La Asamblea General de Naciones Unidas volverá a servir esta semana como eje de la geopolítica mundial, un escenario por el que desfilarán algunos de los principales líderes para exponer a grandes rasgos sus puntos de vistas sobre cuestiones de actualidad, desde las guerras en Ucrania y la Franja de Gaza hacia el cambio climático, pasando por las eternas reivindicaciones de reforma del sistema de la ONU.
El debate general se celebra con periodicidad anual, en los primeros compases de cada periodo de sesiones. Técnicamente no es un debate, sino una sucesión de discursos en la que tienen derecho a participar los 193 Estados miembro de la ONU, en la medida en que la Asamblea General, al contrario de lo que ocurre con el Consejo de Seguridad, sí les da cabida a todos ellos. También pueden participar Estados observadores como el Vaticano y Palestina, así como la Unión Europea.
Este tipo de reuniones se celebraron por primera vez en el año 1946 y cuenta como primeros intervinientes con el secretario general de la ONU y el presidente de la Asamblea. Por países, desde la décima edición es Brasil quien habla en primer lugar –según los Servicios de Protocolo de la ONU, inicialmente ningún país quería romper el hielo, pero Brasil lo hizo en varias ocasiones y ha terminado por consolidarse–.
Estados Unidos, como país anfitrión, es el siguiente en subir al podio, y a partir de ahí el resto de países intervienen en función del nivel de sus delegaciones –quienes participen con sus respectivos jefes de Estado tienen derecho a hablar primero– y en función de otros parámetros como el equilibrio geográfico o las preferencias planteadas.
Para la edición de 2024, la lista provisional contempla como tercer orador a Turquía, seguido de Jordania, Guatemala, Suiza, Colombia, Qatar y Sudáfrica. España hablará en la mañana de la cuarta jornada, ya el viernes, mientras que el orden de intervenciones lo cerraría Kiribati el 30 de septiembre.
No existe una norma estricta sobre la duración de los discursos, pero de manera informal se propone a los dirigentes políticos que se limiten a 15 minutos y se avisa a los intervinientes de forma sutil cuando llega el tiempo, con una luz roja intermitente. El récord lo sigue teniendo el expresidente cubano Fidel Castro, que habló durante 269 minutos en el año 1960.
Reuniones al margen
La ONU suele aprovechar la afluencia de líderes internacionales para organizar foros paralelos, como ocurre este año con la Cumbre del Futuro que precederá a los debates en la Asamblea. También sirve de oportunidad para que los asistentes organicen reuniones al margen, bien de manera bilateral o multilateral, si el tema del que se trate es de interés común.
El debate general de 2024 será el primero desde el estallido del conflicto de la Franja de Gaza, ya que los atentados de Hamás tuvieron lugar el 7 de octubre de 2023, por lo que previsiblemente las tensiones en Oriente Próximo estarán presentes también en el atril de la Asamblea General, al igual que el conflicto abierto en febrero de 2022 entre Ucrania y Rusia por la invasión ordenada por Vladimir Putin.
Entre quienes ya han confirmado su asistencia a Nueva York está, de hecho, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, que viajará con una nueva propuesta de paz bajo el brazo para explicársela personalmente a su homólogo estadounidense, Joe Biden. Zelenski se ha citado además con los principales candidatos en las elecciones de noviembre, Kamala Harris y Donald Trump.
Otra de las crisis llamadas a sobrevolar las reuniones es la de Venezuela, que en principio estará representada por su ministro de Exteriores, Yván Gil. El debate abierto por las elecciones presidenciales del 28 de julio ha terminado de dañar la imagen del régimen de Nicolás Maduro y se ha convertido en uno de los principales motivos de preocupación en toda América Latina.