Apreciados candidatos,
Respeto profundamente las distintas iniciativas que están liderando para buscar la presidencia de Colombia. Se puede decir lo que sea, pero es evidente que son ustedes muy valientes al someterse a este durísimo trabajo de hacer campaña, recorrer el país, dar múltiples discursos y entrevistas al día, pasar semanas viajando y dejando de lado a los suyos por esta apuesta. El esfuerzo es mayor y pocos son los que tienen agallas para enfrentarse a semejante tarea.
Dicho lo anterior, creo firmemente que la mayoría de ustedes están haciendo una pésima campaña, algunos un triste papelón. En la mayoría de los casos el objetivo no parece ser demostrar cómo van a trabajar por el país, sino ver cómo denigran, pisotean, insultan y acaban con sus rivales. Gastan valiosos espacios de exposición en tirarse agua sucia unos a otros, pierden segundos de oro promoviendo odios y peleas, en lugar de estar proponiendo, construyendo y exponiendo argumentos poderosos, historias ricas en datos y en valores de unidad y desarrollo.
En muchas ocasiones parece que desconocieran cuál es la descripción del cargo al que están aspirando. Sí, esa que tanto le critican al que pronto alguno de ustedes reemplazará y que todos creen que pueden hacer mejor. En la guerra de disparates que andan vociferando están claramente consolidando el mensaje de odio que tiene a nuestra sociedad sumida en una profunda desconfianza y división.
Me cuesta trabajo entender por qué les ha dado por querer hablar de todo y participar en cuanta conversación existe para opinar tan desmesurada y livianamente, que no terminan de meter la pata en un tema cuando ya están tratando de sacar el cuello de otra profunda embarrada. Pareciera que contrataran equipos que secretamente están siendo financiados por el enemigo para llevarlos a que cometan errores garrafales. O peor aún, vinculan a los mejores para ignorarlos y no prestarles ni la más mínima atención, ruego que sea la segunda, esa se puede solucionar más fácilmente que la primera.
El tiempo se empieza a hacer cada vez más corto, los días se aprietan y ustedes necesitan entender que el público (que además no es una masa homogénea), sí nosotros los futuros electores, no tenemos tiempo para escucharlos en detalle y muchos no tienen el más mínimo interés de intentarlo. Cualquiera de ustedes puede levantar esa atención siendo claros, consecuentes y constantes; revisen sus historias, miren sus discursos, escuchen lo que distintos grupos piensan de ustedes y por amor a Dios (en el que ustedes crean), háblenle a las personas como humanos de carne y hueso, por las dudas, todos somos igualiticos en eso.
Cierren sus filas a querer participar de cuanto debate existe y concentren su trabajo en las líneas que para ustedes son las que todo colombiano debería escuchar para entender a qué nos le vamos a medir si votamos por ustedes. Sobra decir que temas de trabajo es lo que tienen para escoger, y no es el objetivo de esta carta, porque problemas y líos, si que hay en Colombia. Así que tomen uno, dos o máximo tres y enfóquense, entreguen ideas concretas, proyectos claros y aterrizados a la realidad de nuestro entorno. Verán que serán muchos los que por fin los entenderán.
Como estudiosos que son, revisen su teoría básica de vocería, las claves están ahí y muchas no han cambiado, pero tienen, SÍ TIENEN, que hacer caso y sobretodo prepararse. La mayoría de ustedes salen a improvisar sus intervenciones, no se entrenan para diferentes escenarios y desconocen reglas básicas para generar impacto, usan mal el lenguaje, agreden al entrar en zonas desconocidas y hacen cosas que en su sano juicio nunca harían, es decir, se lanzan al ridículo con la mayor facilidad, pero luego les cuesta siglos reconocer que fue un error sencillo y no se muestran como personas, personas de carne y hueso.
Candidatos, espero que este mensaje los encuentre bien y que sirva para que eleven el nivel del triste debate electoral que hasta ahora estamos viendo, y que de seguir así será tremendamente decepcionante. Sé que no es tarea fácil pero imposible tampoco, alguno de ustedes realmente puede cambiar la historia de estas elecciones, pero tiene conectarse con las necesidades reales del país y no con la lengua viperina de su contraparte.
Con especial respeto,
Alfonso Castro Cid