Pasada la euforia de la fiesta, el brindis, el brillo y las burbujitas, podemos decir que la esperanza de que la vida cambie, mejore favorablemente o siga por el buen sendero, pasará si de verdad ponemos empeño en ello.
A la caza del incauto
Los expertos en marketing lo saben bien y copan los kioscos de coleccionables mega atractivos, los escaparates de los fitness studio se llenan de ofertas que no podemos rechazar, las academias de idiomas bajan sus precios el primer trimestre… estrategias de enganche. Estrategias que funcionan pero… todo tiene un pero. Todos sabemos a estas alturas que nuestros propósitos no pasarán del Blue Monday, el próximo día 15 de enero, día en el que se darán cuenta de que el activismo en propósitos es inversamente proporcional al éxito que lograremos.
Y los fascículos acabarán en el wallapop de turno, el libro acumulará polvo en la estantería y las mallas del gym acabarán en el armario, tentándote, dispuestas a salir a comprar el pan y hacer los recados, como si eso compensara la falta de ‘burpees’. Y ya saben lo que pienso de las mallas, cuando están fuera de lugar…
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Actitud, señores, actitud
De primero de propósitos es la actitud. Sin querer realmente lograr algo, poco se puede lograr. Además ha de ser positiva, ya hay mucha negatividad en el ambiente como para dejarnos influir por los negativos, ¡No! Qué pesadilla sería emprender, comenzar o querer cambiar algo y ser nosotros mismos los que nos hundiéramos en el primer resbalón. Auto boicot, ninguno.
Después de la actitud viene el trabajar en objetivos realistas y asequibles al ritmo de vida de uno mismo. Poco a poco al principio. Aumentando la intensidad después. Y siempre, esa actitud positiva y realista que nos anime.
Ya saben queridos que la actitud primero y la alegría siempre, ese es mi mantra para este año: alegría como estilo de vida, la opción más inteligente que te saca del bache, cuando llegue, que llegará.
Feliz año amigos.