Finalmente y pese al rechazo de gran parte de la comunidad internacional, Nicolás Maduro tomó posesión de su segundo mandato presidencial en Venezuela.
“Juro por el legado de nuestros antepasados, por el negro primero, por el legado de Simón Bolívar y nuestro comandante Hugo Chávez, y nuestros niños y niñas de Venezuela”, dijo Maduro, en un juramento improvisado, “no descansar mi brazo hasta llevar a Venezuela a la prosperidad económica y social”.
Maduro recibió la banda presidencial del jefe del Tribunal Supremo de Justicia, en un acto al que no asistió ningún representante de la Unión Europea ni de la mayor parte de América.
Según la Constitución, Maduro debía juramentarse ante el Congreso, controlado por la oposición, pero el TSJ lo declaró en desacato y fue sustituido en la práctica por la Constituyente, de poderes absolutos.
Maduro asume su segundo mandato en medio de la peor crisis económica que haya sufrido en su historia moderna el país con las mayores reservas petroleras del mundo, y en momentos en que se afianzan gobiernos conservadores en Latinoamérica, como el de Jair Bolsonaro en Brasil.
Cabe señalar que la UE, Estados Unidos y el Grupo de Lima, desconocieron la reelección de Maduro en los comicios del pasado 20 de mayo, adelantados por la oficialista Asamblea Constituyente y boicoteados por la oposición, que los consideró un fraude.
Pocos minutos después de darse el juramento de Maduro, la OEA aprobó una resolución que declara ilegítimo su segundo mandato. Al tiempo que el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez, anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con Venezuela y el cierre de la embajada paraguaya en Caracas.
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