Colombia conmemoró este sábado un día dedicado a la dignidad de las mujeres víctimas de violencia sexual, uno de los crímenes más atroces cometidos durante el conflicto armado interno y que han padecido en el país al menos 26.534 personas en los últimos 34 años.
Desde 2014 se conmemora en la nación andina cada 25 de mayo el Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres Víctimas de Violencia Sexual luego de que la periodista Jineth Bedoya, secuestrada y violada un día como hoy hace 19 años, diera la pelea para visibilizar ese flagelo.
Bedoya, que fue agredida cuando realizaba una investigación sobre el tráfico de armas al interior de la Cárcel La Modelo de Bogotá, que involucraba a miembros de las ahora desmovilizadas Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), aseguró hoy que “las sobrevivientes seguirán diciendo que no es hora de callar”.
El mensaje es contundente toda vez que cifras reveladas por la gubernamental Unidad para las Víctimas indican que desde el 1 de enero de 1985 al menos 26.534 mujeres han sido violentadas sexualmente en el país.
Al respecto, el director de la Unidad para las Víctimas, Ramón Rodríguez, afirmó que “en los últimos años 7.494 mujeres han recibido indemnización administrativa y 2.712 han participado en la estrategia de reparación”.
Con esta acción, el Gobierno pretende reconocer la valentía, trabajo y resistencia de miles de mujeres víctimas de violencia sexual, reivindicar su dignidad y rechazar ese delito.
Sin embargo, el procurador general colombiano, Fernando Carrillo, denunció este sábado que “los delitos sexuales siguen en aumento desproporcionado a nivel nacional”.
Según Carrillo, “esas conductas tienen casi en un 90 % como víctimas a las mujeres”, por lo que se necesita “sacar los casos de la oscuridad y ponerlos en la mitad de las preocupaciones de la agencia pública”.
Esa angustia la comparte Yolanda Perea, integrante de la Mesa Nacional de Víctimas, quien fue violada a los 11 años.
“Me violaron cuando a duras penas jugaba con muñecas. Asesinaron a mi mamá por reclamar, pero saber que dio la vida por mí me da la fuerza para decir en todos los lugares que la violencia no es normal”, sostuvo Perea.
Con este y otros impactantes testimonios, diferentes entidades públicas y privadas pusieron este sábado en evidencia las atrocidades vividas como parte de la confrontación en el país, en donde se utilizó la violencia sexual como arma de guerra.
Por ello, para Perea es urgente que “Colombia se apersone de su sociedad, de sus seres humanos, para construir conjuntamente desde lo vivido y no repetir la historia”.
Eso es justamente lo que pretende la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), encargada de juzgar los crímenes cometidos en el conflicto y que el pasado 16 de mayo recibió informes sobre las violaciones a los derechos humanos, muchas de ellas de tipo sexual, que han padecido más de 4,6 millones de afrocolombianos.
Al respecto, la JEP aclaró que “los delitos sexuales no son objeto de amnistía ni de indulto”, por lo que los responsables de dichas conductas “serán sancionados”.
Pero para llegar a ese punto está claro que lo primero es denunciar los hechos.
Así lo entendió el director de la Comisión de la Verdad, el jesuita Francisco De Roux, quien aseguró a Efe en un acto en la ciudad de Cartagena que lo fundamental es que las mujeres sepan que “creemos en sus testimonios”.
A partir de ese primer paso y tomando como base la certeza de que la violencia sexual se da porque los actores armados atacan “los cuerpos de las mujeres como una manera de controlar los territorios”, De Roux hizo un llamado para evitar que siga la confrontación y la “connotación salvaje” que es la utilización de la mujer.
En ese mismo orden de ideas, la secretaria general del Servicio Europeo de Acción Exterior de la Unión Europea, Helgha Schmid, aseveró que la nación cafetera debe entender que la paz que se firmó con las FARC en 2016 “no será duradera hasta que la verdad salga a la luz” porque se trata de “un prerrequisito para la sanación”.
También, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) manifestó que las víctimas colombianas “han roto el silencio con valentía” y “utilizado su experiencia como sobrevivientes dando un ejemplo de esperanza al mundo”.
Al tiempo, el organismo internacional lanzó una alarma según la cual la violencia sexual es “una amenaza para la seguridad colectiva” ya que “sus efectos pueden transmitirse de generación en generación”.
Otra voz que se alzó fue la de la embajadora de la UE en Colombia, Patricia Llombart, quien fue enfática al exigir “dignidad para las víctimas”, una lucha frontal “contra la impunidad” y el trabajo decidido de todos los sectores para combatir “las causas” que generaron esta preocupante realidad.
Con información de EFE