Balance de la primera semana del gobernador y el alcalde de Medellín

Inauguramos el nuevo ciclo político en Antioquia y Medellín, presenciando cómo el gobernador Andrés Julián Rendón y el alcalde Federico Gutiérrez toman las riendas. No obstante, lo que emerge en esta primera semana es una mezcla de políticas regresivas marcadas por un enfoque que, lejos de unir, parece empeñado en dividir e imponer la política por delante de las necesidades de la gente.

Empezando por el gobernador Rendón, su propuesta de una constante pelea con el gobierno nacional desvía el propósito del desarrollo regional y deja en vilo grandes proyectos: el Ferrocarril de Antioquia, las vías 4G, las vías terciarias, la segunda pista del Aeropuerto de Rionegro y los Metrocables para el Valle de Aburrá. Pero lo más alarmante es su idea de formar una red de cooperantes civiles. La historia nos muestra con suficiencia la inviabilidad de esta propuesta en nuestro país: la trágica experiencia de las Convivir de los noventa. ¿Hemos olvidado acaso sus vínculos con el paramilitarismo y los asesinatos selectivos? Revivir este tipo de estrategias es jugar con fuego, un fuego que atenta contra los derechos humanos y contra personas inocentes.

En cuanto al alcalde, su gestión parece centrada en el revanchismo y la eliminación de sus contrarios, careciendo de una visión clara para el futuro que merece Medellín. La reapertura de los parques Botero y Lleras, aunque simbólica, ignora las complejidades y desafíos que enfrentan estos sectores. Con el levantamiento de vallas no solo se pretende perseguir a los vendedores ambulantes, sino que se abre la puerta a problemas como el aumento del trabajo sexual, los hurtos a turistas y ciudadanos, y con ello, la afectación a los comerciantes del sector.

Y luego está la solicitud descarada de un concejal aliado al alcalde, exigiendo el cambio de las camionetas blindadas modelo 2019 de los concejales, argumentando que “ya eran muy antiguas”, un capricho incomprensible en un contexto donde los ciudadanos piden a gritos austeridad.

Estamos ante un escenario donde los ecos del autoritarismo, la división y la pretensión de comodidades por parte de los políticos resuenan con fuerza. Es crucial no perder de vista el norte de nuestra democracia. Esta primera semana es un recordatorio sombrío de que el poder, sin un compromiso firme con los principios democráticos y la justicia social, puede convertirse en una herramienta de división y retroceso. Nos corresponde, como ciudadanos vigilantes, no solo cuestionar, sino también desafiar activamente el curso de estas políticas.

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