Cambiar lo que sea necesario y mejorar lo que haya que mejorar

Al parecer todos los intentos por agudizar una crisis de gobierno que justifique la salida no institucional o imponga lo que se conoce como golpe de estado blando, no han madurado lo suficiente y las convocatorias amenazadoras de sectores de la oposición para movilizar la sociedad, se han caracterizado por una escasa participación; sin embargo, lo anterior no indica de ninguna forma, que la oposición extrema al gobierno del Pacto Histórico, hayan desistido de sus pretensiones, por el contrario, han avanzado en su capacidad de coordinación y de diversificación de las formas de oposición saboteadora, a tal punto, que llegan a poner en riesgo los intereses de la nación y el mismo Estado de Derecho.

Por primera vez en la historia de Colombia, una propuesta política que pone al centro la defensa de la vida, construida y guiada por sectores de la izquierda democrática, social-demócratas, liberales y conservadores “descarriados”, ambientalistas, feministas, pueblos étnicos, exguerrilleros, campesinos y campesinas, juventudes, influenciadoras de redes sociales, población LGBTIQ+, estudiantes, académicos, sindicalistas, población con discapacidad, entre otros, se perfiló como un bloque social y político, capaz de arrebatarle en las urnas el gobierno y arañarle poder, a la aristocracia y la escasa burguesía criolla, cuya sombra había permitido reproducir todo tipo de alianzas con las mafias de la corrupción y el narcotráfico, y el surgimiento de toda suerte de bandidos y bandidas que mediante componendas, hacen de la política y la administración pública, una forma de enriquecimiento ilícito.

Esta nueva coalición de gobierno, guiada por Gustavo Petro Urrego, se planteó abordar la solución de una serie de problemas que, por su nivel de profundidad y desarrollo, deberían transformarse de forma compleja, coordinada y simultánea. Solucionar de manera pacífica y dialogada el sexagenario conflicto armado interno con las guerrillas; promover el acogimiento a la justicia de grupos armados delincuenciales no políticos; desarrollar el Estado Social de Derecho y revertir las leyes de implementación de las políticas neoliberales privatizadoras, desarrollar el capitalismo y recuperar la independencia de poderes; superar la corrupción económica; perseguir y erradicar el narcotráfico y el lavado de activos, el tráfico ilegal de armas y municiones, la trata de personas, y el comercio ilegal de especies exóticas; luchar contra el cambio climático y promover la transición energética; disminuir los altos niveles de pobreza y desempleo; y finalmente, aunque con poca decisión, promover una reforma electoral.

Con este plan, un frente político que apenas gateaba, arribó a las elecciones, salió victorioso y asumió la gobernabilidad nacional; sin embargo, con su esfuerzo poco coordinado y claro, la falta de experiencia y el juego sucio de otros partidos, no le alcanzó para obtener las mayorías suficientes de congresista, que le dieran la capacidad real de convertirse en un polo de atracción para otros sectores políticos y aprobar las reformas que el cambio requiere, de tal manera que las transformaciones han tenido que ser tramitadas en medio del chantaje, las mediaciones, los acomodos tradicionales de representantes a la cámara y senadores, y las mentiras de la oposición.

Así las cosas, sin tener mayorías en el congreso y con un aparato burocrático estatal poco convencido o en franca oposición al cambio, heredado de años de gobiernos de derecha, con una fuerza pública que al parecer aún no decide a todos los niveles abandonar la doctrina de seguridad, se ha hecho más difícil el reto de implementar un nuevo estilo de gobierno que cumpla con todas las promesas y los cambios urgentes que exige el electorado, y se ha dificultado elevar y nivelar la eficacia y eficiencia administrativa -que por fortuna ya se nota en algunos ministerios y entidades-, atacar a profundidad los vicios administrativos ligados a la corrupción y corregir actitudes arrogantes de algunos nuevos funcionarios.

No es la ejecución del Plan de Desarrollo o la posible aprobación de las reformas propuestas por el Pacto Histórico, que seguramente no tendrán el alcance originalmente respaldado en las urnas, lo que más inquieta a esta oposición beligerante, pues saben que su actuación saboteadora, alimentada por las dificultades de gobierno y los todavía altos índices de violencia, les está dando algunos resultados importantes, y en la medida en que los medios de comunicación bajo su dominio económico, político e ideológico, sigan cumpliendo su labor de oposición y de fabricación de noticias falsas, y se mantenga la gobernabilidad local lograda en unas elecciones atravesadas por el constreñimiento, el clientelismo, la violencia y la corrupción, su capacidad de maniobra política les será medianamente favorable.  

Lo que más inquieta a la oposición y a los áulicos de pasados gobiernos violentos, es que el proceso de diálogo y negociación con los grupos armados avance, que la reforma rural integral se esté implementado y favorezca a cientos de campesinas y campesinos, y que las falacias fabricadas para desacreditar al presidente Petro y su equipo de gobierno, estén siendo destruidas por la fuerza de la verdad. Por primera vez en la historia, la sociedad está siendo informada sobre la forma como los gobiernos entregaron a privados o/y mafiosos, las empresas, los bienes y el presupuesto que era de todas y todos. Ni el presidente resultó ser un dictador, ni el Plan Nacional de Desarrollo es el reflejo de un programa socialista, ni la corrupción aumentó o cambió de manos, tampoco se reconfiguró una nueva alianza con el narcotráfico, ni se presentó un proyecto de ley de reelección presidencial o las marchas convocadas en apoyo a las políticas de cambio resultaron violentas.

Sin embargo, todo lo descrito anteriormente, no justifica del todo la incertidumbre que, a más de un año de gobierno, todavía se siente y que llena de escepticismo a importantes capas de la sociedad. El Pacto Histórico como coalición responsable del Gobierno del Cambio, independiente de los resultados que arrojen las elecciones del 29 de octubre, debe asumir varias responsabilidades, sino quiere repetir la experiencia de la Alianza Democrática-M19 o al Frente Social y Político, agravado por supuesto con el hecho de ser gobierno. Debe en su conjunto, incluidos los y las funcionarias públicas, abandonar el espejo retrovisor y decidirse a conquistar el Estado, para cambiar lo que sea necesario y mejorar lo que haya que mejorar, responder con creatividad a las necesidades del pueblo, y avanzar hacia convertirse en una organización política con mayor claridad ideológica, con mayores niveles organizativos, y abandonar la tentación del parlamentarismo que hoy no le permite reconocer y fortalecer el poder de la organización social y popular.

El Pacto Histórico debe asumir la responsabilidad de mejorar la experiencia del gobierno de la vida y garantizar, en una futura administración con más experiencia, la continuidad del cambio iniciado, para lo cual es preciso asumir a profundidad la construcción participativa y amplia de un proyecto de reforma política y electoral, capaz de reconocer y potenciar la democracia directa, colocarla al nivel de la democracia representativa, para que brote de esta paridad, una democracia participativa robusta, que sea la piedra angular de un nuevo acuerdo nacional.

La fórmula de la movilización y la organización social, aliada del gobierno, no será suficiente, hay que reconfigurar una estructura político-social que sea atractiva para los no organizados, para las ciudadanías libres y para el conjunto del electorado, pero en especial, debe consensuar una propuesta verdaderamente seductora para la juventud y la inmensa capa de abstencionistas que no creen en la democracia actual o no les interesa hacer uso de su derecho al voto. Una organización con vocación de poder, generosa en su actuar, respetuosa en su lenguaje, progresista en su estrategia y amorosa para reconstruir los sueños de una sociedad fragmentada y de miles y miles de víctimas del conflicto armado.

NOTA: el próximo 29 de octubre, la tarea es salir a votar temprano, acompañados de amigos y vecinos.

Luis Emil Sanabria Durán.

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