La vacuna contra la COVID-19 que desarrolla la Universidad de Oxford con la farmacéutica AstraZeneca está cumpliendo con los plazos fijados y podría estar lista en otoño. Así lo ha dejado entrever, Sarah Gilbert, profesora de la prestigiosa universidad inglesa, ante el Parlamento británico después de que los ensayos de la vacuna hayan tenido los efectos esperados entre los voluntarios del estudio. Además del testimonio de Sarah Gilbert, la Directora Médica del laboratorio AstraZeneca en Brasil, Maria Augusta Bernardini, apuntó que dicha vacuna podría empezar a producirse en octubre y comenzaría a ser distribuida masivamente para finales de este año.
Encontrar una vacuna que se pueda producir en grandes cantidades y a un precio asequible para los países en desarrollo es crítico, ya que hasta que esto no ocurra, el coronavirus SARS-CoV-2 podrá circular libremente por las personas, que estarán expuestas al patógeno. El nuevo virus ha demostrado una capacidad de contagio superior a la que en un principio se estimó, lo que le ha permitido propagarse a lo largo y ancho del mundo de una manera explosiva. Medidas como la higiene, el uso de mascarillas o el distanciamiento físico seguirán siendo muy efectivas, y pueden frenar el ritmo de contagios hasta niveles de relativa seguridad, pero el regreso a la situación anterior a la pandemia va a depender del hallazgo de soluciones terapéuticas. Dentro de estas, la vacuna es la más importante.
La vacuna creada por la Universidad de Oxford y AstraZeneca está pensada para proporcionar protección durante un año y tendría un precio de 13 dólares por dosis.
Esta vacuna ya ha sido apodada por el científico en jefe de la Organización Mundial de la Salud, Soumya Swaminathan, como “la principal candidata” a ser la primera vacuna COVID-19. En una conferencia de prensa el viernes, Swaminathan dijo: “Ciertamente, en términos de cuán avanzados están, [y] la etapa en la que se encuentran, creo que (…) es posible que tengan resultados bastante pronto”. Actualmente esta vacuna se encuentra en la llamada Fase III, que es un ensayo masivo en el que participan varios miles de voluntarios. Se compara cómo evolucionan las personas que fueron vacunadas respecto a las que no. También se recolectan datos estadísticos acerca de la efectividad y la seguridad. Esta fase también sirve para detectar otros posibles efectos secundarios que hayan pasado desapercibidos en la Fase 2. Si pasa con éxito esta prueba, lo que parece que es el caso, se puede aprobar el medicamento y pasar a su producción universal. Generalmente, se somete a una siguiente 4 etapa, en la que se recaba más información ya en la práctica.
El ensayo de vacuna AZD1222 tiene como objetivo encontrar previnir la infección por SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19. El nombre técnico de la vacuna es ChAdOx1 nCoV-19, ya que está hecho de un virus llamado ChAdOx1, que es una versión debilitada y no replicante de un virus del resfriado común (adenovirus). La vacuna ha sido diseñada para expresar la proteína espiga de SARS-CoV-2. “Hemos eliminado algunos de los genes del adenovirus, de modo que cuando lo usamos como vacuna, el adenovirus no puede propagarse por el cuerpo. Eso lo hace muy seguro, incluso en personas con un sistema inmunitario débil. Pero porque es sigue siendo un virus vivo, es bueno para inducir una fuerte respuesta inmune después de la vacunación “, dijo la profesora oxoniense Sarah Gilbert. “Comenzamos con un adenovirus, que se aisló de un chimpancé y no circula en las poblaciones humanas, por lo que no existe inmunidad previa. Luego, agregamos un gen para codificar una de las proteínas del patógeno que queremos vacunar contra – para el SARS-CoV-2 usamos la proteína espiga, que cubre la superficie del coronavirus “, agregó Gilbert.
Por otro lado, esta misma vacuna se empieza a investigar en diferentes países, para asegurar su universalidad. En concreto, voluntarios han comenzado a participar en el primer ensayo clínico en Brasil y África de Sur. La Universidad Federal de São Paulo – UNIFESP está colaborando con la Universidad de Oxford y el Grupo de Vacunas de Oxford en este proyecto. La vacuna utilizada en 5,000 voluntarios brasileños, es similar a la utilizada en el Reino Unido.