Aspirinas para todos

Jaime-Polanco

Jaime Polanco

Llevamos semanas atónitos con las noticias que llegan a nuestros ojos a través de las redes sociales, y que inundan los medios de comunicación sobre lo que pasa en nuestra región.

No salimos de nuestro asombro cuando leemos la muerte de casi una familia entera en México, los violentos disturbios en Chile, el escándalo de elecciones en Bolivia o la permanente matanza de líderes sociales en Colombia.

Nada parece detener la ola de violencia que asalta nuestras ciudades, o el permanente saqueo de las arcas públicas, la implicación de políticos y gobernantes en escándalos de corrupción, por no entrar en la incertidumbre sobre la capacidad de nuestros dirigentes para liderar una región con grandes problemas de desigualdad social.

Pero ¿qué nos está pasando? No existe respuesta clara para todo ello, pero si algunas líneas que ayudan a entender, el por qué tanta desilusión e insatisfacción colectiva.

Todo parecía ir bien años atrás con las previsiones de los organismos internacionales sobre el crecimiento económico de las naciones más importantes. Nada más lejos de la realidad. Las previsiones de crecimiento para Latam se acercan al 0.5% para este año 2019.

México y Brasil andan temblando con sus raquíticos crecimientos. Perú, Colombia y Chile raspando lo políticamente vendible, pero insuficiente para reducir las desigualdades. Venezuela y Argentina inmersas permanentemente en su crisis particular, desafiando los oncólogos y sus recomendaciones para el cáncer de pulmón que tienen y claro está, tratando de curar como siempre la metástasis con aspirinas.

Otros países, Panamá, República Dominicana y Bolivia, haciendo los deberes, pero con un peso muy poco determinante en la realidad de toda esta gran región.

Sin mencionar otros problemas sociales, como la falta de oportunidades para los jóvenes, el abandono escolar, la falta de atención médica o, simplemente, el hartazgo de unas generaciones de latinoamericanos que sienten como se les va la vida sin que realmente tengan esperanzas de mejora en sus proyectos familiares.

¿Cómo cambiar una región que pasa por ser la más desigual del mundo? Quizás los políticos no se han dado cuenta de que una nueva época ha llegado a nuestras vidas.

Sería conveniente revisar paradigmas sobre la riqueza, y no tanto sobre la pobreza. Quizás tendríamos que revisar el por qué Chile, con un PIB del primer mundo, el salario medio de una gran mayoría de trabajadores no llega a 550 dólares mensuales. Quizás deberíamos preguntarnos, si tantos privilegios para unos pocos, no genera odio y marginación de muchos, que claman por sus derechos básicos desde hace décadas.

La desigualdad siempre es ineficiente, por eso la hoja de ruta de nuestros países tiene que encontrar la manera de incluir a los más marginados en el sistema productivo. La mejora en la gestión pública, el control en la asignación de recursos y la lucha contra la corrupción deberían ser el eje de una gran conferencia regional. La distribución de la riqueza tiene que empezar a permear para que la mejora de las expectativas aumente satisfactoriamente.

De nada sirven los gobiernos con orientación conservadora o popular si no hablan de crear políticas globales que ayuden a sus ciudadanos a salir de su permanente insatisfacción. Por no mencionar los organismos que nos representan, que más se parecen a cementerios de elefantes que a dinámicos lugares de encuentros donde se piensa y reflexiona el futuro de muchos.

Llegó la hora de la igualdad señores. Para los más escépticos y los que tiemblan con un mundo mejor para todos: aspirinas, que ayudan a mejorar el flujo sanguíneo y previenen los ataques de corazón para los más mezquinos, que son muchos.

@JaimePolancoS