El pasado 9 de septiembre radicamos la reforma a la Policía y el 16 del mismo mes realizamos el primer encuentro regional de la reforma ciudadana a la Policía. Este primer encuentro fue en Ibagué y su principal propósito consistió en conmemorar la memoria de Santiago Murillo, el joven asesinado en esta ciudad a inicios de mayo mientras protestaba pacíficamente. Así como el 9 de septiembre es una fecha simbólica, al conmemorarse un año de la masacre que dejó sin vida a 13 jóvenes de Bogotá y Soacha, el 16 de septiembre de 2021 –por primera vez– la Fiscalía imputó cargos a un miembro de la Policía por violaciones de derechos humanos durante el Paro Nacional, precisamente en el caso de Santiago Murillo.
Esta conversación regional contó con la participación de maestros, estudiantes y activistas que han ejercido su derecho a la protesta y, en muchos casos, fueron estigmatizados y violentados por la Policía. Durante la mañana, con estas personas tejimos la reforma. Así como en Mampuján, las mujeres tejieron la paz, toda Colombia debe tejer la reforma a la Policía. Uno de los mensajes más potentes de este ejercicio es que la reforma no es para acabar a la Policía, ni para perseguir a sus integrantes, sino que esta reforma también debe proteger a los policías que son víctimas de la institución tan hermética. Después del tejer la reforma, realizamos una jornada de pedagogía y firmatón en la Plazoleta Darío Echandía.
La reforma ciudadana a la Policía debe nutrirse de las experiencias territoriales. Así como los efectos del servicio policivo son diferenciales para las mujeres, las personas racializadas y con diversidad sexual, entre otras, estos efectos son diferentes en los contextos regionales y locales. El proceso participativo de un proyecto de ley tan sensible, que pretenda reformar a la institución de la Policía y diseñar una política de seguridad ciudadana para la paz, no se puede terminar con su radicación. En todos los rincones del país se debe discutir sobre qué tanto confiamos en la Policía, qué emociones sentimos cuando vemos a un policía y qué haríamos para cambiarla; y la labor de los actores políticos es recoger dichas discusiones en nuestro trabajo.
Durante este proceso, una de las preocupaciones que más se ha repetido es la impunidad. Los largos juicios contra los policías que violan los derechos humanos, las dificultades para encontrarlos cuando huyen de la justicia, el encubrimiento y el fuero penal militar alimentan está preocupación. La audiencia del caso de Santiago Murillo inició a las 2:00 p.m., en ella, la Fiscalía imputó cargos por homicidio doloso a un Mayor de la Policía, argumentando que actuó contrariando la Constitución Política, los tratados de derechos humanos y los protocolos de atención a la protesta. Esta imputación es un pequeño alivio en medio de tanto dolor y desesperanza que genera el Estado.
La reforma a la Policía debe ser reflejo de la democracia deliberativa y debe conmemorar la memoria de las víctimas.