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El Producto Interior Bruto (PIB) de Argentina podría reducirse hasta un 4% anual de promedio en 2050 en caso de periodos de sequías continuadas y teniendo en cuneta las “débiles” estructuras económicas y fiscales que tiene actualmente el país.
Según ha explicado el Banco mundial en su ‘Informe sobre clima y desarrollo del país Argentina‘, el país está “expuesto” a una serie de impactos relacionados con el cambio climático que afectan a su ciclo de agua y, en extensión, a sus sectores económicos y sus indicadores macroeconómicos.
Por ejemplo, en 2018 el impacto directo de la sequía se tradujo en una reducción a la mitad de la actividad económica, y los bajos rendimientos de algunas plantaciones como el maíz o la soja supusieron pérdidas de 1.440 millones de dólares (1.395 millones de euros) en la temporada 2021-2022, y de un 1% del PIB nacional.
Así, si no se llevan a cabo medidas para hacer frente al cambio climático, el impacto de los daños causados por las inundaciones sobre el PIB rondaría el 0,5% en 2060. Además, estas inundaciones tienen una especial afectación sobre el capital humano, lo que reduce el crecimiento económico del país y sus niveles de bienestar.
Uno de los sectores más afectados por estos cambios del ciclo del agua es el de la agricultura, que representa el 7% del PIB argentino y el 65% de las exportaciones del país. En algunas provincias, una caída del 10% de la producción tendría como consecuencia una reducción de su crecimiento económico de 0,7 puntos porcentuales.
“Debido al incremento en la frecuencia de las sequías, garantizar la resiliencia del sector agrícola frente al cambio climático mediante el uso de técnicas climáticamente inteligentes, cultivos resistentes a la sequía y seguros basados en índices, contribuirá en gran medida a lograr un crecimiento más estable”, apunta el Banco Mundial en su informe.
Energías renovables, litio e impuesto al carbono
Entre las soluciones que ha planteado el Banco Mundial a Argentina para hacer frente al cambio climático, el organismo ha destacado el potencial en recursos de energías renovables, que podría “alimentar una red eléctrica con cero emisiones de carbono”.
De esta manera, la capacidad de energía eólica y solar podría aumentar hasta un 25% en 2030, y hasta el 31% para la energía hidráulica, lo que permitiría “eliminar gradualmente” la producción de gas natural para 2045.
El país puede utilizar esta producción de electricidad limpia para abastecer a los vehículos eléctricos, la calefacción residencial o las industrias ligeras, lo que permitiría que estos sectores participaran en la descarbonización general de la economía”, ha apuntado el Banco Mundial.
Asimismo, las reservas de litio de Argentina -que representan el 22% a nivel mundial- podrían convertir al país en un importante actor en la transición energética, llegando a aportar litio del 12% al 19% de los demandantes a nivel global. En consecuencia, el PIB podría aumentar entre un 0,4% y un 0,7% para el año 2030.
Por último, en cuanto a los ingresos tributarios, el Banco Mundial ha considerado que las reformas de los subsidios a la energía y del impuesto al carbono pueden “ofrecer los incentivos adecuados para una transición ordenada y justa”.
En concreto, el actual impuesto abarca solo el 20 % de las emisiones totales, y coexiste con los subsidios a la energía, que funcionan en la dirección opuesta y generan una carga sobre las cuentas fiscales. Por este motivo, un impuesto más alto al carbono podría ayudar a incrementar los ingresos fiscales y enviar la señal correcta al sector privado acerca de los objetivos de descarbonización, impulsando así la inversión privada en la descarbonización.
“Una correcta utilización de la inversión pública generaría un aumento del 3,6% del PIB para 2050”, ha concluido el informe en relación a los beneficios de este impuesto.