Las prisas del gobierno de Biden en la retirada de Afganistán han ido acompañadas de críticas al presidente de Estados Unidos por una decisión que muchos ven como innecesaria y como una traición para los que sirvieron en Afganistán y para el propio pueblo afgano.
Es difícil rebatir las críticas a la precipitada salida de la administración Biden.
En efecto, Afganistán puede ser irrecuperable, sus estructuras de gobierno pueden ser demasiado poco representativas y corruptas. Sin embargo, esto sólo subraya el argumento de que Afganistán no se “perdió” en los dos últimos años, sino durante los 20 anteriores (BBC, 20 de agosto, 2021).
Mucho se ha hablado durante las ultimas semanas del fracaso de Estados Unidos en Afganistán, la fragilidad en la que queda el gobierno de Joe Biden, y de lo débil que queda la OTAN y demás aliados después de su retirada. Sin embargo, nadie ha hablado de las consecuencias de la victoria del Talibán en el terrorismo mundial.
Con la victoria de ese grupo sobre el gobierno democrático (títere de Estados Unidos) de Ashraf Ghani, los talibanes han renovado las energías de grupos terroristas alrededor del mundo, ya que grupos como ISIS o a Al Qaeda verían en los talibanes un ejemplo que los inspira a seguir su lucha, según Richard Kemp (coronel del ejército británico y excomandante de las fuerzas británicas en Afganistán). Esto se puede dar en zonas como el Sahel o partes de Asia, y pone en alerta a países claves de occidente como Estados Unidos, Reino Unido o la misma España.
Con la urgencia de sacar sus tropas de Asia Central (y no es culpa exclusiva de Biden), se reaviva el discurso contra el terrorismo, pues con la llegada del talibán al poder, existe el riesgo que ese régimen vuelva a albergar terroristas del talante de Osama Bin Laden, y más en un país que se hunde en el desgobierno y el caos.
El presidente del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, Mark Milley, emitió su advertencia el domingo 15 de agosto, durante una conferencia telefónica sobre la crisis de Afganistán entre funcionarios de la Casa Blanca y un grupo bipartidista de miembros del Congreso.
El General Milley también advirtió durante la sesión informativa que se espera que los funcionarios estadounidenses modifiquen sus evaluaciones sobre el ritmo de la reconstitución de los grupos terroristas en Afganistán (Independent en español, 17 de agosto de 2021).
Por ende, volvemos a un escenario cercano al de 2001, donde el mundo mantendrá una alerta roja siguiendo las acciones de grupos terroristas en todo el planeta, y manteniendo una lupa sobre las acciones del régimen talibán.
Sin embargo, el panorama de 2021 es muy distinto al de los años de George W. Bush, cuando se inició la invasión de Estados Unidos. En 20 años el planeta ha cambiado lo suficiente con el acenso de China, una crisis económica (2008) y una pandemia (2020, 2021,…) de por medio, nuevos liderazgos han surgido (Trump) y otros van de salida (Merkel).
En el mundo actual, Afganistán se convierte en un escenario geopolítico clave donde China como potencia mundial, acudiendo a su pilar de no intervención en asuntos internos y a su visión pragmática de las relaciones internacionales, reconoce al régimen talibán para poder extraer recursos naturales (tierras raras), y por su parte, Estados Unidos incrementa sus alertas y sus sistemas de inteligencia para detectar potenciales amenazas terroristas.
Sin embargo, no todo es confrontación: el régimen talibán y su potencial apoyo a grupos terroristas en el resto del mundo, puede azuzar la tensión con la minoría étnica musulmana de los Uigures en China. Lo que se convierte en un punto de encuentro entre las dos potencias, que puede servir como plataforma para un potencial entendimiento sobre el manejo de esa región del mundo.
Se debe tener claro, que el terrorismo podría volver a los primeros renglones a nivel internacional, lo cual se suma a las demás luchas del S. XXI (que venían de antes): cambio climático, machismo, racismo, corrupción, narcotráfico, etc.