Claudia López mueve ficha: “tomamos la decisión de reabrir Bogotá a partir del 8 de junio porque la ciudadanía cambió sus prioridades”, dijo la alcaldesa. Me levanto de la silla y aplaudo (aunque con un matiz que aclararé al final de la columna). Más vale tarde que nunca.
Desde julio del año pasado, las personas que siguen esta columna cada semana en Confidencial Colombia saben que he sido una de las pocas voces en el país que ha pedido insistentemente la vuelta a una normalidad. Recuperar la dignidad y la libertad que nos quitaron. Pero la normalidad de verdad. Absurdo que mientras medio mundo estaba recobrando sus vidas desde hace meses, en Colombia soportamos aún un encierro criminal. Básicamente, porque el tiempo ha demostrado que no ha servido de nada, o para muy poco.
14 meses después del inicio de la pandemia, estamos en récord de contagios y de muertes diarias por el virus. El coronavirus, ayer, hoy y mañana es imparable, salvo por la vacuna, como se está viendo en Reino Unido o Israel. La táctica del encierro no funciona para eliminarlo, ni siquiera para frenarlo. Solo da una tregua temporalmente. Mejor nos hubiera ido a todos si más bien nos hubieran enseñado a convivir ordenadamente con el Covid-19 y no a escondernos como ratones de madriguera.
Claudia es muy astuta, siempre lo ha sido, y es la primera figura política nacional en saber leer entre líneas. Saber ver la realidad sociológica y dar un paso adelante en la batalla por recobrar la normalidad. Más tiempo de encierro es inviable. Básicamente porque la economía no aguanta. Esas vidas que nos han hurtado durante 14 meses. Esa libertad que sólo se aprecia cuando no se tiene. Más encierro es la ruina total para millones de personas, y eso es bastante peor que el coronavirus.
Un pueblo encerrado y empobrecido es peligroso. Y eso se viene reflejando en el mes de manifestaciones que estamos sufriendo en Colombia. Más encierro es darle argumentos a la izquierda antisistema más extremista, que por supuesto se siente cómoda en un campo de juego embarrado de caos y pobreza.
Cuanto peor… mejor
Los dirigentes del Comité Nacional del Paro no quieren mejores condiciones para los trabajadores. Al igual que las cabezas del sindicato de estudiantes no buscan mejor educación en los jóvenes; ni por supuesto las Organizaciones Sociales que promueven el desorden en las calles quieren encontrar soluciones. ¿Y saben por qué? Porque si arreglan esos problemas estructurales que arrastra el país por décadas se les acaba el privilegio. Se les acaba el ‘chollo’ que dicen los españoles. Adiós a su ‘negocio’ y su forma de vida. Son la casta de la inconformidad. Y le apuestan al cuanto peor las cosas, mejor para ellos.
No se dejen engañar, suele pasar en todas las ‘revoluciones’ de salón, esta casta utiliza a unos cuantos cientos, o miles de incautos para hacerse con el poder… para que luego no cambie nada, bueno sí, su estatus económico.
Ya pasó en España, hace justo 10 años. De los ‘indignados’ del 15-M surgieron unos salvapatrias de medio pelo intelectual y moral, que prometieron regenerar la política. Llegaron lejos en el ‘servicio público’. Alguno, incluso a vicepresidente del gobierno. Una década después, lo único que lograron cambiar fueron sus cuentas corrientes y sus viviendas. Ahora viven en mansiones y multiplicaron sus fortunas. Se pasean con guardaespaldas y carros oficiales de lujo mientras la vida del resto de la gente fue a peor. Una estafa.
En Estados Unidos más de lo mismo, una de las líderes fundadoras de Black Lives Matter, Patrisse Cullors, ha tenido que dimitir esta semana ante el escándalo después de saberse que compró varias mansiones por valor de más de 3 millones de dólares con dinero de dudosa procedencia. Realmente esta gente piensa que somos idiotas.
El empleo como motor de transformación
¿Y en Colombia alguien se cree que es distinto? ¿En serio piensan que los ‘Petros’, ‘Malteses’ o ‘Pedrazas’ o resto de las personas que están detrás de todo esto y los de la Mesa Nacional del Paro quieren cambiar la vida de las personas desfavorecidas? ¿En serio? ¿Alguien?…
Aquí en Colombia y en todos los países, las vidas de las personas SOLO se mejoran a través de oportunidades, del esfuerzo y del trabajo, sobre todo del trabajo. Se cambian las vidas cerrando las brechas sociales. Primero con acceso al estudio, y luego con empleos dignos. No instalando un régimen subsidiario, que para lo único que sirve es para perpetuar las desigualdades y la pobreza. Ni por supuesto se mejora una sociedad quemando sus edificios públicos. Eso sí, al político de la casta le viene muy bien tensionar la calle, tener cautivo el voto del ciudadano empobrecido y pendiente de la libra de arroz que le da el ‘padrecito estado’.
La casta populista se aprovecha de la debilidad del presidente Iván Duque, al que le ha quedado muy grande todo esto. Muy difícil de manejar sí, pero de lo único que ha sido capaz Duque es en poner de acuerdo a uribistas, independientes y antiuribistas: nadie lo quiere. No dio la talla. Pasará el año que le queda con más sufrimiento que gloria.
Elecciones a la vista
Yo sólo confío que los más de 49 millones de ‘indignados’ de Colombia. Los que asisten impotentes, y escépticos encerrados en sus casas, puedan salir y construir un nuevo país si les dejan. No más encierros. Ni por el Covid-19 ni por el miedo a los disturbios de una minoría patrocinada y violenta. Ojalá el país encuentre un líder que sea capaz de reconducir esta nave a la deriva. Desde la equidad, las oportunidades y la libertad. Un gobierno que no asfixie al empresario y la clase media con más impuestos; más al contrario, incentive el empleo y la contratación, esa es la clave del crecimiento de un país. Porque no esperen que los políticos les busquen trabajo. El empleo productivo para el sistema se logra desde el sector privado. El resto son cuentos chinos.
Ñapa final: Un único matiz a la reciente posición de la alcaldesa. La ciudadanía no ha cambiado sus prioridades”, como dijo el otro día. Lo que ha cambiado es la prioridad de los políticos, que están asustados de perder el control del país y la institucionalidad, con el consiguiente poder sobre las vidas de todos. La prioridad de la gente siempre ha sido la misma, que los que gobiernan los dejen en paz, que puedan ser libres y tener un trabajo para ser felices con sus familias o con quien les dé la gana.
Marcial Muñoz es periodista, consultor político y director de www.confidencialcolombia.com