Exclusiva: la desgarradora carta de monseñor Suescún, obispo castrense de Colombia, tras el atentado


Confidencial Colombia conoció en exclusiva una desgarradora carta de Monseñor Fabio Suescún Mutis, Obispo Castrense de Colombia, donde el alto miembro de la curia se solidariza con las víctimas al mismo tiempo que condena y repudia el atentado terrorista con carro bomba que acabó con la vida de 20 jóvenes en la Escuela de Cadetes General Santander en Bogotá.

“Los agentes de la maldad han golpeado el corazón de nuestra Policía Nacional y las fibras más íntimas de los colombianos. Estamos heridos y adoloridos, pero nos mantenemos en pie”, señala Monseñor Suescún.

Esta es la carta completa

ATENTADO CONTRA LA ESCUELA DE OFICIALES GENERAL FRANCISCO DE PAULA SANTANDER – Jueves 17 de enero de 2019

Los agentes de la maldad han golpeado el corazón de nuestra Policía Nacional y las fibras más íntimas de los colombianos. Estamos heridos y adoloridos, pero nos mantenemos en pie.

Quienes destilan odio han querido nuevamente llenar el espíritu de la patria de temor, pero han logrado unirnos más fuertemente en la voluntad de paz.

Los obradores de inequidad han querido tocar la confianza que tenemos en los policías de Colombia y han obtenido que admiremos y valoremos cada vez más su vocación de servicio en favor de la seguridad y la sana convivencia.

Cobardemente han violado la intimidad de la academia para marchitar los frutos jóvenes llamados a germinar en beneficio del bien común. Con sorpresa la patria verá el milagro del fruto abundante de las semillas ahora sepultadas.

Ante esta tragedia nuestros jóvenes tienen la oportunidad de otear un horizonte de amor y de bien común que supera los intereses egoístas de una mentalidad centrada en beneficios personales y meramente materiales. Los jóvenes cadetes brillarán en la historia como ejemplos de nobleza, generosidad, valor y entrega por el bien de los prójimos.

Una sociedad estremecida por la barbarie que deja ver el monstruo de la muerte es invitada a la interiorización porque no puede olvidar que el bien de todos es responsabilidad de todos y que la seguridad de todos tiene que ser garantizada por todos.

Como el niño miedoso que busca refugio en los brazos de su padre, nosotros conocedores de las consecuencias de vivir sin Dios o de espaldas a Él, acudimos a Jesús que nos dice: “Vengan a mí todos los cansados y agobiados que yo os aliviaré”. El Señor Jesús sabe de violencia y de dolor. En la cruz sufre la tragedia del rechazo asesino de aquellos a quienes había venido a salvar. Experimentó el sufrimiento de su Madre traspasada por el dolor de la crucifixión. Fue el grano de trigo que sepultado en tierra, da el fruto de la resurrección y de la victoria final sobre el mal y la rebeldía contra Dios.

Cada acto demencial como el que acabamos de vivir revive la soberbia de la creatura de ser superior al Creador y que la lleva al crimen fratricida de los orígenes de la humanidad. Convencidos de que en Dios está nuestra fortaleza y la esperanza de días mejores aceptémosle de verdad y no de mentira. No pasemos ante Él indiferentes o con desprecio. Aceptemos construir con Él el Reino de la vida, la justicia, el amor y la paz.

Nuestros jóvenes héroes, oficiales en formación de la Policía, se presentan ante Dios dan parte de su proyecto de vida. Dirán: DIOS Y PATRIA y serán admitidos a la vida eterna y gozosa de la gloria del cielo. AMEN

Bogotá, D.C. 20 de enero de 2019

+ FABIO SUESCÚN MUTIS – Obispo Castrense de Colombia