Sobre medidas no farmacéuticas para enfrentar el COVID-19

Guillermo Sinisterra

Recientemente el PNUD en unión con GRANDATA, liberó datos desagregados de telefonía celular que mostraban como cambió la movilidad de las personas durante y después de las cuarentenas obligatorias para diferentes ciudades latinoamericanas, en particular para Bogotá, Lima y Santiago. Mientras Bogotá y Lima lograron reducir la movilidad en al menos 50%, por más de 3 meses, en Santiago los cambios en la movilidad fueron más mesurados. Esto incidió en que los contagios tuvieran una senda de expansión más rápida en esta última ciudad; por ejemplo, mientras que Bogotá alcanzó los 250.000 casos a mediados de septiembre, Santiago los alcanzó en Julio y Lima los alcanzó a principios de agosto. Una conclusión y una pregunta surgen de esta realidad. La conclusión es que las restricciones a la movilidad implementadas en Bogotá, en promedio funcionaron para detener el avance de la pandemia, mientras que medidas similares en Lima no. ¿Qué pasó?. Santiago simplemente no fue tan restrictivo y por esto enfrentó el mayor aumento en casos.

Haciendo una exploración inicial de estos datos para Bogotá, se comprueba que el cuento romántico de que la pandemia nos igualó es completamente falso. En particular, se observa que la movilidad afectó de manera desigual a las diferentes áreas de la ciudad. Mientras hubo lugares dentro de la ciudad (UPZ´s), que disminuyeron su movilidad hasta en 92% con respecto al 2 de marzo durante la cuarentena obligatoria (Marzo 20 a Mayo 11), hubo algunas que la movilidad aumentó. Con investigadores de diferentes universidades nos encontrábamos explorando la gran heterogeneidad en esos resultados; utilizando variables socioeconómicas de la encuesta multipropósito de Bogotá para 2017, encontramos que los lugares donde menos se redujo la movilidad tenían un mayor desempleo, un mayor índice de pobreza multidimensional y por supuesto un alto número de casos diagnosticados. También se encontró un patrón geográfico, los lugares con estas características estaban en la periferia de la ciudad (sur y sur occidente) y algunos en el noroccidente.

Las medidas no farmacéuticas para enfrentar el COVID-19 no solo consisten en cuarentenas obligatorias, en Bogotá se implementaron algunas adicionales, como el uso obligatorio de tapabocas, el pico y cédula o pico y género, la instalación de lavamanos en las estaciones de Transmilenio y una de las que se tomó como una medida social, pero en realidad hacía parte del paquete, fueron los subsidios adicionales a la población menos favorecida y la entrega de mercados y comidas calientes. Estas medidas iban enfocadas a dar lo básico a las familias menos favorecidas, para que pudieran estar en casa, cumpliendo la cuarentena. Sin embargo, fueron la única opción en el mundo para enfrentar un virus cuya fuerza, velocidad de contagio y letalidad eran desconocidas.

A pesar de que en general la movilidad de la ciudad cayó y en algunos sitios se mantuvo baja incluso 15 semanas después de la cuarentena, en otros sitios, donde las necesidades fueron más apremiantes es decir con mayor pobreza multidimensional y que tienen un alto grado de informalidad como la UPZ Lucero y la UPZ comuneros, no redujeron su movilidad, a pesar de haber recibido subsidios y otras ayudas del gobierno. Comparados con UPZ como Chapinero o Chicó, estas UPZ prácticamente no cambiaron sus desplazamientos. No sólo se trata de indisciplina social, este proyecto está mostrando que la pandemia lejos de igualarnos mostró y acentuó las grandes diferencias en condiciones iniciales que nos afectan. Según el DANE, cada persona de Bogotá requiere $170.000 pesos al mes para consumir una canasta básica de comida, esta es la llamada línea de pobreza monetaria según la nueva metodología de la entidad. Lo cual muestra que un subsidio de $160.000 por hogar, que es lo que recibieron los hogares más pobres en Bogotá, no fue suficiente para satisfacer las necesidades básicas y por supuesto implica que las personas deben seguir buscando el sustento.

Aunque esta historia puede sonar triste, hay que tener en perspectiva que Bogotá es la ciudad del país con la menor pobreza multidimensional y con la menor desigualdad. Esta situación, aunque delicada es solo un reflejo pálido de lo que enfrenta el resto de Colombia.

@memosinist