A Jaime Alonso Vásquez lo mataron los que han matado a medio país

Somos un país que desgarra sus entrañas con cada líder social asesinado. La realidad de Colombia refleja no solo el dolor de las heridas aún abiertas sino también la ironía de sus desgracias. En 2024, apenas arrancando el año, ya se han contabilizado 41 asesinatos de líderes sociales y defensores de DDHH según Indepaz. El año pasado, el recuento llegó a 183, mientras en el transcurso de este año 9 firmantes de Paz han perdido su vida. Este derramamiento de sangre por defender derechos básicos es un cruel recordatorio de que aún estamos lejos de una paz tangible.

Pero hay un dolor quizá más sutil y corrosivo que se infiltra en las venas de nuestro sistema: la corrupción, que deja sin futuro a los hijos de Colombia y brillando con luz perpetua en la eternidad a quienes deciden denunciarla. Ese fue el caso de Jaime Alonso Vásquez, un veedor ciudadano de Cúcuta, en Norte de Santander, quien dedicó su vida a enfrentar a las mafias de su departamento, a políticos corruptos que ganan las elecciones porque compran a la gente con 50.000 pesos a cambio de infinita miseria en los años de sus mandatos.

Jaime Alonso Vásquez, se volvió reconocido por su valentía y dedicación a la investigación sobre malos manejos en la administración pública de su región, pero encontró un trágico final en manos de quienes buscaban silenciar su voz. Sus esfuerzos por exponer a los políticos corruptos y sus redes ilícitas lo colocaron en una posición peligrosa, marcándolo como objetivo para aquellos que se beneficiaban del statu quo de la ciudad y sus redes mafiosas.

Jaime en sus últimos días venía denunciando cómo una empresa como único oferente se presentaba para realizar el recaudo de impuestos de la gobernación de Norte de Santander, también venía alertando sobre las irregularidades en la escogencia del gerente del hospital de Pamplona, así como del viaje al exterior del actual alcalde de Cúcuta, del cual faltan muchas respuestas. El día de su muerte paradójicamente no lo acompañaba su esquema de seguridad otorgado por la Unidad Nacional del Protección por las innumerables amenazas que venía recibiendo.

¿Cuánto más debemos soportar? la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos no son solo causas importantes para una sociedad sino que son urgencias vitales para la sociedad colombiana. Este es un llamado a todos, dentro y fuera de Colombia, a no acostumbrarse al dolor, a no aceptar esta realidad como inevitable. Necesitamos más que nunca acciones decisivas y conjuntas para proteger a quienes alzan la voz y para garantizar un futuro donde ser líder, hacer periodismo de manera independiente o sacar a la luz publica malos manejos de políticos y empresarios, no equivalga a una sentencia de muerte. Este es el grito de un país que se niega a mantenerse igual.

Esteban Restrepo

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