“He estado en Bangladesh desde el 11 de septiembre de 2017. Recuerdo la fecha exacta en que llegamos. Hui con mi esposa y mis cuatro hijos. Siempre fuimos amenazados en Rakhine. En comparación con Myanmar, Bangladesh todavía se siente como un paraíso. Pero las condiciones aquí son inhumanas. Tienes que quedarte en una habitación pequeña, los baños son compartidos y vives debajo de un pedazo de plástico sin ventilación. No se te permite ir a ningún lado y no puedes trabajar como la gente de Bangladeh” (El comercio, 28 de agosto de 2019)
Estamos en el 2021 y la situación de esta etnia no ha cambiado. Siguen siendo perseguidos en Myanmar y huyendo hacia Bangladesh. Lo que ha cambiado, es la forma en que el régimen maneja el poder: el 1 de febrero, los militares lo retomaron. ¿Y porque lo retomaron? La historia de ese país es la historia de su ejército.
Mercaderes chinos (Mon) e indios (Pyu) llegaron en el siglo IX a.c, quienes formaron pequeñas ciudades, que posteriormente serían invadidas por los Nanzhao dejando un vacío de poder, que aprovecho Narathihapate, líder el Reino de Pagan, quien se sintió tan fuerte que decidió enfrentar a los mongoles y obviamente estos últimos ganaron en la batalla de Ngasaunggyan. Con la victoria de los mongoles el reino se dividió en la dinastía Ava y Pegu, que serían unificadas por el Rey Tabinshwehti que, así como unificó el reino, más tarde se enfrentaría a los europeos.
La primera incursión fue de los portugueses en 1613, quienes fueron derrotados por la dinastía restaurada Toungoo. Esta llegó a su fin cuando los Pegu fueron expulsados y se constituyó la dinastía Konbaoung. Fue esta quien sufrió las guerras dos primeras anglo-birmanas en 1824 y 1852, en esta última dejaron al rey títere llamado Mandon Min, quien fue asesinado por los británicos y dio comienzo a la tercera guerra anglo-birmana en 1885, que dio origen a Birmania, que fue el nombre que se le dio a ese territorio durante la ocupación británica.
Al mismo tiempo, dentro de ese territorio se estaba asentando una comunidad de gran valor histórico: Los Rohingya (seguidores del islam). No es claro el origen de su presencia en la región de Rakhine, conocida anteriormente como Arakán, muy cerca de la frontera con el país vecino, Bangladesh. Existen 2 versiones que explican su llegada a esa zona: en la primera, se les atribuye a grupos de comerciantes musulmanes que crearon asentamientos en esa zona. La segunda explica que esta etnia llegó a principios del siglo XIX, cuando Birmania era una provincia más de la India con la colonia británica y el tránsito de personas se consideraba migración interna, lo cual llevo a crear pueblos y urbes en ese territorio.
Bajo la corona la mayoría budista y la minoría musulmana (Rohingya) convivían debido a la tolerancia de distintas religiones por parte de la administración anglosajona. En esos años, a pesar de sus diferencias, no hubo persecución ni expulsión. Al contrario, durante la II Guerra Mundial, los japoneses querían invadir Birmania. Como respuesta, el Imperio Británico armó a los Chittagonians (los mismos Rohingya) para que lucharan contra los japoneses, pero éstos, a los que denominaron la Volunteer Force, emplearon las armas y lo aprendido, para quemar pagodas y monasterios budistas. Este es el punto donde la relación entre ambas etnias se quiebra.
A parte de la diferencia ente islam y budismo, Myanmar posee 135 grupo étnicos reconocidos por el gobierno, reunidos en 8 grupos principales. A diferencia de fomentar la tolerancia entre estos, el país es el triste poseedor de la guerra civil más larga del mundo. Lleva desde 1948, sin importar que desde 1988 se ha centrado en la lucha contra la junta militar. En consecuencia, el gobierno central no tiene total soberanía sobre su territorio.
Como en Colombia y en varios países africanos, los grupos rebeldes controlan distintas partes de la geografía nacional y la violencia es financiada por mercados ilegales, en este caso, por la producción del opio y la explotación ilegal de piedras preciosas. Lo que ha llevado a un latente estado de guerra, con periodos de “paz armada’ o violencia explícita.
La independencia de la corona británica se dio en 1948, con U Un. Quien inicia una transformación comunista que fue interrumpida por la toma de los militares en 1962. Entre este año y 1989 hubo una sucesión de golpes de estado por los mismos generales de la dictadura, que duro hasta 1989. En donde se adopta el nombre de Unión de Nyammar y se convocan a elecciones para 1990 donde Aung San Suu Kyi (premio nobel de Paz de 1991), hija del activista asesinado, Aung Sang, salió victoriosa. Sin embargo, la líder sufrió arresto domiciliario y los militares tomaron el poder.
En años recientes, el 15 de marzo de 2015, tras obtener 360 de los 652 votos emitidos por el Parlamento, Htin Kyaw, amigo asesor de Aung San Suu Kyi, se convirtió en el primer jefe de Estado civil desde la década de 1960. Tras medio siglo de gobiernos designados por el Ejército, era la nueva administración elegida democráticamente para liderar el cambio.
La premio Nobel de Paz ganó las elecciones en noviembre de 2015, pero no pudo asumir su cargo, porque la constitución birmana prohíbe ocupar el puesto a quienes tengan familiares con pasaporte extranjero y los hijos de Suu Kyi tienen nacionalidad británica.
Todos estos acontecimientos políticos poco o nada importa a los Rohingya, porque la estigmatización, violencia, violación de derechos humanos y limpieza étnica continúan. Es más, desde que el partido de Aung San Suu Kyi asumió el poder hace 6 años, la migración masiva de esta comunidad hacia Bangladesh aumentó. Esto sorprendió al mundo porque ella recibió el Nobel de Paz por su defensa implacable de los derechos humanos en su país. En el exterior no se sabe si ella cambio de parecer con relación a su lucha o sucumbió ante la presión de la elite militar, que finalmente la encarcelo en febrero pasado.
Mientras tanto, 730.000 personas han huido hacia Bangladesh. Hoy en día están en el mayor campo de refugiados del mundo, en Cox’s Bazar, donde las condiciones no son las mejores. ACNUR afirma que no hay suficiente comida, ni servicios sanitarios y los números de delitos sexuales son extremadamente altos.
Al otro lado de la frontera, según un informe de Amnistía Internacional existen pruebas del desplazamiento de tropas a la región para erradicar a los seguidores de Mahoma, lo que se constituye en un aparthied de larga duración. Igualmente, este revela que en las poblaciones donde vivían los rohingya se están construyendo bases militares, infraestructuras de seguridad, carreteras y “pueblos modelo” para otras comunidades étnicas, y demuestra que se están borrando pruebas de los crímenes de lesa humanidad cometidos.
A pesar que la distancia de la cordillera de los Andes al rio Irrawaddy (rio más importante de Myanmar) es enorme, la violación de derechos humanos y la erradicación étnica debe ser un tema de preocupación mundial. Si bien Colombia puede hacer poco frente a este tema, si puede ser un tema para debatir, analizar y seguir pues esta coyuntura se está convirtiendo en otro escenario de confrontación entre Estados Unidos con sus sanciones al régimen, intentando mantener su poder en Asia y China, con su política de no intervención en asuntos internos, sus intenciones de poseer acceso al Océano Indico, vía el Mar de Adaman (Myanmar) y política de “reeducación” de la minoría musulmana Uigur, en la región Autónoma de Sinkiang.
Es importante tener estos eventos en nuestro radar.