El Gobierno de Colombia enviará este domingo una misión consular a Haití para “verificar” las condiciones en las que se encuentran los connacionales detenidos en el país caribeño por el asesinato del presidente Jovenel Moise, así como para “adelantar gestiones” para la repatriación de los cuerpos de los exmilitares que fallecieron en el ataque.
El equipo, que se trasladará al país tras recibir la aprobación del Gobierno de Haití, estará formado por cuatro funcionarios que durante tres días brindarán asistencia a los colombianos arrestados, según ha indicado el Ministerio de Exteriores en un comunicado.
En concreto, compondrán la misión el director de Asistencia a Connacionales, el embajador Luis Fernando Cuartas, dos funcionarios de la Embajada de Colombia en República Dominicana y el cónsul honorario en la capital de Haití, Puerto Príncipe.
La agenda de la misión consular se adelantará entre el 25 y el 27 de julio, tiempo en el cual se brindará asistencia a los connacionales privados de la libertad y se verificarán las condiciones de reclusión, así como el respeto al debido proceso.
En este sentido, el Gobierno de Colombia ha reiterado que seguirá colaborando con las investigaciones que “permitan esclarecer” el asesinato de Moise y, al mismo tiempo, “velará por que los colombianos señalados de participar en el crimen, tengan todas las garantías humanitarias”.
Para ello, el viceministro de Exteriores colombianos, Francisco Echeverri, se ha reunido este miércoles con las familias de los colombianos que han pedido asistencia en Haití y les ha explicado la agenda y el propósito de la misión consular.
Moise fue tiroteado el pasado 7 de julio por un comando de mercenarios colombianos contratados por una empresa de seguridad de Miami regentada por un venezolano. Un total de 26 personas han sido detenidas, entre ellos una veintena de exmilitares colombianos y dos ciudadanos con nacionalidad haitiana y estadounidense. Tres colombianos más han muerto.
El cuerpo de Moise fue hallado en su dormitorio con heridas de bala en la frente, el pecho, la cadera y el abdomen y con el ojo izquierdo arrancado, una práctica relacionada con el vudú, para evitar que el asesinado te pueda ver desde el otro mundo.