Hoy el país se encuentra inmerso en una discusión de proporciones históricas, ya que los malos manejos que tuvo Hidroituango -proyecto hidroeléctrico más importante de las últimas décadas en el país- está poniendo en riesgo la sostenibilidad energética de Colombia en el corto plazo y mediano plazo. Esta situación ha posicionado en la opinión pública un dilema aparentemente insalvable entre sostenibilidad energética nacional y el deseo de justicia frente a uno de los, presuntamente, más grandes casos de detrimento de recursos públicos en la historia reciente de Colombia. En este debate figuras públicas como el Director de la ANDI o el Director de la Agencia Nacional de Infraestructura, han entrado a opinar y tratar de inclinar las decisiones de los actores implicados hacia un lado u otro de la balanza, como si fueran dos extremos y hubiese que escoger entre uno u otro. Esta columna es un llamado a la sensatez y la responsabilidad, a demostrar que como país somos capaces de sacar grandes obras adelante, sin tapar la corrupción y los malos manejos que han impedido el desarrollo del país y minado la credibilidad en nuestras instituciones públicas.
Cuando las asociaciones y gremios empresariales empezaron a constituirse a finales de 1800, como ocurrió con la Sociedad de Agricultores de Colombia SAC creada en 1871, se hizo evidente la necesidad que tenían los empresarios del campo de contar con interlocución directa con el Gobierno, e influir en las decisiones y acciones públicas. Tiempo después, para 1927, en Antioquia, se creó la Federación de Cafeteros y más adelante, el presidente Alfonso López Pumarejo propuso a los empresarios de Medellín la creación de una entidad que defendiera los intereses de la industria y fue por eso que en 1944 se fundó la ANDI en Antioquia. Es muy importante entender que la creación de esas asociaciones y gremios se daban en Antioquia debido a la pujanza, la cultura y la cohesión de los empresarios de Medellín.
Con beneplácito y agrado recibo el interés de Bruce Mac Master (presidente de la ANDI) y Juan Martin Caicedo Ferrer (presidente de la Agencia Nacional de Infraestructura) en dedicar una columna a la ciudad de Medellín. Sin embargo, después de leerla, con gran desilusión me encontré un texto firmado por dos importantes referentes gremiales del país, que no es otra cosa distinta a un “collage” escrito a cuatro manos, carente de narrativa y propósito, carente de destinatarios claros y lleno de juicios de valor sin fundamento concreto.
El análisis ligero de estos representantes del empresariado colombiano, presenta conclusiones tibias y obvias, tales como: “Las empresas no solo son proveedoras de bienes y servicios de nuestra sociedad, sino el instrumento más importante de generación de empleos, oportunidades e ingresos para la gran mayoría de la población”. Afirmación que cualquier ser terrenal consciente podría dar. Por otro lado, expresan: “Genera gran preocupación cuando los mandatarios pierden la capacidad de liderar serena y objetivamente a su comunidad. Adelantar estrategias mediáticas de desinformación, manipulación y daño a personas y organizaciones…” Una acusación sin acusado, en donde podrían inferirse varios nombres, como: Nicolás Maduro o Iván Duque, por su programa ya desaparecido de la televisión colombiana.
Es por eso que invito a estos dos líderes gremiales a que terminen la columna y nos cuenten de frente, a quién y a qué actos en particular se refieren. Al Dr. Mac Master lo convido a que, por simple respeto a sus lectores y afiliados, dispare sus acusaciones con nombre y apellido, ya que la tibieza de los argumentos que presenta enreda los problemas, reflejando cómo desde una poltrona en Mesa de Yeguas algunos terminan opinando y desinformando.
Ahora, debo admitir que la lectura de esta columna no fue una total pérdida de tiempo. Leer al director de la ANDI expresarse con enunciados básicos, descubrimientos trillados, opiniones vacías y visiones sesgadas, al final me llevó a hacerme algunas preguntas: ¿En manos de quién han quedado los gremios en Colombia? ¿Cómo este nivel de tibieza y poca representatividad impacta a nuestro país y sus empresas? ¿Será que estamos frente a una crisis de representación gremial?
La crisis gremial devela la transformación del legado que dejaron los empresarios pioneros y para la muestra un botón; el control de las empresas y sociedades agrupadas en lo que se denomina el Grupo Empresarial Antioqueño, fue tomado por personas formadas como rentistas de capital que dejaron de pensar en la sociedad y las demás empresas, que representan el 99% del tejido empresarial de nuestro país. Se cerraron a la banda y empezaron a cruzar la delgada línea del manejo y control de los recursos públicos sobre los privados, lo que hizo que Empresas Públicas de Medellín y su proyecto más importante, Hidroituango, cayera en una coadministración entre políticos y empresarios, orquestada y llena de errores técnicos y éticos por los cuales algunas empresas de ese grupo deben reflexionar, pedir perdón y sin lugar a dudas pagar.
Pero también quedó claro que los canales de comunicación entre esas empresas de ese grupo y el Gobierno, tampoco han ejercido un papel a la altura de la sociedad. Hoy la ANDI no es un céntimo de lo que se planeó al inicio. Su director, ante semejante descalabro público, ha salido a opinar sobre el pleito de dos de sus afiliados tratando de sembrar dudas sin fundamento, sin dar la cara, sin esgrimir nombres propios y sin aportar a la solución, lo único que dejó ver fue su interés de encubrir a los responsables y trasladar la responsabilidad de los pagos a la gente y al resto del tejido empresarial que busca una mejor sociedad.
Diego Romero es director ejecutivo de Promedellín @Diegoromerov en Twitter