Cada día más tontos    

Hace pocos días me despertaba con un estudio germano-austríaco que vino a corroborar lo que ya venía temiéndome; cada día somos más tontos. Dicha investigación demuestra y concluye que las letras de las canciones pop son cada vez más tontas; 352.320 temas musicales analizados, canciones desde 1970 hasta 2020, el hallazgo es supino: vocabulario plano, empobrecido, temas simples y rimas repetitivas.

Si no fuera porque no todos componemos canciones podría decir que estamos salvados, pero lo cierto es que  esta tontería ambiental nos afecta de un modo u otro a todos. Pues la música, ese idioma universal a base de notas, ritmos y letras que podemos entender o no, nos envuelve a todos y esas canciones que escuchamos, los llamados hits ,  se nos quedan grabados, como tatuajes del cerebro a fuego y tarareamos lo mismo un here comes the sun  que tengo la camisa negra,  y siendo siempre difícil de escapar de ellas, son cada vez más simples y dado que el lenguaje conforma el cerebro… podemos concluir que somos cada año más memos.

El caso español

Pienso que seguramente para el estudio habrán escogido canciones de habla inglesa, pues tiene un mercado más amplio que la música española, pero vivo convencida que desde José Luis Perales o Mecano hasta llegar a Bad Bunny hemos perdido mucho en calidad, en compositores y letristas , y el estudio susodicho es extrapolable a nuestra lengua materna.

Eso de cantar al desamor con elegancia, de arrastrarse con soltura y altura detrás de la mujer a la que se dedicaban canciones se ha transformado en un cante vacío y algo sucio de nalgas que suben, bajan y se restriegan al son de jadeos y perreos Oh, Ah y ese  perreíto papi, que lejos de querer reconquistar a la chica, parece que quisieran que saliera huyendo. Hay quien dice que empodera a la mujer, a mi esas letras de hoy me dan una vergüenza ajena terrible.

Pero hay quien presume de su lista de Spotify, como la ex ministra feminista  Irene Montero, y sale en redes hablando de sus grupos y solistas favoritos y todos son de una altura poética admirable; Bad Bunny o Karol G, Los chikos del maíz…  Irene, paradigma del JMP, joven medriocremente preparado, en su campaña por las Europeas, de algo tiene que vivir que los bares no dan para tanto, para ser cool y ponerse al nivel de sus posibles votantes, habla con desparpajo de las canciones que escucha en bucle, una y otra vez, y no se ruboriza ni siquiera una pizca. Puede que sea una pose musical aunque sospecho que no, ella es así de sencilla y simplona, ya en otra ocasión, cuando no estaba aún en campaña, dijo que le encantaba escuchar a Bad Bunny con sus hijos. Pobres niños, pudiendo escuchar a Handel o Bach o a Good old War o The Beatles o Maná- inlcuso, su madre los martiriza con regeaton del malo. Que no digo yo que sea malo, es que ellos van de tipos duros y quieren siempre a la chica del bus. ¡Qué poco ensoñadoras son las letras de hoy!  

No hay mal que cien años dure

A mi me dan pena los tontos de verdad, porque poco a poco van dejando de ser minoría y pronto quedarán al descubierto y dejarán de ser grupo minoritario e invadirán con su gracia todas las calles. Una pena oiga.

Lejos de sorprendernos por haber conocido a uno, nos vamos a pasmar por conocerlos a todos y acabaremos siendo parte del todo si no ponemos remedio. Y alguno  se creerá  tan listo y erudito, que niegue conocer a sandio alguno y no se habrá dado cuenta de que ha caído en la trampa de hoy; esa que nos uniformiza a todos, haciéndonos memos, simples, cortos porque siempre es más rentable el tontolaba que el listo.

Un listo desconoce las canciones de hoy y vive pegado a lo de siempre, a lo eterno, a lo de antes, usa un vocabulario rico, astuto inteligente para decir lo mismo que el tonto, pero además suele tener un trasfondo. El listo no nada en la superficie, ni gasta recursos sin ton ni son. El listo sabe que si bien todo puede ir a peor, no hay mal que cien años dure y espera confiado ese cambio de viento que ponga a los tontos en su sitio, en ese lugar de minorías donde vuelvan a estar en peligro de extinción. Pero no se confíen, a veces los listos saben muy bien hacer de tontos.

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