Desde 2010 se viene midiendo en Colombia la pobreza de manera multidimensional, ya que la medida de pobreza monetaria, además de ser arbitraria, deja por fuera otras dimensiones que pueden determinar que una persona se encuentre privada con respecto a la sociedad donde vive y que permitiría al gobierno focalizar mejor el gasto público. Mientras la pobreza monetaria solo mide un nivel de ingreso por debajo del cual se considera a la persona pobre y por encima no lo es, la pobreza multidimensional tiene en cuenta también los logros en educación y el acceso a la salud, las condiciones de la juventud y la niñez, condiciones laborales, las condiciones de la vivienda y el acceso a servicios públicos.
De esta forma el índice de pobreza multidimensional permite determinar, no solo si la persona tiene un ingreso determinado, sino, si goza de un conjunto de condiciones que le permiten ser considerada como no pobre. Esto es bueno porque amplia la definición de pobreza y permite que el gobierno, basado en información objetiva, implemente políticas en diferentes frentes.
Los dos indicadores, tanto la pobreza multidimensional como la pobreza monetaria, han caído en el país mostrando una mejoría significativa en las condiciones de vida de la población. Mientras que la incidencia de la pobreza multidimensional cayó en 42% desde 2010 hasta 2019, la pobreza monetaria cayó en más de 28%. Sin embargo, algo impactante es que la pobreza en las cabeceras municipales es casi que triplicada por la que se encuentra en el sector rural y esa brecha se ha mantenido constante.
Los departamentos que mas aportaron a la reducción de la pobreza multidimensional entre 2018 y 2019 fueron Nariño, Cauca y Atlántico. Por regiones, aportaron a la reducción de la pobreza la región pacífica y la región caribe, mientras que en Bogotá y Antioquia aumentó la pobreza multidimensional en este periodo de tiempo. Gran parte de este aumento se debió a las privaciones (principalmente en salud), que enfrenta la población migrante proveniente en su mayoría de Venezuela.
A pesar de que el panorama parece bueno, dadas las condiciones que ha impuesto la pandemia, nos enfrentamos a que la pobreza, en sus dos medidas aumente a niveles de 2010. La caída en la producción, que se espera sea de más del 6%, genera un incremento en el desempleo, lo que va a aumentar de manera inevitable la incidencia de la pobreza multidimensional. Dentro de las dimensiones que tendrían un mayor impacto, está el acceso a servicios de salud pues muchos desempleados van a quedar sin cobertura pronto; también la inasistencia escolar y el trabajo infantil que están ligados a las reacciones de los hogares pobres cuando se necesita mano de obra adicional, lo que probablemente aumentará el bajo logro educativo también.
En materia de ingresos, el gobierno actuó rápido y se logró absorber una buena parte de la caída de los ingresos de los hogares mas pobres de manera oportuna, aumentando los montos de las transferencias y lanzando nuevos programas para otros hogares que no estaban catalogados como pobres (Ingreso Solidario), así se logró identificar a las personas en situación de vulnerabilidad e incluso se logró bancarizar a muchas de ellas. Pero estos programas del gobierno tienen un tiempo definido y unos recursos limitados, cuando este tiempo se acabe, la situación va a empeorar para las personas pobres y vulnerables de una manera muy rápida.
El gobierno tiene herramientas para mantener dichos subsidios por algunos meses más, sin embargo, los mas importante para reducir permanentemente la pobreza, es impulsar una reactivación económica sostenida, que no solo incluya a las ciudades sino también a las regiones. El reducir la pobreza dando transferencias monetarias, no soluciona el problema estructural de falta de oportunidades que se evidencia con los altos índices de la multidimensional en la periferia del país, mientras que los niveles en el interior son mucho mejores. Reducir esa brecha implica nuestra sostenibilidad como sociedad en el mediano y largo plazo.
Además, existe otra clase de pobreza principalmente urbana, que va a aumentar dramáticamente en los próximos meses, es la pobreza oculta, las personas que la padecen pueden no clasificar dentro de muchas de las dimensiones de la pobreza multidimensional, porque viven en casas con buenos materiales, no presentan rezagos educativos ya que son profesionales, por ahora tienen acceso a servicios de salud y sus hijos aún pueden estar estudiando. Sin embargo, dada la dimensión de la recesión económica que se va a generar, muchas personas con estas características van a perder su empleo y con una economía en recuperación será más difícil conseguirlo; por lo tanto, se verán expuestos a desempleo de larga duración, a inestabilidad en los ingresos que inevitablemente generará que no puedan sostener sus condiciones de vida actuales, incluyendo la educación de sus hijos.
Actualmente en Bogotá la incidencia de esta clase de pobreza, es casi 3 veces la incidencia de la pobreza multidimensional y estas personas no necesitan subsidios monetarios, o un comedor comunitario, pero si se satisfacen sus necesidades se podría estar ayudando a otros sectores también, pensando específicamente en subsidios a la salud y a la educación temporales, por ejemplo.
El gobierno debería tener opciones para estas personas, existen iniciativas como las aplicaciones Medellín me cuida y Bogotá cuidadora, en esta última se inscribieron mas de 100mil personas, ninguna tenia un puntaje bajo en el SISBEN, y en Medellín repartieron mercados en estratos 5 y 6, pero a nivel nacional aun no hay una estrategia para los pobres ocultos.
Como casi siempre pasa lo urgente se convierte en enemigo de lo importante.