La renuncia de Evo Morales a la presidencia de Bolivia deja constancia de que la estabilidad económica de un país no siempre es garantía de estabilidad política.
Al revisar los indicadores económicos del país sudamericano en los últimos 14 años -durante los que estuvo Evo Morales en el poder- hacían para muchos imposible anticipar la crisis que derivó en el golpe de Estado al mandatario el pasado domingo 10 de noviembre.
En su análisis para la economía boliviana en su conjunto en 2018, el FMI felicitó al gobierno por su “impresionante crecimiento económico y mejora en los indicadores sociales en la última década”. No obstante observaba que la elección presidencial de 2019 representaba el mayor riesgo para el país.
De acuerdo con el Banco Mundial, durante la década de 2004 a 2014, la economía boliviana creció a una tasa anual promedio de 4.9% debido principalmente a los altos precios de las materias primas. Durante 2013, el PIB avanzó un 6.8% y para 2018 se desaceleró a 4.2% como consecuencia de un contexto internacional menos favorable y una caída en las exportaciones de gas natural. Para 2019, el Fondo Monetario Internacional pronosticó un crecimiento de 3.9%, uno de los más altos en la región. En comparación, para Colombia estimó un 3.4%, para Perú estimó un 2.6%, para Brasil 0.9%, Chile 2.5%, Paraguay 1.0% y para Argentina pronosticó una caída de 3.1%.
La pobreza moderada se redujo del 59% al 39% de la población entre 2005 y 2014 y el coeficiente de Gini, que mide la desigualdad, bajó de 0.60 a 0.47 en el mismo periodo. En tanto, la población en pobreza extrema se redujo en un 17%.
La esperanza de vida de los bolivianos aumentó de 68 años en 2010 a 71 años en 2017.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística de Bolivia, el país registró durante el cuarto trimestre de 2018 la tasa de desempleo más baja de la región con un 4.27%, mientras que en el mismo periodo, Brasil registró una tasa de 11.6%, Colombia un 10.2% y Argentina un 9.0%.
La inflación anualizada hasta el mes de octubre de 2019 fue de 2.54%, según el Banco Central de Bolivia (BCB), que tiene como objetivo una tasa de 4.0% para este año. La estabilidad en los precios en ese país ha sido relativamente constante durante la última década, salvo durante la crisis financiera de 2008-2009, cuando ésta saltó al 14%.
Como consecuencia de la disminución en los precios de las materias primas a nivel global, el gobierno boliviano estableció una “Agenda Patriótica 2025” con objetivos para impulsar la industrialización en el país mediante inversión pública en infraestructura y un aumento de la productividad que garantizara el crecimiento en el mediano y largo plazo