Todos sabemos que la naturaleza es lo único que le garantiza la vida al ser humano, así como todos sabemos que el ser humano es capaz también de acabar con la naturaleza.
En esa constante pelea de supervivencia, en la que al hombre le toca enfrentar al hombre para que entienda que la naturaleza debe seguir con vida, nos encontramos con gratas noticias como la ofrecida este sábado 13 de febrero de 2021 por el señor ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en el marco de convenios firmados con la red nacional de Jardines Botánicos de Colombia, en Calarcá Quindío.
Dice el señor Ministro que atendiendo la orden presidencial de cubrir a Colombia con la implantación de 180 millones de árboles para la producción de material vegetal y la restauración ecológica en los próximos meses, está invitando a sus habitantes para que conscientemente se animen a poblar su topografía regional con árboles de su entorno, para garantizar el ambiente sostenible de los poblados, entendiendo que fue precisamente esa una de las causas que le permitió al mundo enfrentar con fuerza la furia de la pandemia, porque el mundo pudo respirar mejor en la época, pero también supo darnos el equilibrio que la naturaleza y el mundo necesitaban.
El ministro Carlos Eduardo Correa Escaf, quien como alcalde de Montería posicionó a la capital cordobesa como ciudad sostenible y bajo esa visión le devolvió el río Sinú a la ciudad, ha venido pregonando por todo el país cómo puede ser posible tener ciudades y territorios sostenibles.
Si bien es cierto que estamos en la época de la defensa de la naturaleza precisamente porque los mismos entornos hoy así lo reclaman, no es menos cierto que los gobernantes encuentran más rentables políticamente construir carreteras y edificios que aparentemente muestran a los ojos mayores niveles de desarrollo y trasladan esa imagen al mejoramiento de los resultados electorales.
No cabe duda que para la mayoría de los gobiernos ha sido de menor importancia los temas de trabajar en bien del oxígeno puro, de la descontaminación, de la limpieza del aire, de la búsqueda del sombrío, de las plantas de tratamiento y de la limpieza de los ríos. Y cuando se escucha a una autoridad ministerial hablando y dirigiendo mensajes para que el aire de este país esté más oxigenado y cuando un ministro de ambiente es capaz de descontaminar su ministerio de la política tradicional colombiana, pues nos encontramos con que hay un adelanto por lo menos en las expectativas y en el pensamiento y en la administración gubernamental.
Eso ya es un alivio
Dicen los manejadores del Jardín Botánico de Calarcá (único en su género en Colombia, digno de ser visitado por los ambientalistas y ecologistas y que ya abrió nuevamente sus puertas al público), que hasta esta fecha es el señor Correa Escaf el primer ministro que estando en ejercicio visita este monumento a la naturaleza. Y dicen allí mismo que los funcionarios que más han apoyado este importante Jardín Botánico han sido los costeños, entre ellos Mogollón y Verano de la Rosa y ahora Carlos Eduardo Correa.
Estos personajes que han visto a la naturaleza golpear inclementemente de muchas maneras sus territorios y que han enfrentado inundaciones lamentables pero también veranos insoportables, entienden perfectamente que cualquier mejora que le haga a la tierra, se traduce en un beneficio para el ser humano. Por eso el ministro invierte en procesos con enfoques en educación, en producción y en siembra.
Esa es la base de la actividad oficial hoy
El Quindío es un territorio donde dicen sus habitantes que Dios después de haber inventado el mundo decidió descansar y fue allí donde contempló la belleza y majestuosidad de su obra. Estando allí, Dios bendijo esas tierras y les dio toda la savia y las semillas indispensables para que crecieran al lado de los caminos las plantas y flores que el hombre hubiese querido llevar para otros territorios.
Eso fue más o menos lo que dijo el ministro Correa Escaf, que era este Jardín Botánico del Quindío el espejo en el que podían mirarse todos los jardines botánicos del país y otros del mundo, para que se lleven pedazos de paraíso y construyan otros paraísos en sus regiones.
Debe resaltarse que esta actividad, como muy pocas o casi ninguna en Colombia, ha estado acompañada de la unión de otras entidades oficiales que decidieron apostar por el beneficio de los recursos públicos sembrados en la misma naturaleza; eso se llama invertir en sí mismos.
El ministro ponderó los aportes del alcalde Balsero de Calarcá, del director Vásquez del Comité de Cafeteros del Quindío, de la Corporación Autónoma Regional del Quindío con el doctor Cortés a la cabeza y del rector Echeverry de la universidad del Quindío, porque se pone a la academia a trabajar conjuntamente con los técnicos y con los conocedores de los temas ambientales.
Esta noticia que pareciera muy parroquial, lo cual no debe extrañar porque lo global empieza en las parroquias o localidades, debe ser aplaudida e imitada por el resto de poblados colombianos que tienen que entender finalmente que invertir o sembrar recursos en la misma naturaleza nunca puede considerarse menos importante que invertir en cemento.
Cuando los habitantes de un municipio o departamento o una región quieren salir a descansar y salen a las carreras de sus ciudades encementadas, podrán exclamar que Colombia es maravillosa no solamente porque sus regiones son simplemente hermosas sino también porque los gobernantes han decidido que la mejor inversión se encuentra en los recursos naturales como estos y que como dijimos en la primera frase de este comentario, nos pone a pelear contra los enemigos de la naturaleza para hacer que precisamente la naturaleza siga al servicio del ser humano, ser humano que al fin y al cabo será llamado el rey de la naturaleza cuando pueda gobernar a la tierra y logrará ser el rey cuando decida cuidarla. Con este ministro y asesores como Adriana Santa, responsable de la siembra de esos 180 millones de árboles, parece que vamos para allá.