Para nadie es un secreto que hoy Bogotá atraviesa por una fuerte crisis de seguridad. Una crisis que, si bien responde, en gran medida, a la pésima gestión de la exalcaldesa Claudia López y a la incompetencia del presidente Gustavo Petro, es ahora responsabilidad del alcalde Carlos Fernando Galán.
Me atrevo a afirmar que estamos viviendo en crisis, principalmente, por dos motivos: las escandalosas cifras de conductas delictivas que reporta la ciudad y el miedo que hoy secuestra la percepción de la ciudadanía. Un ejemplo claro es el comportamiento del hurto en la capital. Los robos, en sus distintas modalidades, se convirtieron en “pan de cada día”. Solo en el 2023, se presentaron aproximadamente 147.194 hurtos, que representan el 40.5% de los hurtos de todo Colombia. Un número astronómico que equivaldría a sumar los casos de los 7 departamentos más afectados por este flagelo (Antioquia, Cundinamarca, Valle del Cauca, Atlántico, Santander, Huila y Bolívar), posicionando, de lejos, a Bogotá como la capital del hurto en el país. Esto, sumado a los casos de homicidio y extorsión, que también incrementaron en comparación al año anterior, ha sembrado el terror en los bogotanos, a tal punto, que solo el 19.7% de los habitantes se siente seguro en la ciudad.
Aunque las autoridades han podido identificar, como responsables de esta crisis, a 72 estructuras criminales, donde se destacan grupos armados organizados como el ELN, las FARC y el Clan del Golfo, y bandas criminales transnacionales como el “Tren de Aragua” y los “Satanás”, la respuesta institucional ha sido totalmente insuficiente. Los bandidos siguen como “Pedro por su casa”, robando y matando libremente.
Decía el Papa Francisco que de una crisis como esta “podemos salir peor o mejor. Podemos retroceder o crear algo nuevo”. Cuando digo que Galán es quien lleva ahora la responsabilidad de esta crisis, no es porque la haya causado, sino porque es ahora quien debe reconocerla, enfrentarla y, ojalá, como prometió en campaña, solucionarla. Por supuesto que recuperar la seguridad de los bogotanos no es cuestión de unos cuantos días, pero para hacerlo se requieren decisiones inmediatas y el carácter para ejecutarlas, para así, poco a poco, pavimentar un camino de paz y tranquilidad, donde podamos realmente “caminar seguros”.
Desde el Concejo Distrital hemos elevado llamados respetuosos que esperamos sean escuchados y analizados con rigurosidad. Primordialmente, le pedimos al alcalde que contemple un incremento sustancial del presupuesto para atender esta crisis de seguridad que, increíblemente, hoy representa tan solo el 1.8% del dinero público de la ciduad. De igual manera, lo instamos a respaldar el trabajo de la fuerza pública, garantizar el bienestar de los uniformados, articular labores con el Ejército Nacional y las empresas de seguridad y vigilancia privada, vincular reservistas y veteranos a estrategias preventivas, fortalecer las redes de cooperación ciudadana, entre otros.
Lastimosamente, al día de hoy no hemos recibido respuesta, o al menos humo blanco, que nos permita confiar que se está avanzando en ese camino. Por eso, el llamado, igualmente respetuoso, para el alcalde Galán y su equipo de trabajo es: ¡escuchen, decidan y actúen! La ciudadanía no aguanta un robo más, la inseguridad no admite indecisión.
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