Li-Meng Yan es uno de los azotes más grandes de China y su gobierno. Igual su nombre no le dice mucho, pero es la viróloga que se encargó de estudiar el coronavirus allá por el mes de enero y huyó a Hong-kong en abril. Desde entonces su protagonismo ha ido ganando enteros por sus duras declaraciones hacia China y sus dirigentes. En las últimas semanas ha incrementado el número y el grueso de las declaraciones contra el poder chino.
Si hace unas semanas reveló en el canal Fox News que las autoridades chinas mintieron sobre el origen de la enfermedad que nos tiene a todos en jaque, inculpando también a la OMS, en las últimas horas, Yan publicó un informe en el que confirma que el virus creado en un laboratorio de Wuham.
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En las últimas horas, la viróloga publicó en Zenodo.org un documento de 26 páginas titulado ‘Características inusuales del genoma del SARS-CoV-2 que sugieren que se dio una sofisticada modificación en laboratorio en lugar de una evolución natural’. El estudio, además de la mencionada científica, también lo firman otros tres colegas más de Yan y está avalado por la Rule of Law Society. Dicha organización la fundó por el polémico magnate chino Guo Wengui, exiliado desde hace cinco años en Estados Unidos.
La principal crítica de Li Meng Yan está en la ocultación de la gravedad del virus por las autoridades chinas y de la OMS, que silenciaron todas las alertas sobre la letalidad y la facilidad de que se generaran brotes a futuro en todo el mundo.
Los tres argumentos de Yan
Para sustentar su teoría de que el virus se fabricó de manera artificial, los científicos se apoyan en tres líneas de evidencias. En primer lugar, afirman que “la secuencia genómica del SARS-CoV-2 es sospechosamente similar a la de un coronavirus de murciélago descubierto por laboratorios militares de Chongqing y el Instituto de Investigación de Medicina de Nanjing”. La segunda evidencia establece que “el motivo de unión al receptor (RBM) dentro de la proteína Spike del SARS-CoV-2, que determina la especificidad del huésped del virus, se parece al del SARS-CoV de la epidemia de 2003 de una manera sospechosa. La evidencia genómica sugiere que la RBM ha sido genéticamente”.
Por último, los científicos explican que el “SARS-CoV-2 contiene un sitio de escisión de furina único en su proteína Spike, que se sabe que mejora enormemente la infectividad viral”. Este sitio de escisión, que “se halla completamente ausente en esta clase particular de coronavirus que se encuentran en la naturaleza”, por lo que puede que “no sea el producto de la evolución natural y podría haberse insertado en el genoma del SARS-CoV-2 artificialmente”.
El documento se aventura incluso a indicar que la “ruta sintética” por la que habría pasado el virus en su presunto proceso de fabricación. “Demostramos que la creación de este tipo de coronavirus en laboratorio se podría haber completado en seis meses”.
En paradero desconocido
Yan tiene 42 años y se graduó en medicina en el Colegio Médico Xiang Ya de la Universidad Central del Sur, China. Es doctora por la Universidad Médica del Sur, China. En el momento de la pandemia COVID-19 trabajaba en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Hong Kong en la unidad de virología e inmunología. Es coautora de un artículo titulado “Patogenia y transmisión del SARS-CoV-2 en hámsters dorados”, publicado en Nature en el mes de mayo.
También es coautora de un artículo llamado “Dinámica viral en casos leves y graves de COVID-19” sobre los patrones de diseminación viral observados en pacientes con COVID-19 leve y grave. En cuanto a su paradero se sabe que está a Estados Unidos desde Hong-Kong, donde vive en ciudad desconocida. La institución educativa donde trabajaba en Hong-Kong la expulsó a través de un comunicado donde señala que Yan ya no forma parte de su equipo.