Muchas explicaciones se tendrán para el reciente ciclo de paros, pero si algo queda claro es que hay información incompleta. La toma de Cali es inaceptable bajo cualquier punto de vista. Cómo se deja paralizar sorpresivamente la tercera ciudad más grande del país; más grave aún, cómo es que todavía no sabemos que paso. Después de años de victorias, dos errores inexplicables en Norte de Santander. Estas sorpresas pueden ser el mayor fracaso en la historia reciente de los servicios de inteligencia de Colombia. Por lo menos debería ser un llamado a reflexionar, la inteligencia está lenta.
Con un presupuesto de $106 mil millones en la Dirección Nacional de Inteligencia, más presupuestos oficiales y reservados en otras entidades, Colombia procesa más inteligencia que Francia. No en vano Chávez decía que era el Israel de Suramérica. La guerra contra el narcotráfico obligó a construir redes de inteligencia sustanciales. La embajada de Estados Unidos en Bogotá es la tercera más grande del mundo, la colaboración transfirió mejores prácticas y equipos de avanzada. Los oficiales de inteligencia van a las mejores universidades y academias del mundo. Están en constante intercambio con la OTAN, la Interpol, el FBI y los más destacados profesionales. En papel todo bien, pero algo empezó a fallar.
La ley de Inteligencia de 2013 después de 60 años otorgó base jurídica. Desarrollada en el marco de los escándalos del DAS, tiene un énfasis en el control político del congreso. Teniendo en cuenta escándalos posteriores quedan dudas sobre la eficacia de la veeduría. La decisión de poblar la nueva entidad con militares retirados eliminó la alternativa civil que facilita la cooperación. La información sigue fragmentada en diferentes entidades. Los presupuestos de inteligencia en fuerzas militares vienen en descenso, la red de informantes se debilitó. Mayor énfasis en lo tecnológico en vez de inteligencia humana. No es solo la falta de anticiparse, ni si quiere se logra entender hechos.
Preocupante es que después de dos meses, no haya claridad sobre los vínculos de grupos al margen de la ley o extranjeros con estos eventos. Las insinuaciones sotto voce de analistas y funcionarios de vínculos turbios del paro resultan especialmente dañinos para la democracia si no son comprobados. Y eso requiere mucho más que un viaje con comentarios inoportunos de unos argentinos.
Si “Marcos Pacífico” del ELN movió recursos para la toma de Cali, sería bueno saber cuántos fueron y cómo se distribuyeron en la ciudad. Si fue por canales humanos tuvo que llegar días antes. ¿Dónde estaba el Director de la policía mientras esto ocurría? Si Venezuela está promoviendo el paro, sería bueno que nos dijeran cómo. Son acusaciones que no pueden quedar al aire. Es un deber esclarecerle al país, según el centro nacional de consultoría, 54% del país cree que las motivaciones del comité del paro son sociales. Que justos no paguen por pecadores.
Si después de décadas de conflicto armado, las amenazas se vuelven urbanas, internacionales o digitales, hay que repensar cómo se re-asignan capacidades de inteligencia. También existe la posibilidad que la información no haya subido la cadena de mando. De todas maneras, al final del paro hay que replantear las cosas, esto no salió bien.