El ex presidente de Colombia, Andrés Pastrana Arango, cuyo gobierno (1998 – 2002) pasó a la historia con más sombras que luces, busca la manera de mantenerse vigente en la política nacional y en tiempos de elecciones no es la excepción.
Recientemente el político conservador reapareció en la escena pública con cuestionamientos sobre la manera como se escrutarán las jornadas de elecciones programadas para marzo y mayo en Colombia, y que a juicio de muchos, son críticas que carecen de sustento.
Esta vez, además de tender un manto de dudas sobre la multinacional INDRA, que proporcionará el software de escrutinio de votos para las elecciones presidenciales y del Congreso de la República 2022, cuya propiedad y operación será exclusiva de la organización electoral y le permitirá optimizar tiempos en diferentes tareas y actividades electorales.
Pastrana ha vuelto a la palestra con una fórmula vieja que a su juicio le da resultados y le permite mojar prensa: lanzar ataques contra Gustavo Petro, precandidato presidencial del Pacto Histórico que va a la cabeza de la contienda, según los últimos sondeos.
En la última semana, el político conservador se ha dedicado a moler a Petro, con acusaciones que van desde un presunto fraude en las elecciones, hasta refritos del pasado ligándolo con Pablo Escobar.
La misma fórmula usó en 2018, cuando Petro enfrentó a Duque en las urnas. En esa ocasión no hablaba de fraude ni ligaba al político de izquierda con el otrora jefe del Cártel de Medellín, porque el fantasma del ‘castrochavismo’ fue la estantigua a la que acudió la derecha para restarle votos al líder de Colombia Humana.
En el 2016, cuando los colombianos acudieron a las urnas a votar el plebiscito para refrendar el Acuerdo de Paz que firmó el Gobierno Santos con la guerrilla de las FARC -EP, Pastrana también salió a la arena sumándose a la campaña del “NO” e hizo uso de argumentos non santos como la ideología de género. Una estrategia que le funcionó porque la victoria del “NO” le dio puesto en la comisión que hizo consideraciones al documento.
Finalmente, en la elección del 2014 cuando Juan Manuel Santos enfrentó a Óscar Iván Zuluaga, el ex mandatario conservador también intentó meter mano en la elección haciendo uso de otro fantasma del pasado: el Proceso 8.000 que fue el coco del Gobierno de Ernesto Samper (1994 – 1998).
En esa ocasión, la estrategia de Pastrana consistió en hacerle creer a los electores que una nueva victoria de Santos que se peleaba la reelección, era elegir ‘el elefante del 8.000’. No le funcionó