La organización no gubernamental Save the Children ha mostrado este miércoles su “enorme preocupación” por la situación de los damnificados tras los terremotos del lunes en Turquía y Siria, que podría ascender a 23 millones, incluidos 1,4 millones de niños, y ha manifestado que “la magnitud de la devastación afecta a todos los que viven en la zona afectada” y que es “increíblemente difícil” trasladar ayuda a las zonas afectadas.
“Hace un frío increíble en Siria en estos momentos. Nos preocupa enormemente que muchas personas, incluidos niños y niñas, puedan seguir atrapadas bajo los escombros. Otros siguen sin hogar y se las arreglan como pueden, incluso durmiendo en coches”, ha dicho la directora de Comunicación y Medios de Save the Children en Siria, Kathryn Achilles. “Nos preocupan especialmente los niños y niñas que duermen a la intemperie a temperaturas bajo cero”, ha agregado.
Así, ha apuntado que entre los afectados están “socios locales de Save the Children y sus familias” y ha explicado que “cuando las personas cuyo trabajo es prestar ayuda humanitaria también se ven afectadas, resulta aún más difícil hacer llegar la ayuda que tanto necesita la región”. “Esto se suma a las carreteras dañadas en toda Turquía y Siria, por lo que llevar ayuda a las zonas afectadas es increíblemente difícil. La comunidad internacional tiene que hacer todo lo posible para apoyar a los actores humanitarios locales”, ha manifestado Achilles.
La organización ha puesto en marcha una respuesta humanitaria para ayudar a los afectados y trabaja de forma estrecha en Siria con sus socios para evaluar la magnitud de los daños y proporcionar el apoyo que los niños y niñas necesitan desesperadamente a medida que la situación se aclara. En el caso de Turquía, ha establecido un equipo de respuesta que apoyará la respuesta nacional de emergencia en toda la región, en estrecha coordinación con el gobierno y las principales partes interesadas.
Mustafá, nombre ficticio de un hombre de 41 años residente en la ciudad turca de Gaziantep, ha relatado que le despertó el sonido del televisor cayendo al suelo. “Rápidamente reuní a mis cinco hijos y a mi familia y salí del edificio. Actualmente nos alojamos en contenedores prefabricados donde hay más de 20 niños y sus familiares necesitados de ayuda. No tenemos acceso a gas, electricidad ni servicios básicos. Todos estamos angustiados. El hijo de mi primo está demasiado asustado para estar en zonas cerradas y ahora sólo duerme en el coche”, ha afirmado.
Por su parte, el personal de Acción contra el Hambre en Siria y su equipo de emergencia en Turquía están apoyando la respuesta. Así, sus equipos en la ciudad siria de Alepo “están llevando a cabo una evaluación rápida de las necesidades junto con otros organismos para determinar las necesidades de respuesta prioritarias”, tal y como ha detallado el director de la misión de la ONG en el país árabe, Dariusz Zietek.
“Los refugios temporales identificados han sido evaluados junto con la Media Luna Roja Árabe Siria y se han recibido listas de los medicamentos que se necesitan de la Dirección de Salud de Alepo. Dada la experiencia de Acción contra el Hambre en la rehabilitación de sistemas de agua y saneamiento en la zona, también se han evaluado las necesidades de agua. Hay una necesidad urgente de servicios de transporte de agua en camiones cisterna y se ha cortado el suministro de agua a los barrios afectados para que no obstaculice las operaciones de rescate”, ha recalcado.
Zietek ha hecho hincapié en que en Siria se necesita una respuesta humanitaria a “gran escala” para apoyar a las personas en situación de vulnerabilidad tras una década de conflicto y ante la crisis económica y los temporales invernales. “Para ayudar a la gente a hacer frente a las secuelas de esta emergencia es necesario suministrar agua, alimentos y refugio, que pueden salvar vidas”, ha dicho. “Las organizaciones como Acción contra el Hambre, que ya están presentes en las zonas afectadas, son las más indicadas para prestar esta ayuda por sus conocimientos sobre el terreno y su capacidad de respuesta rápida”, ha destacado.
Daniel Martín, director de la organización en Colombia y que se encontraba junto a su familia en Gaziantep por motivos personales durante los terremotos, ha destacado en en Turquía “la situación es todavía insegura” y que “hay mucha incertidumbre”. “La gran mayoría duerme en los coches, porque muchas casas tienen grandes grietas y hasta que no evalúen los edificios no es seguro volver”, ha especificado.
“En nuestra casa no había gas, ni luz ni agua potable, pero más que ayuda, que hace falta, sería necesario apoyo psicológico. Será complicado para el personal de rescate y humanitario que pueda ayudar si no recibe este apoyo psicológico. Hay gente muy afectada por lo ocurrido”, ha añadido. “Nosotros acabábamos de llegar esa misma noche. Estábamos dormidos y obviamente nos levantamos corriendo para coger a los niños y ponernos debajo del marco de una puerta. El terremoto duró un minuto y pico, pero parecía que no iba a terminar nunca”, ha relatado.
“La casa se balanceaba como si fuera una vela. De ahí claro, no podíamos correr porque estaba nevando y teníamos que poner ropa a los niños, coger unas mantas. Salimos y nos refugiamos en una caseta de madera cerca de casa, para que los niños no se mojaran. Por la mañana, cuando pudimos volver a casa a recoger algunas cosas para marcharnos, ocurrió el segundo terremoto. Dentro de todo, hemos tenido suerte”, ha recalcado.
Los terremotos, que tuvieron su epicentro en la provincia turca de Kahramanmaras, cerca de la frontera con Siria, han dejado hasta ahora más de 9.600 muertos y 45.000 heridos en ambos países, según los últimos balances. En Turquía se ha confirmado la muerte de más de 7.100 personas, cifra a la que hay que sumar 1.250 muertos en las zonas de Siria controladas por las autoridades y más de 1.280 en las zonas controladas por los rebeldes en las provincias de Idlib y Alepo (noroeste), según ha dicho la Defensa Civil de Siria, conocida como ‘cascos blancos’.