El gobierno ruso afirmó hace unas horas que Mariúpol cayó en su poder. No obstante no es toda la verdad pues el ejército ruso ha decidio no atacar por la planta de Azovstal, último bastión ucraniano en la asediada Mariupol, sino que tiene la orden de Putin de bloquearla “para que no pase ni una mosca”. Dentro de la planta hay cerca de 2000 combatientes civiles, entre ellos menores y heridos.
El último bastión es la extensa planta siderúrgica Azovstal, donde la situación es “difícil, incluso crítica” y se refugian “alrededor de 2000 civiles, mujeres y niños”, y “centenares de heridos”, según describió el presidente de Ucrania Volodymyr Zelensky. Dejar la planta en manos ucranianas priva a los rusos de la capacidad de declarar una victoria completa en la ciudad portuaria, que ha sido testigo de algunos de los combates más dramáticos de la guerra y cuya conquista tiene una importancia tanto estratégica como simbólica.
Mijailo Podoliak, consejero presidencial ucraniano y negociador con Rusia, había escrito horas antes del anuncio ruso que Kiev estaba dispuesta a negociar: “Para salvar a nuestra gente, (el batallón) Azov, los soldados, los civiles, los niños, los vivos y los heridos. Todos”, afirmó. El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, informó de que el resto de la ciudad ha sido “liberada”, un término que usan los oficiales rusos para referirse a las áreas de Ucrania que han ocupado. Putin calificó la ocupación de Mariupol como un “éxito”. También dijo que la planta estaba “bloqueada de forma segura”.
Sufrimiento de la población civil
La magnitud del sufrimiento en Mariupol ha convertido a esta ciudad en uno de los focos de atención mundial en la guerra. Su caída definitiva privaría a Ucrania de un puerto vital, completaría un puente terrestre entre Rusia y la Península de Crimea y liberaría a las tropas rusas para ser trasladadas a otras partes de la región del Donbas, en la que se concentra ahora la ofensiva rusa.
Po otro lado, la primera quincena de abril se ha saldado en Ucrania con más de 600.000 nuevos desplazados internos, fruto de una intensificación del conflicto que eleva ya a 7,7 millones las personas que han huido de sus hogares y no han salido del país. Esta cifra implica que el 17 por ciento de la población ucraniana es ahora desplazada, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Las mujeres representan al 60 por ciento de los últimos desplazados.