La ministra del Trabajo de Colombia, Gloria Inés Ramírez, tiene la obligación de darle explicaciones al país. La escudera del presidente Gustavo Petro, quien pregona a diestra y siniestra que el gobierno debe sacudir la corrupción, es un claro ejemplo de quien predica, pero no aplica.
Resulta inaudito que la gestión de Ramírez esté caracterizada por el nepotismo y, mientras tanto, el presidente de la República se hace el de la vista gorda. Desde el año pasado han surgido denuncias sobre el tráfico de influencias de la ministra para hacer que sus familiares sean nombrados en otras entidades.
Aquí me quiero detener y denunciarlo públicamente. Uno de sus hijos está nombrado actualmente en el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y, esta semana, salió a la luz que otro de sus hijos tiene un contrato de prestación de servicios en el Ministerio de Cultura.
La señora Ramírez sigue usando su puesto para el clientelismo y para favorecer a su círculo cercano. Trabajo sí hay, pero para los allegados de la ministra. En ese sentido, cabe preguntarse, ¿Quién la investiga?
Entre tanto, el DANE reportó que en el país subió el desempleo por segundo mes consecutivo. Marzo cerró con la preocupante cifra de 2.881.000 ciudadanos desocupados. El panorama es desastroso.
Volviendo a los hijos de la ministra: Diego Alejandro Restrepo Ramírez, está nombrado como jefe de la Oficina Asesora Jurídica de Minciencias con un salario básico mensual de más de 10 millones de pesos, sin incluir prima técnica. Este mismo señor ya había sido designado en 2023 en la Unidad de Servicios Penitenciarios y Carcelarios, USPEC, donde se ganaba casi 8 millones de pesos.
El otro hijo de la ministra, Álvaro Eduardo Restrepo Ramírez, tiene un contrato por más de 127 millones de pesos en Mincultura. Justamente, uno de esos contratos que la ministra llama “basura” y que prometió acabar desde que llegó al gobierno. Ramírez, como titular de la cartera del Trabajo, está obligada a dar ejemplo, dejar su cinismo y doble moral. Esto que está sucediendo refleja la hipocresía de quienes nos gobiernan.
Asimismo, se debe poner la lupa sobre el intercambio de favores entre titulares de carteras, en este caso Ciencia y Cultura. Recordemos que en el primero hay denuncias de acoso laboral y en el segundo, señalamientos de maltrato en algunas de sus entidades adscritas.
“Este país tiene que cambiar”, dijo la ministra Gloría Inés en la marcha del pasado 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo. Tal vez es en lo único que concuerde con ella, pues en Colombia no podemos seguir permitiendo la cultura del amiguismo y el enchufe en la administración pública.