas las economías a nivel mundial tuvieran entre abril y junio, el peor trimestre en los últimos cincuenta años; a pesar de este previsible resultado, muchas de las bolsas de valores del mundo, en particular las de Estados Unidos, han mostrado recuperaciones extraordinarias de sus principales indicadores. Si comparamos el S&P500, el NASDAQ y el DOW JONES con sus niveles antes de la pandemia, pareciera que el país del norte ya superó la crisis.
El otro activo que alcanzó precios históricos fue el oro, que siempre es un refugio inversionista cuando hay mucha volatilidad en el mercado accionario. Este commodity se cotizó a USD$ 2060 por onza hace apenas tres semanas, cuando su precio hace un año apenas pasaba los USD$ 1500 por onza. Esto muestra que algunas de las maravillosas recuperaciones del mercado accionario, van acompañadas de un dejo de escepticismo por actores del mismo mercado, quienes invierten en un activo que aún conserva su valor intrínseco.
¿Cómo es posible que los precios de las acciones en Estados Unidos estén creciendo mientras los indicadores del mercado laboral están aún en números negativos?, ¿no se supone que los precios de los activos deben reflejar la realidad financiera de las compañías al igual que sus perspectivas futuras? Al parecer ya no.
En acciones del sector financiero y del sector tecnológico, se entiende que existan perspectivas de buen desempeño en el futuro cercano. El sector financiero es el receptor de todas las ayudas y garantías del gobierno y en muchos casos es el filtro de riesgo entre el gobierno y el sector empresarial. Por otro lado, las compañías tecnológicas se van a quedar con grandes trozos de un mercado que sostiene formas de trabajo y comunicación que la pandemia hizo evidentes y necesarias. Pero la caída en la manufactura, en los productos de consumo masivo y de sectores como restaurantes, aerolíneas, turismo y entretenimiento, no se prevé que tengan una recuperación completa en menos de dos años. Además, la confianza del consumidor está en su nivel mas bajo desde 2014 y el desempleo se triplicó durante la pandemia.
La respuesta a la pregunta de cómo se ha logrado una recuperación del mercado financiero mientras aún falta mucho camino para recuperar el resto de la economía, se encuentra en las medidas que ha implementado el gobierno norteamericano para contener la crisis. Por un lado, el congreso aprobó en los últimos 5 meses, un paquete de ayudas, por dos trillones de dólares. Para poner las cosas en contexto, toda la producción de Colombia en 2019 fue de 0.33 trillones de dólares. Como si fuera poco, la reserva federal (FED) le inyectó a la economía mas de seis trillones de dólares en el mismo periodo de tiempo. Parte de este dinero, es para mantener la liquidez del sistema financiero norteamericano y parte es, para comprar bonos del gobierno y de algunas empresas grandes.
Mientras los efectos de la política fiscal son evidentes pues llegan a personas con necesidades, principalmente a desempleados o a empresas que deben pagar sus nóminas y arriendos, los efectos de la política monetaria no son tan evidentes, ni tan inmediatos. Gran parte del dinero que la FED prestó a las empresas ha sido reinvertido en el sector financiero. Según el Bank of America global investment strategy, los activos financieros por parte de empresas privadas en Estados Unidos subieron en un trillón de dólares en 2020, mostrando el destino de una parte de las ayudas asignadas por la FED.
Todo este exceso de liquidez ha permitido que los mercados sigan su curso, con un sustento que podría considerarse como artificial y que en algún momento puede pasar cuenta de cobro a la economía americana, en particular cuando la FED no pueda mantener esta estrategia, como ya lo está anunciando en sus más recientes intervenciones. Pero también ha causado que el dólar se devalúe frente a las principales monedas del mundo.
En este escenario el oro sigue siendo una buena opción, pues aún hay bastante incertidumbre y se espera un retroceso de los índices bursátiles de Estados Unidos relativamente pronto. Las acciones son un activo muy riesgoso pues en cualquier momento la llave se va a cerrar y cuando esto pase, la euforia de los mercados va a terminar, retornando a la triste realidad, la de un sector productivo contraído y unos consumidores con poco potencial de incrementar su gasto en un futuro cercano. Finalmente, el dólar va a seguir su caída en la medida que el FED continúe “estimulando” la economía.