Gabriel Boric, el líder estudiantil de izquierda que recoge las demandas del estallido social en Chile

Hace una década tres jóvenes chilenos lideraron las fuertes protestas estudiantiles. Gabriel Boric, Camila Vallejo y Giorgio Jackson aparecieron en los diarios de medio mundo en su lucha por una educación libre y de calidad en uno de los países donde el acceso a los estudios superiores es más caro en el mundo.

Hoy esos tres jóvenes de izquierda dura son diputados y trabajan para ganar el poder en la segunda vuelta de las presidenciales de este domingo. Su opción lidera con un muy escaso margen, cerca del empate técnico, los sondeos.

Boric (Punta Arenas, 1986) llega al balotaje después de que haber logrado un 26% de los votos en la primera vuelta de noviembre, dos puntos menos que su rival en las urnas, el ultraderechista José Antonio Kast.

En estas semanas ha logrado sumar el apoyo el centro izquierda chileno moderando su programa, obligado no sólo para sumar la mayoría sino también por las legislativas del mes pasado, que arrojaron un Parlamento dividido, lo que dificultaría mucho la aprobación de propuestas rupturistas.

Boric aboga por “construir un Estado que garantice derechos, dignidad e igualdad”, algo que ve como “la única manera de tener estabilidad, porque no puede crecer un país que está fracturado socialmente”, recogiendo las demandas sociales de quienes protestaron masivamente hace dos años.

Saltó a la fama en 2009, cuando, mientras estudiaba Derecho en la Universidad de Chile, fue uno de los impulsores de la toma de un edificio durante 40 días exigiendo la salida del decano Roberto Nahum, algo que finalmente consiguieron.

Tres años después se convirtió en presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH) en sustitución de Vallejo, alcanzando con ello el liderazgo de las movilizaciones del alumnado.

De ese puesto, sin graduarse, saltó en 2014 al Congreso, como diputado de Magallanes, su región natal, donde se crió en el seno de una familia acomodada, seguidora de la Democracia Cristiana, una de las formaciones más importantes de la Concertación centroizquierdista que dominó la política de la transición desde una dictadura que Boric no conoció, ya que nació cuatro años antes de la salida de Augusto Pinochet del poder.

El candidato, que, de hecho, tiene la edad mínima para postular a la Presidencia, reniega de los partidos de la Concertación, que considera ‘entreguistas’, y renovó su cargo de diputado en 2018 con Convergencia Ciudadana, que forma parte del Frente Amplio, convirtiéndose en el segundo legislador más votado a nivel nacional.

De las protestas a las dudas de sus compañeros

Su figura tomó más prominencia en octubre de 2019, cuando se produjo el estallido social, protagonizado por jóvenes que reclamaban un cambio del sistema neoliberal vigente desde la dictadura.

Fue uno de los principales impulsores del ‘acuerdo de paz’ que buscó una salida a la crisis con un pacto entre todos los partidos y recogía la elaboración de una nueva Constitución que sustituyese a la Carta Magna aprobada en 1980, durante el régimen cívico militar.

Esto le provocó críticas de varios sectores de su facción, debido a la firma de un pacto del que se desmarcó el Partido Comunista, ahora aliado en la coalición que quiere llevar a Boric al poder.

La rúbrica del político progresista provocó una gran oleada de renuncias tanto en su partido como en el grueso de la alianza. Boric llegó incluso a ser atacado y rociado con cerveza en la vía pública, al grito de “vendiste al pueblo, traicionero”.

A dia de hoy aún registra oposición entre parte de la izquierda que le considera demasiado moderado, aunque su rival en las urnas le llegue a definir como un “peligro para la democracia”.

“Lo que queda a la izquierda de Boric es el malestar social de grupos pequeños de una izquierda más identitaria. Son grupos que pueden movilizar la calle, pero el contexto es distinto al de hace dos años”, reflexiona Juan Pablo Luna, politólogo de la Universidad Católica de Chile.

“La gente está cansada, agobiada por sus preocupaciones cotidianas y tampoco espera cambios drásticos en el modelo. Boric deberá sincronizar un programa que es radical en su ambición, pero moderado y gradual en sus ritos de implementación, con un ojo en el crecimiento económico y otro en la calle”, añade el politólogo.

La campaña

Boric ha sumado importantes apoyos del centroizquierda y de la cultura, tras moderar su programa hasta el punto de que Kast ironiza constantemente con que al final van a tener el mismo. El candidato progresista puso mayor foco en el respeto al orden y la lucha contra la delincuencia, punto fuerte de su rival.

Continúa abogando por la reforma del sistema privado de pensiones, pero en el último debate ya rehusó afirmar que acabará con las Administradoras de Fondos de Pensiones, las muy criticadas empresas que gestionan las jubilaciones en Chile. Aboga por el aumento del salario mínimo, la subida de impuestos a los ricos, la reducción de la jornada laboral y la creación de un sistema único de salud.

Su campaña sufrió una pequeña crisis cuando un sector del Partido Comunista decidió dar su apoyo a Daniel Ortega en Nicaragua. Boric desacreditó ese apoyo, pero sus adversarios políticos lo utilizaron en su contra.

El candidato considera que en Nicaragua no hay democracia, se ha expresado públicamente contra las detenciones de opositores en el país centroamericano y también considera como una “dictadura” el Gobierno de Nicolás Maduro, a pesar de que saludó su investidura como relevo de Hugo Chávez en Venezuela.

“En nuestro gobierno el compromiso con la democracia y los Derechos Humanos será total, sin respaldos de ningún tipo a dictaduras y autocracias, moleste a quien moleste. Nicaragua necesita democracia, no elecciones fraudulentas ni persecución a opositores”, aseguró Boric.

En los días previos a las elecciones, sus adversarios también han divulgado una acusación de acoso sexual que circulaba por las redes sociales desde hace una década.

“Me he dado cuenta, revisando mi comportamiento, de que he hecho a lo largo de mi vida comentarios machistas que hoy día son inaceptables”, dijo el candidato a la cadena estadounidense CNN. “Jamás he acosado a una persona, puedo dar fe de aquello”, añadió.

La víctima aseguró hace unos días en redes sociales que el candidato le había pedido disculpas y aseguró incluso que le votaría.

No tendrá fácil gobernar

“Es muy poco probable que pueda hacer grandes transformaciones. Se enfrenta a un Senado con un 50% de derecha y a una Cámara Baja con cerca del 50% de derecha también. Es por eso que ha moderado sus expectativas programáticas”, considera Claudio Fuentes, académico de la Universidad Diego Portales.

“Creo en un presidente joven que va a escuchar a las masas, porque viene del movimiento social, y tiene un enfoque de DDHH”, asegura Gael, presente en el mitin de cierre de campaña de Boric en Santiago, mientras a su espalda se lanzan consignas a favor del candidato izquierdista.

“Boric es el que nos ofrece esa tranquilidad que supone la seguridad social. Que no es comunismo. A pesar de que los comunistas estamos con Boric, no es comunismo. Lo tienen en Europa y aquí no lo hemos podido lograr en 30 años”, expone, por su parte, Rodney Díaz, militante del Partido Comunista.

El apoyo de la formación marxista a Boric ha sido uno de los aspectos más criticados de su candidatura por sus detractores, a pesar de que no es la primera alianza de gobierno que integra el partido en democracia.

“Por supuesto que tiene que haber gradualidad en la implementación del programa. Pero espero que dentro de los plazos el país esté mejor para quienes lo necesitan realmente”, añade Díaz.

“Quiero una mejor educación, libertad de pensamiento, de culto, de género y que el medio ambiente y el cambio climático sean reconocidos”, asegura, por su parte, Marcela Délano, que confía en la victoria este domingo.

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