El Nord Stream 2 y los retos de la política exterior

El secretario de Estado de EE. UU., Anthony Blinken, dijo este martes que advertirá a su homólogo alemán, Heiko Maas, sobre eventuales sanciones a raíz del gasoducto Nord Stream 2, que unirá a Alemania y Rusia. “El presidente Joe Biden ha sido muy claro al decir que cree que el gasoducto es una mala idea. Es malo para Europa, y malo para Estados Unidos”, expresó el funcionario estadounidense en una conferencia de prensa en la sede de la OTAN, en Bruselas (El País, 23 de marzo, 2021).

Sumado a la dicotómica relación que tienen Estados Unidos y China, donde se necesitan comercialmente, pero diplomáticamente no desperdician espacio para enfrentarse, se suma ahora la relación Rusia – Alemania/Unión Europea – UE, donde el gasoducto Nord Stream 2, divide el bloque, recibe críticas y amenazas de Estados Unidos, pero apoyos desde Alemania y Rusia.

Este gasoducto es un proyecto de 9.500 millones de euros que permite a Rusia duplicar sus suministros directos de gas natural a Alemania. Pasa a través de fondo del mar Báltico (Wyborg/Ust-Luga, Rusia – Greifswald, Alemania), tiene 1.230 kilómetros de longitud y lleva un 94% de avance. El gasoducto suministrará a Europa alrededor de 55 mil millones de metros cúbicos de gas por año.

Este proyecto será capaz de satisfacer la creciente demanda de recursos energéticos del viejo continente, Y será suministrado directamente por la vía más corta, uniendo las mayores reservas de gas ruso con los mercados europeos sin riesgos de tránsito, de manera constante y estable, evadiendo posibles cortes por parte de otros países, como es el caso con el actual gasoducto de Ucrania.

Esto es una necesidad para la UE porque ya tuvieron una mala experiencia durante el invierno de 2009. Europa vivía uno de los inviernos más fuertes desde que se tienen registros. Alemania registró hasta -26º C-, así como Austria, República Checa, Polonia, Rumania, Croacia, Eslovenia y Macedonia. En su momento, Rusia cortó su suministro de gas a Ucrania el primero de enero de ese año, como parte de un problema jurídico y por los retrasos en los pagos de deuda por combustible de ese país y acusó a Ucrania de desviar ilegalmente el gas que transita por su territorio hacia otros países de Europa.

Así mismo, Francia, Italia, Grecia y Turquía sabían que sus aprovisionamientos de gas habían sufrido importantes recortes. Bulgaria, totalmente dependiente del gas ruso, dijo que el conflicto entre Kiev y Moscú sumió a ese país “un estado de crisis”, mientras que Eslovaquia, en una posición similar, declaró una emergencia energética.

A pesar de los devastadores impactos durante ese invierno, hoy existen voces que se oponen a la construcción de dicho gasoducto. Dentro de la UE, países como Francia se oponen a este proyecto, debido a la reciente represión de las manifestaciones de apoyo al opositor ruso Alexéi Navalni. Por su parte, el ministro de Asuntos Europeos, Clement Beaune, defendió la necesidad de detener el proyecto.

Desde el otro lado del atlántico, Estados Unidos cree que este proyecto es una contradicción con los propios objetivos de seguridad energética de la UE y podría socavar los intereses de Ucrania, Polonia y otros aliados del bloque. Esto es una reacción apenas obvia debido a las bases militares que tiene el Tío

Sam en Polonia y el fuerte apoyo de Estados Unidos al gobierno ucraniano, como barrera de contención a la influencia rusa (¿se acuerdan de la invasión a Crimea?).

Anthony Blinken, Secretario de Estado de EE. UU. ha llegado a afirmar que “el gasoducto es un proyecto geopolítico ruso destinado a dividir a Europa”. Esto indica la importancia que la administración Biden le está dando a la reconstrucción de las relaciones con sus socios, que implica una recuperación de su influencia en el continente europeo.

Otras variables de la ecuación son países como Ucrania, que son lugares por donde pasan los gasoductos actualmente, en donde radica su poder de negociación, e importantes ingresos, ya que una de las tuberías por las que se envía actualmente gas a Europa desde Rusia atraviesa ese país, y por lo que Moscú debe pagar a Kiev miles de millones de dólares cada año por su uso. Por su parte, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko afirma que este proyecto no tiene nada de comercial, sino que es algo absolutamente político.

Como en todo en las relaciones internacionales, especialmente con Rusia, el contexto toma un valor mayúsculo. Para empezar, cuando sucedió el fallido envenenamiento en contra el opositor ruso Alexéi Navalni (2020), fue Alemania quien alojó al líder político durante su recuperación. Cuando el opositor decidió regresar a Moscú, 5 meses después del intento de asesinato y es encarcelado por el gobierno ruso, la UE y Estados Unidos elevan condenas contra la fuerte represión del gobierno de Putin a las manifestaciones en favor de la libertad del líder político.

Por el lado de quienes apoyan el Nord Stream 2, Vladímir Vladímirovich Putin, presidente de la Federación Rusa, da un respaldo total al proyecto, afirmando que es un acuerdo beneficioso para la UE, en especial para la economía alemana, y rechaza categóricamente las sanciones de la UE y EE. UU. a ese país por la “supuesta” represión a manifestantes en favor de Alexéi Navalni.

Igualmente, Angela Merkel, canciller alemana se mantiene firme. Asegura que el gasoducto es un negocio privado e insiste en separarlo del derecho que asiste a la Unión Europea de seguir imponiendo sanciones a individuos rusos en respuesta al caso Navalni y a la dura represión de las manifestaciones pacíficas en Rusia.

Con esta disputa se refuerza la complejidad de un mundo multipolar, globalizado y fuertemente interconectado, el cual necesita de diplomacias astutas, sagaces y oportunas para poder nivelar las necesidades económicas y los intereses políticos, manteniendo una relativa paz mundial. Muy distinto a las actuales cancillerías de América Latina, que en algunos casos actúan como refugiados del pasado, recordando posturas del S. XX, llevando una política exterior de amigo-enemigo (Cuba-Colombia, Brasil/Bolsonaro-Argentina/Fernández), poco pragmáticas, y llevando a la región a absoluto rezago.

Este es el reto no solo de los grandes jugadores a nivel mundial, sino de regiones como América Latina, las cuales cada vez más se verán envueltas en este tipo de discusiones. Alemania hoy está aguantando las críticas por su decisión de favorecer su economía, manteniendo su distancia diplomática con Rusia. Mañana, América Latina puede encontrarse en la difícil situación de favorecer el mercado chino, a pesar del enfrentamiento que tiene Estados Unidos (tradicional poder en la región) con ese país.

@Myloclamar